Al supuesto emir de la operación Nova, Abderramán Tahiri -alias Mohamed Achraf-, no le pasó desapercibido que la Fiscalía apenas mostrase interés ayer en preguntar por el supuesto plan de la célula islamista que él lideraría para volar la Audiencia Nacional. «Estamos aquí por un atentado, pero sólo se habla de cartas», dijo Achraf desde el habitáculo blindado, en una suerte de rueda de prensa improvisada después de que se levantase la primera sesión del juicio.
Ayer declararon cinco acusados de integrar la célula. Tres de ellos, además, se encuentran entre aquellos para los que el Ministerio Público pide 25 años de cárcel por conspirar para cometer un atentado contra la misma sede judicial en la que se celebra la vista. Sólo al primero que habló, Mohamed Boukiri, el único que había anunciado que no respondería más que a su defensa, le preguntó el fiscal Pedro Rubira por ese macabro proyecto, obteniendo la callada por respuesta. Después, le dijo a su abogada que él nunca había dicho que estuviese dispuesto a ser un mártir, y que sólo era un «yonqui» que tomaba «cocaína y pastillas» y que no conocía «a nadie».
Al segundo, Mustafá Farjani, Rubira le cuestionó por si había escrito una carta a Achraf mostrando su voluntad de hacer la yihad y de convertirse en mártir por el islam, y el acusado también lo negó. Ni le mencionó la Audiencia Nacional. Y al tercero, Mouad Douas, le interrogó la fiscal Dolores Delgado, muy interesada también en el contenido de las misivas que el supuesto islamista habría enviado a su emir, pero que ni tan siquiera citó ese presunto proyecto de masacre.
Cuando el presidente del tribunal, Alfonso Guevara, levantó la sesión, Achraf, que había estado muy sonriente durante toda la sesión, se acercó al cristal blindado que separa del público el habitáculo desde donde siguen el juicio los procesados. Y, con desparpajo, se comunicó con los periodistas que permanecían en la sala: «Estamos aquí por un atentado, pero sólo se habla de cartas. Es todo un montaje, ya os lo dijo el agente doble».
Se refería Achraf al confidente Cartagena, que en diciembre de 2006 presentó un escrito en la Audiencia Nacional -que fue publicado por EL MUNDO- en el que denunciaba que la operación Nova (que fue dirigida por Garzón) formaba parte de un montaje policial.
Precisamente Cartagena es el principal testigo de cargo que ha propuesto la Fiscalía en esta causa. Las declaraciones del confidente, que también testificó en el juicio por los atentados del 11 de Marzo, ya fueron clave para que la Audiencia condenase a dos acusados de formar la célula gemela del 11-M y absolviese a otros seis.
El proyecto para atentar contra la Audiencia consistiría en empotrar contra su edificio principal, en la calle de Génova de Madrid, un camión cargado con 500 kilos de explosivos, aunque se desconoce quién debía proporcionarlos (el escrito del fiscal alude a un gitano llamado Antonio).
También comparecieron dos procesados -que, según el fiscal, se autodenominaban Mártires de Marruecos- que no habrían tenido participación en el plan para volar la Audiencia. Se trata de Eddebdoudi Taoufik, que reconoció que había mandado una carta a Achraf para pedir ayuda, y de Hoari Jera, que admitió que firmaba sus misivas con un expresivo «la victoria es para el islam». «Desear la victoria del islam es desear la paz», dijo.
Para escuchar a Abdelkrim Benesmail, acusado de integrar la célula, habrá que esperar hasta la semana que viene. El argelino, lugarteniente del suicida de Leganés Allekema Lamari, declaró en el juicio del 11-M porque en su poder se encontró una nota (que se comió) con los nombres de los etarras Henri Parot y Harriet Iragui y la fórmula de la cloratita. Según un informe de Prisiones, mantuvo en Villabona (Asturias) una gran amistad con el también miembro de ETA Igarataundi Peñagaritano.
Comienzo caótico y denuncia de los abogados por falta de medios
J. M.
MADRID. - No todos los días son un gran día. Ayer no lo fue en la Audiencia Nacional, donde falló todo lo que podía fallar en la primera jornada de la vista contra los 30 acusados detenidos por orden del juez Baltasar Garzón en la operación Nova. El primer problema -y el único que probablemente estaba previsto- fue que en los escasos 12 metros cuadrados que mide el habitáculo blindado no cabían todos los procesados. Allí se quedaron -más bien se hacinaron- 20, y los otros 10 siguieron la vista esposados desde fuera.
Lo peor estaba por llegar. Los altavoces de la sala no funcionaban, para desesperación de Alfonso Guevara, que con su peculiar estilo exclamó: «¡No puede ser! ¡Esto parece la Casa de Campo!», y dio 10 minutos para resolver la contingencia, amenazando con no volver. Mucho más pacientes se mostraron sus compañeros magistrados de la Sección Tercera Fermín Echarri y Flor Sánchez.
Después, al intérprete de árabe no se le proporcionó micrófono, lo que motivó el sorprendente espectáculo de ver de pie al acusado y al traductor, y a este último ejerciendo como entrevistador. Lo último fue que dejasen de funcionar las pantallas en las que se muestran los documentos que debían reconocer los procesados, que para hacerlo en adelante se acercaron al portátil de Guevara.
También ayer, los abogados de oficio que actúan en la vista (la gran mayoría) denunciaron su «evidente malestar por la discriminación» que, a su juicio, supone que el Ministerio de Justicia no les haya dado «el mismo apoyo» que a los letrados del 11-M. En aquel caso, el Departamento que dirige ahora Mariano Fernández Bermejo alcanzó un acuerdo para autorizar una partida extraordinaria del Colegio de Abogados que les permitiese cubrir las necesidades de una causa tan compleja.
Los letrados de la operación Nova reclaman ahora ese mismo trato, ya que argumentan que este sumario es tan extenso como aquél y que el juicio les obliga a abandonar sus despachos durante tres meses.