Sábado, 3 de noviembre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6530.
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Diplomacia: el camino más largo entre dos puntos (Adrien Decourcelle)
 ESPAÑA
VIAJE REAL / El Gobierno español «comprende» el gesto de Rabat y descarta tomar represalias / Miguel Angel Moratinos contactó ayer con su homólogo marroquí y el tono de la conversación fue «excelente»
Marruecos retira a su embajador tal y como preveía el Gobierno
ALI LMRABET / MARISA CRUZ

RABAT / MADRID.- El Gobierno de Marruecos llamó ayer a su embajador en Madrid a consultas como gesto de protesta ante el viaje previsto por los Reyes de España a las ciudades de Ceuta y Melilla la próxima semana. Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores español, por su parte, trataron de restar trascendencia al asunto y dijeron «comprender» la postura del Ejecutivo marroquí, dado que la visita de Don Juan Carlos y Doña Sofía «es un asunto de la máxima trascendencia para su opinión pública», según explicaron fuentes diplomáticas.

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El jefe de la diplomacia española, Miguel Angel Moratinos, habló ayer con su homólogo en Rabat y el tono de la conversación fue «excelente». Desde el Ejecutivo español anunciaron que no tomarán medidas que afecten a las relaciones bilaterales.

¿Tormenta en un vaso de agua o crisis diplomática hispano-marroquí? La llamada a consultas del embajador de Marruecos en Madrid, Omar Azziman, decidida ayer por el rey Mohamed VI como señal de protesta por la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, era considerada ayer por una fuente diplomática española como «algo previsto». Esta fuente vaticina una rápida normalización de las relaciones con el vecino del Sur ya que, según ella, ni Rabat ni Madrid tienen interés a prolongar la crisis.

En Rabat, la sorpresa vino del radical cambio de la postura marroquí. De moderado, el jueves, el tono del portavoz del Gobierno marroquí, Khalid Naciri, se convirtió en beligerante ayer. En una declaración a la agencia Efe, Naciri justificó este cambio explicando que como «el comunicado que dimos ayer [jueves] no ha tenido ningún eco en la postura de España», Marruecos había tenido que «transmitir [a España] un mensaje más claro», es decir la llamada del embajador Azziman.

Naciri dijo ayer que, ahora, «la pelota está en el campo de España». Y añadió que espera «que este país tenga en consideración los sentimientos del pueblo marroquí y el interés de las relaciones bilaterales».

Este repentino mensaje de firmeza parece destinado a la cocina interna marroquí, ya que según la edición del diario Al Masae de ayer, el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, habría informado esta semana a su homólogo, Taieb Fasi Fihri, de la fecha del viaje de los Reyes. Y una fuente periodística marroquí, próxima al ex ministro de Asuntos Exteriores, Mohamed Benaisa, aseguró a EL MUNDO que el viaje de los Reyes a Ceuta y Melilla «estaba en el aire» desde hace unos meses.

Supuesta 'indignación'

Queda por saber ahora hasta cuándo durará esta supuesta indignación alauí y el interés del Estado marroquí en mantener a su embajador alejado de Madrid cuando las elecciones generales españolas se acercan. Para Rabat y para su primera causa nacional -el Sáhara- un gobierno del PSOE es preferible a uno del PP.

La diplomacia española acogió ayer con serenidad el anuncio de la llamada a consultas del embajador. El gesto de Mohamed VI es «serio», pero el Ministerio lo «comprende» y vaticina que «no habrá consecuencias para la relación bilateral», que siguen calificándola de inmejorable.

Como prueba de la fluidez del contacto entre los dos países, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, telefoneó ayer por la tarde a su homólogo, Taieb Fassi Fihri, nada más hacerse pública la decisión de Rabat de llamar a consultas a su embajador. «El tono de la conversación fue excelente», aseguraron altas fuentes diplomáticas consultadas por este periódico.

España «comprende» el gesto de Marruecos e, incluso, lo consideraba «previsible». «Sabíamos que tenían que responder porque para ellos la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla es un asunto de la máxima trascendencia de cara a su opinión pública». Exteriores, por supuesto, descarta poner en marcha una medida similar respecto al país vecino.

La diplomacia española tiene el convencimiento de que la llamada a consultas del embajador es de carácter «informativo» e, incluso, algunas de las fuentes consultadas creen previsible que la ausencia del diplomático se solvente no mucho después del fin de la visita de los Reyes.

De igual forma, los expertos en Magreb del Ministerio perciben, pese al impacto que siempre provoca la retirada temporal de un embajador, que la respuesta del Reino de Marruecos está siendo «modulada».

«Los intereses que existen entre los dos países son de tal magnitud, especialmente en el terreno económico», señalan los diplomáticos, «que resulta difícil imaginar que Rabat acepte echarlos a perder». En este punto, los comentarios siempre acaban recalando en el Sáhara, un contencioso en el que Marruecos nunca ha encontrado tanta comprensión en Madrid como ahora.

Sea como fuere, el Gobierno insiste en que el deseo de Marruecos de que, finalmente, el viaje de Don Juan Carlos y Doña Sofía no se lleve a cabo se quedará inevitablemente en quimera. Los Reyes irán a las dos ciudades españolas, acompañados por un ministro, tal y como estaba previsto. Sólo imaginar lo contrario, es, según Moncloa, «un disparate».

La diplomacia de Madrid se dispone a desplegar una estrategia para «desdramatizar» el enfrentamiento, aún a sabiendas de que en Rabat los ánimos se calentarán más así.

En este contencioso, el Gobierno de Zapatero cuenta con la ayuda del primer partido de la oposición que, desde el primer momento, y a través de su líder Mariano Rajoy, expresó su pleno respaldo a la primera visita oficial de los Reyes a Ceuta y Melilla.

Tras el Consejo de Ministros, pero antes de que se produjera la llamada a consultas, la vicepresidenta primera y portavoz del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, restó toda importancia a la polémica y calificó el viaje real como «un acto de normalidad institucional». La vicepresidenta subrayó que «forma parte de las visitas habituales que los Reyes realizan a diferentes comunidades autónomas» y considera que no interferirá en «los lazos históricos» y en las «excelentes relaciones» de los dos países.

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