Martes, 6 de noviembre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6533.
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El patriotismo es el sentido generoso de la responsabilidad colectiva (R. Aldington)
 ESPAÑA
VIAJE REAL / Miles de personas salen a las calles para defender la españolidad de la ciudad / Vivas asegura que «Ceuta es un buen lugar para poner de relieve que las libertades son los mejores antídotos contra el fanatismo»
Ceuta aclama a los Reyes y da una lección de patriotismo democrático
ANGELES ESCRIVA. Enviada especial

CEUTA.- Esquivando conscientemente cualquier tipo de presión, formalmente ajenos a lo que no fuera la visita histórica en sí, los Reyes de España reafirmaron en Ceuta «el firme respaldo y permanente aliento de la Corona» a la Ciudad Autónoma. No hubo alusiones directas ni a la españolidad de la plaza ni a Marruecos, pero Don Juan Carlos sí realizó en su discurso referencias indirectas a ambos aspectos cuando señaló el compromiso que los Reyes tienen «con todos los españoles» o cuando afirmó, en tono conciliador obviamente, que nuestro país «cultiva relaciones de sincera amistad con sus vecinos y de estrecha cooperación con el mundo entero».

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Quedó bien patente ayer que Ceuta no se puede permitir el lujo de tener complejos con la bandera. Al contrario, ser español es aquí una reivindicación pura y dura.

De los casi 70.000 habitantes que tiene la ciudad, unos 30.000 salieron a las calles para inundarlas de rojigualdas hasta el éxtasis y para gritar «Ceuta española» y «Ole, ole, ole, somos españoles» en tantas ocasiones como fuera menester. Tantas, que hasta los camareros del servicio de catering que la Asamblea autonómica había preparado para los Reyes, mediante tales exclamaciones, se llevaron sus dosis de aplausos, sonrisas y ardor patrio en los minutos previos a la llegada de Don Juan Carlos y Doña Sofía.

El Rey optó por la normalidad, por expresar su afecto y su apoyo a los ciudadanos de Ceuta, «al igual que lo hemos venido haciendo en tantas otras ciudades y lugares de España», pero lo cierto es que las palabras de Don Juan Carlos, breves, de agradecimiento por la lealtad y el cariño mostrados, no pudieron ocultar un leve gesto de mala conciencia o la simple constatación de que esa normalidad no ha sido tanta cuando tanto tiempo ha transcurrido desde su última vista, cuando los Reyes todavía eran Príncipes. Hasta el punto de que el Monarca tuvo ocasión de recordar todas las veces que ha sido invitado a venir -y ha sentido «deseos» de hacerlo-, y tuvo oportunidad de agradecer ayer la concesión de la Medalla de Oro de la ciudad que le fue otorgada en 1980. «Tenía un compromiso pendiente con Ceuta, con los ceutíes y con sus autoridades, pero también con nosotros mismos como Reyes que se deben, ante todo, a todos los españoles», fue la frase empleada para este reconocimiento.

El presidente de la ciudad autónoma, Juan Jesús Vivas, hiló un discurso cuidadosamente medido en el que tornó los posibles reproches en reivindicaciones -«necesitábamos esta visita para poder demostrarles nuestro cariño», apuntó cortésmente-, pero no se dejó ninguna por hacer. Desde las relativas a la españolidad, hasta la petición de solidaridad por parte del resto de España. Incluida la reivindicación de un Rey constitucional, «modelo de equilibrio, de cercanía, de moderación» que, según resaltó, «hechos objetivos» como el progreso de las libertades democráticas alcanzado por España en los últimos 30 años, han convertido en la «figura más importante de nuestra historia contemporánea». Escuchando a Vivas, pocos monarcas resistirían comparación y, por supuesto, nadie podría encontrar justificación para gestar controversia alguna en lo relativo a la Corona.

El presidente tampoco se refirió a Marruecos en su discurso, pero no eludió argumentar la españolidad de Ceuta. También él realizó un esfuerzo por constatar que la visita era institucional y debía ser valorada con normalidad. Pero no pudo evitar calificarla de «histórica», y, por lo tanto, no tan habitual, para, a continuación, ratificar esa obviedad que tantas tiranteces diplomáticas ha ocasionado con el país vecino: «Sus Majestades han cruzado el Estrecho pero no han salido de España». Por si quedara alguna duda, Vivas recordó que Ceuta -«cuya principal condición es la de ser y sentirse España»- presume de su «rica y dilatada historia, siempre vinculada a la de España, porque ha sido fenicia, griega, romana, visigoda y califal; entra en la era moderna en 1415 de la mano del Reino de Portugal y merece desde Don Felipe IV el título de Muy Noble, Leal y Fidelísima».

De este modo dejó claro lo mismo que había dicho el Rey: que la ciudad tiene una «historia y cultura centenarias» en un argumento que, al menos en boca del presidente de la ciudad, pretendía resaltar el hecho de que Ceuta ya existía cuando Marruecos ni siquiera tenía noción de su inicio como país.

«Ceuta tiene problemas, pero no es el problema», sostuvo firmemente el presidente y no sólo por las circunstancias que genera su condición de enclave fronterizo con el reino alauí, sino porque los habitantes de esta ciudad presumen de ser la avanzadilla de una experiencia, la de la convivencia de distintas religiones y culturas, que más pronto que tarde se dejará sentir de forma mucho más intensa en la Península, que no suele dar buenos resultados en otros lugares del mundo, y que ellos aseguran haber conseguido resolver con «tolerancia, de manera cotidiana» y sin crear mayores conflictos.

