Los cuatro fueron asesinados en una emboscada en la carretera que une la ciudad de Jalalabad con la capital, Kabul.

La ejecución de uno de los condenados causó ayer gran polémica porque es la primera que se lleva a cabo en el país desde el año 2004, después de que la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán solicitara una moratoria en el cumplimiento de las penas de muerte al considerar que en el país no se dan las garantías legales para que se desarrollen procesos judiciales justos.

También contribuyó a la controversia el hecho de que la ejecución de Reza Khan se llevara a cabo de un tiro en la cara y junto a una quincena de presos condenados también a la pena capital.

Los reos fueron ejecutados en el distrito de Tagab, en la provincia de Kapisa, al norte de Kabul. Ironías del destino, muy cerca de la zona de Sarobi, lugar donde Julio Fuentes perdió la vida tras ser asaltado.

Firma de Karzai

La decisión cogió por sorpresa a los organismos internacionales y las organizaciones de derechos humanos, porque desde hacía tres años no se había cumplido ninguna sentencia de muerte en Afganistán, y también porque para hacerla efectiva se necesitaba la firma personal del presidente afgano, Hamid Karzai.

No se sabe por qué ayer Karzai autorizó la ejecución de Khan y de 14 presos más, entre ellos también el procesado por secuestrar en Kabul en 2005 a la cooperante italiana Clementina Cantoni.

Según fuentes de organismos de derechos humanos, el Gobierno afgano no informó siquiera de la decisión a los familiares de los presos, algunos de los cuales se enteraron de la noticia cuando los cuerpos sin vida de los reclusos fueron trasladados al hospital de Wazir Akbar Khan, en Kabul.

Por la mañana los condenados a muerte fueron llevados al norte de la capital y allí se les mató de un tiro en la cara. Tampoco se sabe por qué se empleó este método, también polémico, más aún cuando en el momento de recoger los cuerpos, los agentes se dieron cuenta de que sólo había 14 cadáveres y no 15, que era el número de reos que inicialmente debían ejecutar.

Uno se había escapado por el camino, pero no supieron identificar cuál porque todos los condenados quedaron con el rostro desfigurado.

La oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas emitió un manifiesto cuestionando la decisión, y algunas fuentes informaron de que incluso los talibán se quejaron de que el Gobierno afgano aplicara la pena de muerte en pleno mes sagrado del Ramadán.

El condenado por asesinar a Fuentes llevaba encarcelado tres años, después de que en 2004 miembros de la Dirección Nacional de Seguridad (NDS), los servicios secretos afganos, lo arrestaran en las cercanías de Kabul.

En el momento de la detención el acusado confesó, en una entrevista de televisión, haber matado al periodista de EL MUNDO y a los otros tres reporteros: dos de la agencia Reuters y una del diario italiano Corriere della Sera.

En concreto, Khan explicó en el canal local Kabul TV que disparó a un «hombre viejo»: Fuentes tenía 46 años cuando murió, y era 13 años mayor que los otros dos reporteros varones asesinados, ambos de 33 años. El acusado también aseguró que asaltó a los periodistas por dinero, y que formaba parte de una banda liderada por Mahmud Zar Jan, que se dedicaba a robar a los viajeros.

Durante el juicio celebrado en Kabul, sin embargo, Khan sólo reconoció ser el autor del asesinato del periodista afgano, aunque el tribunal le consideró culpable de las cuatro muertes. Asimismo, también se le condenó a una pena de 15 años de prisión por violar a la periodista italiana antes de matarla.

Tras serle notificada la resolución judicial, el condenado pidió «clemencia» y aseguró que participó en el asesinato de los cuatro periodistas «forzado por Mohamed Agha», un supuesto cabecilla militar de la zona donde se produjo el crimen.