Los Reyes visitarán el lunes las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Se trata de un acontecimiento sin precedentes y de especial relevancia, dado que es la primera vez que Don Juan Carlos y Doña Sofía irán a estos dos enclaves desde que accedieron al trono. Fuentes de la Casa del Rey consultadas por este periódico han querido dar a esta visita una absoluta apariencia de normalidad.
No obstante, a nadie se le escapa lo delicado de la misma, dadas las continuas reivindicaciones de Marruecos sobre las dos ciudades a las que Rabat se refiere como «presidios ocupados». De hecho, el país vecino siempre se ha mostrado especialmente suspicaz y tenso cuando las ciudades autónomas han recibido visitas relevantes, como sucedió cuando se produjo la del presidente del Gobierno.
La presencia de los Reyes indudablemente no hace sino remarcar la soberanía española sobre las dos plazas autónomas. Sin embargo, en este caso, se asegura desde La Zarzuela que no habrá problemas con el rey Mohamed VI.
Las fuentes consultadas argumentan que Rabat en ningún caso debería sentirse molesto por que Don Juan Carlos y Doña Sofía se desplacen a dos ciudades cuya españolidad está fuera de toda duda. Además, aseguran no tener constancia de que entre el Gobierno español y el marroquí se hayan cruzado consultas a la hora de proyectar el viaje.
Sin embargo, lo cierto es que nunca se ha producido un acontecimiento de parecidas características que no haya provocado su inmediata protesta o reacción airada.
En medios diplomáticos, no obstante, se daba por hecho que los citados contactos se habían llevado a cabo y aventuraban que, con el viaje de los Reyes y el silencio que previsiblemente guardará Mohamed VI, se demostrará las «excelentes relaciones» que mantienen en la actualidad los dos países y que, desde luego, no son ajenas a la posición comprensiva que tiene ahora el Gobierno español en relación con la postura de Marruecos hacia el Sáhara.
En cualquier caso, desde la Casa del Rey se ha guardado celosamente hasta el último minuto el secreto del viaje -que durará hasta el martes- para evitar especulaciones y que, desde los medios de comunicación, se calentara demasiado el ambiente. Pese a su importancia, la visita no sólo no ha sido publicitada, sino que ha sido tratada con tanta discreción que, ayer por la tarde, las fuentes gubernamentales consultadas aseguraban que desconocían que fuera a producirse.
El viaje Real a Ceuta y Melilla se lleva a cabo justo después de la visita de los Príncipes de Asturias a Marruecos para inaugurar la nueva sede del Instituto Cervantes en Marraquech. Anoche, el Heredero de la Corona y su esposa mantuvieron un encuentro con el rey Mohamed VI. Ambos estuvieron acompañados por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, que se reunió ayer con su homólogo marroquí, Taieb Fassi Fihri, en el primer encuentro que ambos mantienen tras la formación del nuevo Gobierno marroquí y en el que, con toda probabilidad, se abordó la inminente visita.
También se efectúa el viaje de los Reyes después de un periodo especialmente delicado para la Corona, que provocó que Don Juan Carlos tuviese que salir públicamente a reivindicar su papel en la consolidación de la democracia.
Hace apenas unas jornadas, los presidentes de las dos ciudades autónomas manifestaban su interés en que los monarcas visitaran Ceuta y Melilla. Una reclamación y una invitación que han realizado cada vez que han tenido oportunidad. Incluso la hicieron patente en la entrevista que mantuvieron con el Rey en el Palacio de la Zarzuela, en noviembre de 2005, cuando las avalanchas de subsaharianos sobre las dos ciudades revelaron la entidad del problema migratorio.
Tanto Juan José Imbroda como Juan Jesús Vivas aseguraron que el Rey había mostrado «gran interés por la situación» y les había expresado su disponibilidad «en cuanto la ocasión sea propicia». Ahora, esa oportunidad, a ojos del Gobierno español, parece estar servida en bandeja.