Lunes, 29 de octubre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6525.
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 OPINION
Editorial
ANTE LA SENTENCIA

Los lectores que examinen el amplio informe que hoy publicamos sobre las actitudes mantenidas en sus editoriales por los dos grandes diarios nacionales durante los tres años y medio de investigación judicial del 11-M tendrán más de una sorpresa. Así, por ejemplo, descubrirán que mientras EL MUNDO fue inicialmente escéptico sobre una posible colaboración de ETA con los islamistas, su principal competidor -en línea con una opinión muy autorizada dentro del PSOE- daba credibilidad a tal hipótesis. Paradójicamente, cuando luego aparecieron múltiples elementos circunstanciales que aconsejaban investigar en esa línea, EL MUNDO pidió en vano que se hiciera y ese competidor acuñó despectivamente la «teoría de la conspiración» como arma arrojadiza contra todo aquel que no se atuviera a la versión oficial.

El episodio es elocuente de cuál ha sido la disposición periodística de cada quien y, puesto que -al hilo de la sentencia que será comunicada pasado mañana- es de esperar una ofensiva gubernamental en el frente mediático equivalente a la que el PSOE prepara contra el PP en el estrictamente político, EL MUNDO colgará a partir de hoy en Internet su casi centenar y medio de editoriales sobre la matanza, así como los de su antagonista. Que sean los ciudadanos quienes libremente pongan nota a cada uno.

Ya hemos advertido que no sólo «acataremos» sino también «respetaremos» la sentencia diga lo que diga, pero ¿qué cabe esperar de ella? Resulta patético leer que el tribunal establecerá que se trató de un atentado yihadista -como si alguien hubiera dudado de que El Tunecino procediera de Túnez- cuando es obvio, y EL MUNDO así lo ha reiterado una y otra vez, que los islamistas fueron la mano de obra del atentado. O que ETA no aparecerá como parte de la trama, cuando toda investigación en esa dirección fue cercenada. No, lo más importante que el tribunal va a determinar es si las tres personas señaladas por la Fiscalía como «autores intelectuales» (El Egipcio, Belhadj y Haski) fueron quienes, en efecto diseñaron y ordenaron el atentado en nombre de Al Qaeda y como represalia por el apoyo de Aznar a la invasión de Irak.

Lo siguiente más importante será establecer si las otras dos personas consideradas autores materiales (Zougam y Bouchar) y las otras tres acusadas de haber intervenido como cooperadores necesarios de 191 asesinatos (Gnaoui, Trashorras y Zouhier) son declaradas culpables de esas conductas. El 99% de los 311.959 años de cárcel que pide la Fiscalía pende sobre estas ocho personas. Bastará una mera comparación aritmética para saber el miércoles cuál ha sido el grado de acierto del Ministerio Público.

Aunque este no sea un baremo definitivo, el hecho de que sólo se haya producido una excarcelación durante las deliberaciones del tribunal indica que la inmensa mayoría de los imputados van a ser condenados. Pero no es lo mismo ser condenado como inductor o autor material de 191 asesinatos que serlo por pertenencia a banda armada, circunstancia bastante obvia en el caso de estos islamistas. Como tampoco es lo mismo ser condenado por tráfico de explosivos -cosa que sin duda hacían los asturianos- que serlo como responsables de la masacre.

Si el tribunal considerara a Trashorras culpable de los 191 asesinatos, será esencial aclarar quién le encargó fabricar «bombas con móviles» en el verano de 2001 pues llevaría implicado desde entonces en acciones terroristas. Si, por el contrario, la sentencia no diera por acreditado que fue su dinamita la que estalló en los trenes, faltaría una pieza esencial del rompecabezas -el arma del crimen- y ello obligaría a reabrir la investigación policial y judicial.

Es muy importante lo que diga el tribunal sobre la naturaleza de los explosivos, la actuación de las Fuerzas de Seguridad, sus relaciones con los confidentes -¿habrá o no deducciones de testimonios?- y la propia instrucción del juez Del Olmo. De todo ello depende que nos encontremos ante una sentencia abierta que suponga un nuevo estímulo para la investigación de lo mucho que, a nuestro entender, queda por aclarar o que a la sociedad se le transmita una rotunda sensación de que el caso está cerrado. Desde nuestra perspectiva se comprenderá en todo caso que, sea cual sea el desenlace, siempre vayamos a ceñirnos al criterio del magistrado Gómez Bermúdez cuando declaró que una cosa es la sentencia de este primer juicio oral y otra «la verdad del 11-M».

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