No podían más. Las cuatro azafatas detenidas en Chad se desmoronaron en el trance del interrogatorio. Estaban exhaustas, nerviosas, impacientes. Decían sentirse solas y acusaban a los diplomáticos españoles de «no hacer nada», aunque los momentos de emoción vividos ayer en Yamena tienen mucho que ver con el aislamiento impuesto por las autoridades chadianas a la tripulación.
No se les permitió asistencia consular antes y durante los interrogatorios. Tampoco se les trató con decoro cuando viajaron en camioneta desde el centro de detención a la sede del palacio de Justicia. Así se explica que el ministro español de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, se pusiera en contacto telefónico con su homólogo de Chad para que los detenidos españoles pudieran encontrarse con el cónsul ayer.
Ocurrió brevemente y después de haberse producido el acto de declaración en los tribunales. Suficiente, en todo caso, para serenar la angustia de las azafatas. Nunca habían estado en prisión ni imaginaban encontrarse en la tela de araña complotista y hermética de un remoto país africano.
Durmieron sin dormir en la penitenciaría de Yamena. La llaman por estos lares el Guantánamo de Chad. Quizá hiperbólicamente, aunque la humedad y los nueve metros cuadrados donde se hacinaban las cuatro presas españolas les hicieron sentirse a bordo del expreso de media noche. Temían que alguien pudiera asaltar la celda. Estaban hartas de llevar pegado a la piel el uniforme de la compañía desde el 25 de octubre. No era extraño que terminaran saltando. Lo hizo, descompuesta, la azafata Sara López: «No están haciendo nada por nosotros».
Pesan los días y la incertidumbre. Crece la hostilidad de la opinión pública. Tanto, que las medidas de seguridad que custodian la integridad de los detenidos -nueve franceses, siete españoles y un belga- se han obrado en primer término para preservarlos de la ira plebiscitaria. El diario Le progrès, por ejemplo, habla indistintamente de rapto y de esclavismo. No se hacen distinciones entre unos y otros acusados, aunque el presidente Idriss Déby ha intercedido personalmente a favor de las azafatas españolas y de los tres periodistas franceses.
Las disposiciones presidenciales se han visto reflejadas en el orden de los interrogatorios. Quiere decirse que azafatas y periodistas declararon primero, más o menos como si pretendiera indicarse una vaga involucración en el caso del secuestro. «Han declarado una a una, con la asistencia de un abogado», señalaba ayer en Yamena un miembro de la delegación diplomática española. «Estamos contentos con las garantías ofrecidas, pero comienza a notarse un estado de nerviosismo».
Más razones tienen para sentirse inquietos los tres varones que forman parte del equipaje del avión. Uno, Daniel González, es azafato y debería abandonar en breve el país, pero el comandante, Agustín Rey, y el copiloto, Sergio Muñoz, lo tienen complicado porque la justicia chadiana y el presidente Déby insisten en colocarlos como cómplices del secuestro de los 103 niños que la compañía española Girjet debía evacuar a Francia el 25 de octubre.
La diplomacia de Madrid abunda en la presunción de inocencia y en la fragilidad de los cargos imputados, aunque la situación podría cambiar en función del careo que pilotos y miembros de la ONG protagonizarán mañana mismo en el tribunal de Yamena. Será entonces cuando podrá demostrarse que Rey y Muñoz se limitaron a cumplir el contrato de alquiler y transporte del avión que El arca de Zoé había suscrito con la compañía Girjet.
En caso contrario, las autoridades judiciales chadianas amenazan con castigarlos con penas que oscilan entre los cinco y los 20 años de prisón, amén de los anacrónicos trabajos forzados al uso en el país.
España cree que semejante escenario es inverosímil. Vicente Más, cónsul en Camerún e interlocutor en Yamena de los detenidos, apuesta por una liberación inmediata de los siete miembros de la tripulación. Incluso mencionaba ayer que podría producirse en tiempo breve. Sobre todo porque el trabajo de la diplomacia española se está beneficiando de la presión de Sarkozy.
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EL 'JUEGO' DE EMIGRAR A FRANCIA
Ataviados como estrellas del fútbol, los niños que la ONG El Arca de Zoé pretendía evacuar de Chad de manera ilegal tuvieron un simulacro de embarque días antes de la fecha prevista para volar a Francia. Lo desveló ayer la difusión de unas imágenes grabadas entre el 17 y el 25 de octubre por un periodista francés de la agencia Capa, que muestran a los menores jugando subidos en un falsa escalerilla de avión.
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Un español retenido relata su inocencia.
