MADRID. - El presidente del Gobierno mantendrá en su puesto a la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, para evitar un retraso aún mayor en las obras del AVE a Barcelona y en la reapertura de las líneas de Cercanías de la ciudad condal. Zapatero comparecerá mañana en el Congreso, a petición propia, para asumir en primera persona toda la responsabilidad del caos generado en la capital catalana, garantizar a los ciudadanos que la prioridad absoluta es la seguridad y, a partir de ahí, apostar por la máxima diligencia, lo que implica no dar paso alguno que pueda entorpecer todavía más la finalización de los trabajos.
No habrá anuncio de cese de la titular de Fomento porque, tal y como señalan en Presidencia del Gobierno, apartar ahora a la ministra implicaría paralizar durante varias semanas el trabajo de su Departamento, con el consiguiente retraso añadido para la propia obra.
«Destituirla ahora sería un disparate, sólo supondría entorpecer la solución y alargarla», explican en medios próximos al presidente. «Cambiar, a dos meses del final de la gestión del Ejecutivo, a la cúpula del Ministerio significaría paralizar las firmas al menos hasta que el nuevo responsable controlara una situación que es enormemente complicada», argumentan.
Esta misma tesis fue defendida ayer por el secretario de Organización del PSC, José Zaragoza, quien reprochó a sus socios de ICV-EUiA y ERC que hayan presentado en el Parlament peticiones de dimisión de la ministra, porque la salida de Magdalena Alvarez «sólo retrasaría la solución».
Zapatero acudirá al Congreso pertrechado de los informes que desde hace dos semanas elaboran a diario los técnicos de la empresa OHL, adjudicataria del último tramo del AVE, y de los propios expertos del Ministerio de Fomento.
A fecha de ayer, de estos estudios no se podía concluir ni una fecha concreta para la llegada de la alta velocidad a Barcelona, ni para la reapertura del servicio de Cercanías.
No obstante, el presidente comparecerá en el Parlamento con informes de «último minuto» y, habida cuenta de que «se trabaja día y noche», mañana podría disponer de datos que le permitieran anticipar al menos un plazo aproximado de vuelta a la normalidad.
En todo caso, insisten en Presidencia, Zapatero prefiere la paralización sine die si no cuenta con garantías plenas de seguridad «tanto para los usuarios y el personal de los trenes como para los propios trabajadores de la obra».
El presidente intentará explicar, más que defender, la gestión llevada a cabo por el Ministerio de Fomento durante estos tres años y medio. «No se trata de hacer pedagogía», advierten en Moncloa, «porque los ciudadanos afectados no están ya para eso; se trata de ser transparentes, de asumir responsabilidades y de dar cuantas explicaciones sean posibles».
Para ello, el equipo del presidente recaba datos que se retrotraen al año 1993 cuando el Gobierno de Felipe González llevó a cabo el primer concurso del proyecto del tren de alta velocidad de Barcelona.
El presidente recordará cómo el trazado del AVE fue pactado en 1996 por los gobiernos del Partido Popular y de CiU, con el visto bueno de todas las fuerzas políticas catalanas -socialistas incluidos- que, expresando el deseo de la ciudadanía, apostaron por introducir la alta velocidad hasta el corazón de Barcelona, de la misma manera que llega al centro de Madrid.
También hará referencia a la enorme complejidad del tramo final del proyecto, que supone soterrar los cuatro carriles del AVE para finalizar en una estación vieja en la que se centralizan, además, las Cercanías y los trenes de media y larga distancia.
Zapatero podrá mencionar los problemas «heredados» del Ejecutivo del PP. Por ejemplo, el presidente podrá recordar que fue necesario cambiar el sistema de señalización del AVE adjudicado por el Gobierno de Aznar a una empresa italiana que no era especialista en ferrocarriles de alta velocidad, con un sobrecoste que en Moncloa calculan en más de 1.000 millones de euros. También podría sacar a relucir cómo los primeros socavones aparecidos en el tramo Zaragoza-Lérida tuvieron que ser solucionados por su Gobierno.
En Presidencia confían en que la actitud que ha demostrado Zapatero desde el inicio de la crisis sirva al menos para amortiguar el malestar de los ciudadanos, justo lo contrario que lo conseguido por la ministra de Fomento, de quien se reconoce su falta de tacto a la hora de abordar un problema de máxima sensibilidad. En Moncloa son «totalmente conscientes» de que la actitud altiva de Alvarez ha empeorado las cosas, pero a estas alturas, su destitución, afirman, «sería la peor salida».
«LO MEJOR ESTA POR VENIR».
José Luis Rodríguez Zapatero nunca obtendrá 202 diputados. No estará en el Palace en una noche electoral. No se asomará a un balcón. Pero su cara, contemplando ayer la foto en la exposición de Ferraz sobre el aniversario del 28-O, denota complacencia y suficiencia. Ya lo dijo en 2000: «Lo mejor está por venir».
