Eso sí, Zapatero recibió el menor apoyo parlamentario a las cuentas del Gobierno en todo su mandato, pese a ser los Presupuestos Generales del Estado «más electoralistas», según denunció el líder de la oposición, Mariano Rajoy, en su intervención.

Pero esto sólo fue una paradoja más de las muchas que se vivieron ayer en el debate parlamentario de las enmiendas a la totalidad -apoyadas por seis grupos parlamentarios- a los Presupuestos Generales del Estado, donde el vicepresidente del Gobierno, pese a admitir que ha sido «más que generoso» con Cataluña, no logró el apoyo ni de CiU ni de ERC.

De hecho, por primera vez en lo que va de legislatura, la atención del debate no estaba en las posiciones políticas que cada grupo defendía en la tribuna, sino en saber si al Gobierno le salían las cuentas para aprobar los Presupuestos.

El PSOE, a primera hora de la mañana, contaba con sólo 171 votos seguros -161 del PSOE (faltaba una diputada y se dudaba del voto de los parlamentarios pertenecientes a Los Verdes adscritos al PSOE; los siete del PNV, dos del BNG y uno de la Chunta Aragonesista-; que eran los mismos votos que tenía la oposición que pedía la devolución de los Presupuestos -145 del PP (faltaban a esa hora dos diputados, más Joaquín Calomarde), 10 de CiU, ocho de ERC, dos de CC y uno de EA-.

Todo estaba en manos de dos tránsfugas: el ex diputado del PP Joaquín Calomarde -ahora en el Grupo Mixto- y el ex parlamentario de Coalición Canaria Román Rodríguez, perteneciente a Nueva Canaria, y también adscrito al Grupo Mixto.

Además, había muchas dudas sobre qué votarían los dos diputados de Los Verdes adscritos al Grupo Socialista, y tampoco se tenía muy clara la posición de la diputada de NaBai, Uxue Barcos, que en ningún caso iba a apoyar al Ejecutivo, y que dudaba entre la abstención y el voto en contra.

Aunque en el Gobierno se mantuvo una actitud serena y en todo momento se dio por hecho de que no se prorrogarían los Presupuestos de 2006, los nervios estuvieron a flor de piel durante la jornada.

El portavoz socialista, Diego López Garrido, no paró de hacer gestiones a lo largo de todo el día para intentar cerrar su doblete político, tras haber aprobado la Ley de Memoria Histórica hace pocas fechas.

Pero, una vez más, la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y todo su equipo también tuvieron que arrimar el hombro.

A media tarde, el PSOE respiró. El portavoz de Iniciativa per Cataluña-Verds (ICV), Joan Herrera, anunció que su grupo se desgajaba de la posición de Izquierda Unida y optaba por la abstención.

Los dos diputados de Los Verdes, pertenecientes al Grupo Socialista, también comparecían a las seis de la tarde, en una lacónica conferencia de prensa, para anunciar que, tras arrancar unas ayudas a la agricultura ecológica, seguirían la disciplina de voto impuesta por el PSOE.

El resultado final de la votación fue 177 votos en contra de la devolución de los Presupuestos Generales del Estado, frente a 168 que pedían que las Cuentas del Estado volvieran.

Incluso, pudo ser todo más ajustado, pero faltaron tres diputados del PP y además uno se confundió en la votación, en favor del Gobierno.

El Ejecutivo salió con una sonrisa de oreja a oreja y evitó el título que más temía, relativo a que sólo el voto de los tránsfugas le salvara el Presupuesto del Estado para 2007.

Incluso, vendía como un triunfo lo ocurrido ayer en el Congreso, al no tener mayoría parlamentaria y estar a cuatro meses de las elecciones.

Todo ello eclipsó el debate político, algo que no deja de ser una entelequia para cualquier portavoz parlamentario si tiene como rival en la contienda a Pedro Solbes.

Mariano Rajoy, que lo sabe, preparó su discurso y sus mensajes, y se ciñó a ello. Acusó al Gobierno de hacer unos presupuestos «electoralistas», de haberse limitado a «tirar de chequera para intentar ocultar su fracaso político», y de presentar unas Cuentas públicas que suponen «en lo económico un freno, en lo político un retroceso y en lo moral, por el uso partidista del dinero de todos los españoles, una indecencia».

Solbes le replicó con sus libros y sus datos, sin inmutarse ni entrar en mayores confrontaciones.

Algo parecido ocurrió con Josep Antoni Duran Lleida, quien hizo un discurso muy duro contra el Ejecutivo -que molestó a parte del Gobierno, por lo que recibió algunas llamadas de altos responsables del Gobierno en esta línea-... y Pedro Solbes le replicó con sus libros y sus datos, sin inmutarse.

Ni que decir tiene que ocurrió lo mismo con ERC, IU, CC o EA -los otros cuatro grupos que pedían la devolución-.

Como no hubo debate, hubo votación mucho antes de lo previsto. La legislatura de Zapatero acabó ayer a las 19.00 horas.