El AVE de Barcelona entró ayer en vía muerta, y ya veremos durante cuánto tiempo permanece ahí. El escándalo provocado tras la publicación por EL MUNDO de los graves y peligrosos desperfectos que las obras han causado en 15 edificios de Hospitalet, quedó ayer corroborado y aumentado con la aparición de un nuevo socavón en ese mismo punto, lo que obligó a paralizar las obras. Por toda respuesta, el Gobierno anunció que rescindirá el contrato con la empresa encargada de los trabajos en ese tramo, en un claro intento por seguir echando balones fuera para descargar su propia responsabilidad.
La vicepresidenta De la Vega y el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, trataron de capear como pudieron el temporal político que se les vino encima, con todos los grupos del Ayuntamiento de Barcelona -a excepción del socialista- pidiendo la dimisión de la ministra de Fomento.
Magdalena Alvarez estaba ayer, sorprendentemente, a mil kilómetros del foco del problema, ya que viajó a Sevilla, donde pese a la situación caótica que vive Barcelona, tiene previsto permanecer todo el fin de semana para participar en actos de partido. Es sintomático que hasta la propia teniente de alcalde y socia del PSOE en el Consistorio barcelonés, Imma Mayol (IU/ICV), se preguntase en voz alta: «¿Qué tiene que pasar para que dimita la ministra?». Que vaya a Barcelona a dar la cara o se vuelva de una vez a su casa.
Zapatero ha prescindido ya hasta tal punto de Magdalena Alvarez en esta crisis que la ha suplantado incluso en los despachos. Fue él mismo quien, en conversación con el presidente de la Generalitat, tomó la decisión de rescindir el contrato con la adjudicataria de las obras, OHL.
El Ayuntamiento de Barcelona también pidió ayer por unanimidad que se retrase la llegada del AVE para que se garantice la seguridad. Ello, unido a la paralización de los trabajos y la incógnita de cuándo podrán retomarse, descarta en la práctica que el presidente del Gobierno pueda inaugurar esta infraestructura el 21 de diciembre, como se había comprometido.
Por si fuera poco, el socavón de ayer, a escasos metros de los edificios agrietados, provocó el hundimiento del andén central de la estación de Bellvitge, lo que deja en el aire, también, la fecha para el restablecimiento de las líneas de Cercanías, circunstancia que en los últimos días ha sumido en un caos circulatorio a Barcelona. Porque la realidad es que son los ciudadanos las víctimas de esta descabellada situación.
Desbordado por los hechos y por su propia incompetencia, y atenazado por la repercusión que este episodio pueda tener a cinco meses de las elecciones generales, el Gobierno se enroca para no cesar a la ministra de Fomento. Pero lejos de ganar tiempo, lo único que está consiguiendo es que su credibilidad se deteriore casi a la misma velocidad con la que le crecen los socavones y las grietas al AVE. Y que todos los ciudadanos se den cuenta de que el adjetivo que más le cuadra es el de ineficaz, una palabra que sí se escribe con zeta.
