Sábado, 20 de octubre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6516.
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Las razones de Cecilia
La ex esposa de Sarkozy dice «haberlo intentado todo» para salvar su matrimonio, mientras el presidente se pone a la defensiva en Lisboa
RUBEN AMON/ MARIA RAMIREZ. Corresponsal / Enviada especial

PARIS/LISBOA.- El comunicado oficial divulgado anteayer para anunciar la ruptura entre Nicolas Sarkozy y Cecilia precisaba textualmente que ninguno de los cónyuges haría comentario alguno al respecto.

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No es verdad. Tanto el presidente como la primera dama se despacharon ayer generosamente. Sarko lo hizo a la defensiva en el exilio de Lisboa. Cecilia habló con desparpajo en declaraciones a L'Est républicain.

«Lo hemos intentado, hemos puesto la familia por delante de todo. Yo he intentado todo, pero ya no era posible. Un día ocurre que la pareja ya no es la cosa más esencial de tu vida, ya no funciona. Le ocurre a millones de personas», señala la ex primera dama al rotativo francés.

La entrevista parece una cita en el confesionario. Cecilia reconoce haberse enamorado en 2005 del publicitario Richard Attias. Admite haberse marchado entonces «precipitadamente» del hogar conyugal. También dice que sus desplantes institucionales obedecían al desasosiego personal. Por eso no acudió a votar en la segunda vuelta de las elecciones generales. Y, por la misma razón, eludió cenar con la familia de George W. Bush el pasado agosto en Estados Unidos.

«He trabajado a su lado, pero yo ni fui elegida, ni tenía ganas de serlo. Esta es una de las razones por las que éste no es mi lugar. La vida pública no me corresponde. Yo amo estar a la sombra, la tranquilidad. Pero cuando una se casa con un político, lo público y lo privado son una misma cosa... Ese es el comienzo de los problemas», explica Cecilia Ciganer Albéniz en un pasaje de la entrevista. El futuro inmediato son pues la tranquilidad y sus tres hijos. Dos, las hembras, corresponden al matrimonio que celebró con el showman, recientemente fallecido, Jacques Martin. El otro, Louis, de 11 años, es el fruto de los amores con Sarkozy y, de mutuo acuerdo, va a permanecer bajo la custodia de la madre en el apartamento de Neuilly-sur-Seine, en las afueras de París.

«Voy a centrarme en mi familia. He pasado una página y yo nunca me arrepiento de mis decisiones. Cuando era niña y acababa un dibujo empezaba otro, así que voy a coger mis pinceles para pintar una nueva historia», señala Cecilia en la entrevista al periódico francés.

El divorcio se había fraguado desde hace meses, aunque los allegados a la ex mujer del jefe de Estado francés niegan que ella hubiera permanecido a su lado para evitar que la ruptura matrimonial deteriorara la carrera presidencial de Sarko.

Otra cuestión es el modo en que el mandatario galo ha tratado de evitar inútilmente la decisión de Cecilia. Isabelle Balkany, amiga de la pareja y protagonista de la carta que contenía «millones de besitos» para el presidente, señalaba ayer que Sarkozy intentó demorar los trámites del divorcio confiando en que su esposa terminaría arrepintiéndose.

No es todo. Cecilia hizo rectificar el primer comunicado divulgado anteayer del Elíseo porque en él se mencionaba la separación en lugar del divorcio. Más o menos como si el presidente francés quisiera suavizar los términos de la ruptura delante de la opinión pública (y de sí mismo).

El abrazo de Merkel

Ayer lo arroparon corporativamente en Lisboa. La canciller alemana, Angela Merkel, lo abrazaba más cariñosa de lo habitual y el primer ministro británico, Gordon Brown, le susurraba algún comentario que no quería que un intérprete cualquiera tradujera. Desde que Sarkozy entró, sonriente, en un pabellón de la Expo para la cumbre de los Veintisiete, periodistas, pero también diplomáticos y políticos, escrutaban su reacción tras el divorcio.

Por fin, en su rueda de prensa, uno de los enviados de Le Monde, muy educado, se atrevió a formular la pregunta al «señor presidente» sobre su «estado de espíritu» después de la ruptura con la «señora Sarkozy». Con una gravedad insólita en él, el presidente francés replicó: «Es muy simple. Los franceses me eligieron para encontrar soluciones a sus problemas, no para comentar mi vida privada». Sarko hizo una pausa heladora y continuó: «Me hubiera gustado que un gran periódico como Le Monde fuera capaz de apasionarse más por Europa y menos por mi vida privada».

El líder francés, quien en su primera cumbre en Bruselas, en junio, sorprendió a los periodistas por su calidez y desenfado al sentarse entre ellos a hablar sobre las negociaciones comunitarias, decidió aleccionar ayer a la prensa. Los franceses, según Sarkozy, no están interesados en su ruptura matrimonial y no le piden «ningún comentario». «Eso les interesa mucho menos que a usted y tienen razón. Tienen más pudor y más discreción, un punto más de elegancia, se podría decir», siguió el líder galo, con más pausas de las que se suele permitir en su discurso atropellado.


LAS EXPLICACIONES DE LA EX PRIMERA DAMA

El trabajo de 'Sarko': «He trabajado a su lado, pero yo ni fui elegida, ni tenía ganas de serlo. Esta es una de las razones por las que éste no es mi lugar».

El comienzo de los problemas. «La vida pública no me corresponde. Pero cuando una se casa con un político lo público y lo privado son una misma cosa... Ese es el comienzo de los problemas».

La crisis. «Lo hemos intentado, hemos puesto la familia por delante de todo, pero un día ocurre que la pareja ya no es la cosa más esencial de tu vida, ya no funciona. Le ocurre a millones de personas».

El futuro. «Voy a centrarme en mi familia. He pasado una página y yo nunca me arrepiento de mis decisiones».

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