Si algo hay que reconocerle al PSOE es su capacidad para sorprender con los vídeos. Después de su intento de «elevar el debate» sobre la Educación para la Ciudadanía con una parodia zafia de cuantos no están a favor de la asignatura, apareció ayer con una nueva entrega en la que su líder se presenta a sí mismo como el hombre Z.
El PSOE planea fundar toda su precampaña en el eslógan «Con Z de Zapatero». El hombre Z es aquél que dice seguridaZ, lealtaZ, solidaridaZ, humildaZ... errores fonéticos que después el partido asume como faltas ortográficas dignas de la mayor difusión.
Evidentemente, el mérito de la idea es haber calado al personaje en toda su dimensión; la más positiva -el político campechano, capaz de decirlo todo «con una sonrisa», simpaticón, bromista- y también la negativa -su falta de contenido real, su disposición a vulnerar las normas, incluso las ortográficas, si eso sirve algún propósito y, por seguir su juego, su frivolidaZ y superficialidaZ.
El verdadero objetivo de esta empresa no es «hacer balance», como desde el PSOE se dijo ayer, sino establecer un contraste con su adversario. No hay más que recordar la solemnidad y seriedad con la que Rajoy aparecía en su reciente vídeo previo a la Fiesta Nacional para darse cuenta. Y cierto es que pocos esperarán que el líder del PP centre su campaña en reírle las gracias a su propio personaje de guiñol.
Estas diferencias de carácter, lejos de ser una anécdota, podrían y deberían ser tenidas en cuenta por los votantes a la hora de elegir al próximo presidente del Gobierno. Porque está comprobado que la personalidad de quien dirige el Ejecutivo acaba siendo bastante más determinante en el curso de la legislatura que las propuestas que figuraban en su programa electoral.
Tal y como refleja magistralmente el vídeo, Zapatero ha sido el presidente del «todo es relativo»: simbólicamente lo son las reglas fonéticas y ortográficas, como también lo han sido para el presidente el concepto de Nación, los límites de acción establecidos por el Pacto contra el Terrorismo, o las fronteras de la Constitución frente al Estatuto catalán. Eso sí, todo -literalmente- resulta para los socialistas asumible mientras se diga «con una zonriza».
Lo que nos causa más perplejidad no es que el PSOE intente vender este buen rollito como su principal activo, sino que lo haga diez días después de anunciar oficialmente que abandonaba el acrónimo ZP porque quería imprimir seriedad a la campaña y establecer así la credibilidad de Zapatero como hombre de Estado. Ante la presentación que José Blanco hizo ayer de su nueva campaña, sólo cabe pensar que los dirigentes del PSOE -o PZOE- se han dado cuenta de que su propósito de gran altura era inalcanzable y que su mayor activo sigue siendo la ligereza y la simpatía telegénica de su líder. De lo que no parecen percatarse es de que esa frivolidad ocurrente encajaría bien en una España que no tuviera problemas, próspera y sin mayores preocupaciones, pero que quizá no parezca tan graciosa a aquellos españoles que, socialistas o no, ven una realidaZ distinta a la de Zapatero. Ayer, por ejemplo, el BBVA contraprogramaba las gracias del presidente rebajando seis décimas la estimación de crecimiento para 2008 que maneja el Gobierno, anunciando la destrucción de 83.000 empleos en la construcción y pronosticando una reducción a la mitad de la inversión en España. ¡Qué divertido, verdaZ!