«Ceuta es un buen lugar para poner de relieve que las libertades democráticas, la igualdad, la no discriminación y la justicia son los mejores antídotos contra el fanatismo de cualquier signo, la intransigencia y la intolerancia», recalcó Vivas, enviando otro mensaje pocas horas después de que los terroristas islamistas renovasen su amenaza sobre el territorio español. Pero recordó asimismo que esa solidaridad de la que la ciudad hace gala al asumir esa situación requiere ser recíproca. En concreto, para que «nuestra extrapeninsularidad, reducida superficie, alta densidad de población, escasez de recursos básicos y las consecuencias del fenómeno migratorio vinculado al hecho fronterizo no supongan un obstáculo insalvable para alcanzar una prosperidad y cohesión social iguales a los del resto de España».

Los discursos se pronunciaron en el Salón del Trono de la Casa Consistorial, inaugurada oficialmente por Don Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia, ayer hizo 80 años, casualmente. A apenas tres kilómetros de ese lugar se producía uno de esos hechos, no por coyunturales menos importantes, y que justifican, al decir de algunos ceutíes, que bastantes de ellos se lanzaran ayer a la calle con la españolidad en mano casi como una cuestión de supervivencia. Unos 1.000 marroquíes intentaron entrar en la ciudad, primero por el monte y luego echando abajo una de las vallas de la frontera del Tarajal. La mayor parte de ellos eran estudiantes movilizados por el Comité Nacional para la liberación de Ceuta y Melilla de Tetuán. Venían apoyados por líderes políticos como el secretario general del Partido Socialista de Tetuán. Fueron contenidos por la policía marroquí, pero aunque la protesta pareció en algunos momentos una escenificación forzada del rechazo que la visita ha generado en Marruecos, en otros momentos se alcanzaron situaciones de verdadera tensión.

Mientras tanto, la ciudad autónoma bullía de banderas, de gentes volcadas en las calles, encaramadas a los balcones y las terrazas. Hasta allí llegaron en autobús los inmigrantes ingresados en el Ceti, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, ciudadanos subsaharianos que no desaprovecharon la oportunidad de hacerse ver para recordar que quieren permisos de residencia. E incluso se acercaron los llegados de Bangladesh que llevan semanas escondidos en el monte en reivindicación de la concesión de refugio en nuestro país. Todos, bajo un solazo de inclemente otoño africano, con su bandera aprovechando cualquier momento para gritar «¡España!», «¡Ceuta española!», «¡vivan los Reyes!» e, incluso, mientras esperaban y le veían pasar: «¡Viva el presidente, presidente, presidente!»... En este caso se trataba del presidente de la Federación de Fútbol.

A la llegada de los Reyes, los ceutíes se volcaron e intensificaron su bienvenida. No importó que Ceuta sea pequeña. Como lo es, para que se les viese bien tuvieron que entrar por la Gran Vía y dar un par de vueltas a la plaza de Africa. Jalearon su saludo desde el Balcón de la Rotonda y siguieron por pantalla los discursos de Don Juan Carlos y del presidente de la ciudad, aplaudiendo cada párrafo que consideraron digno de ser resaltado. Palmas más intensas todavía cuando el Monarca pronunciaba las palabras «todos los españoles» o cuando Juan Jesús Vivas entregaba la llave de Oro de la Ciudad por primera vez en la historia a alguien, y en este caso al Rey.

Veintiuna salvas se escucharon desde la muralla, el número de cañonazos preceptivos para una visita real -en otras ocasiones se lanzan 13-. Y la campana de la Iglesia de la Virgen de Africa repicó durante más de 10 minutos. Más tarde, los Reyes pasaron a almorzar al Parador -apenas a unos 50 metros del Ayuntamiento-, donde fueron acompañados por unas 300 personas.

Por cierto, que el presidente de la ciudad pareció realizar un guiño en su discurso a la precipitación con la que se anunció la visita y recordó «con toda humildad, que la lealtad de Ceuta es definitiva», que los Reyes «tienen abierto de par en par el corazón de todos los ceutíes» y «que aquí nos tendrán siempre sin necesidad de llamar».

elmundo.es

Especial:

Consulte la información, el álbum de imágenes y el vídeo sobre el viaje de los Reyes a Ceuta y Melilla.


LAS REACCIONES

Gobierno. «La visita no va contra nadie» (José Antonio Alonso); «Nuestras relaciones son muy de fondo, no se van a ver afectadas nunca por esta situación» (Alfredo Pérez Rubalcaba); «No se va a enturbiar las relaciones entre ambos países» (Mariano Fernández Bermejo).

José Blanco (PSOE). Marruecos ha de entender «que la visita de los Reyes es institucional dentro de la normalidad de funcionamiento de nuestro país».

Angel Acebes (PP). «Hoy es un gran día, una excelente ocasión para recordar que Ceuta y Melilla son dos ciudades plenamente españolas y que España es una gran nación con más de 500 años de historia y la voluntad cierta para seguir conviviendo en democracia y libertad».

Iñaki Anasagasti (PNV). «Se está buscando un cierre de filas alrededor del Rey» tras el cuestionamiento público de su papel con «dos movimientos: nombrar un interventor y viajar ahora a Marruecos [sic]».

Joan Ridao (ERC). «Asistimos a un auténtico 'revival' del nacionalismo español» y el conflicto suscitado «es más propio de una disputa colonial del siglo XIX que del XXI».

Josep Antoni Duran i Lleida (CiU). España y Marruecos deben «bajar un poco la espuma» de la polémica porque ambos países «se necesitan».

Ciutadans. El viaje termina «con una anormalidad institucional» que duraba 32 años provocada por «el apaciguamiento» con Marruecos.

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