El jefe de Estado marroquí, Mohamed VI, manifestó ayer en un comunicado oficial su «viva condena» y su «firme denuncia» a la visita de los Reyes de España a Ceuta y Melilla, un viaje que calificó de «lamentable». Según el soberano marroquí, «esta visita contraproducente (...) atenta contra los sentimientos patrióticos sólidamente arraigados» de los marroquíes y constituye un «acto nostálgico de una era sombría y decididamente superada».
Mohamed VI amenazó a las autoridades españolas por las «consecuencias» de la visita del Rey Juan Carlos a las dos ciudades autónomas.
«Hay que hacer asumir a las autoridades españolas su responsabilidad en cuanto a las consecuencias que podrían poner en peligro el futuro y la evolución de las relaciones entre los dos países», dijo, refiriéndose al Tratado de Amistad, Buena Vecindad y de Cooperación firmado en 1991. A juicio del monarca alauí, este viaje constituye «una flagrante falta de respeto por parte del Gobierno español de la letra y el espíritu» de dicho tratado.
Pero lo que más ha llamado la atención es el hecho de que, en su comunicado, Mohamed VI haga referencia a la política española. «Rechazamos con firmeza y determinación que nuestras constantes nacionales sagradas sean utilizadas como medio en el negocio interno, y que nuestros valores como nuestros intereses sean explotados (...) en sobrepujas y otras luchas políticas», dijo el rey. Evidentemente, el soberano alauí estima que la decisión de la visita de los Reyes tiene finalidades políticas dentro de la vida pública española. Y esta acusación apunta al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
En Marruecos se comienza a pensar que no es improbable que, a pocos meses de las elecciones legislativas, La Moncloa haya decidido romper un tabú de esta dimensión (la visita del jefe de Estado a Ceuta y Melilla) para sacar rédito de una decisión que el propio José María Aznar, seguramente el político español más odiado en Marruecos, no llegó a tomar. Con esta visita, Zapatero, según algunos analistas, se marca un punto «patriótico» frente al PP.
Tras estas advertencias, Mohamed VI apostó por entablar con España un «diálogo honesto, franco y abierto sobre el futuro» que «garantice nuestros derechos de soberanía y que tenga en cuenta los intereses de España».
El comunicado fue difundido por la agencia oficial MAP una hora antes del tradicional discurso que conmemora cada 6 de noviembre la Marcha Verde sobre el Sáhara Occidental. Se pensó que el rey iba a evocar la cuestión posteriormente en su discurso, pero finalmente no fue así. Mohamed VI no hizo ni una sola referencia a la crisis diplomática con España.
No sin alivio acogió ayer el Gobierno español el gesto de Mohamed VI de apartar su enfado por la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla de la celebración del 32º aniversario de la Marcha Verde. Que el monarca alauí separara sus reproches a España en un comunicado ex profeso y que, posteriormente, no hiciera mención alguna al contencioso fue interpretado inmediatamente en La Moncloa y en el Ministerio de Exteriores como una buena señal. En Presidencia del Gobierno se elogiaba anoche «la habilidad y la sutileza de la diplomacia marroquí» y en Exteriores se consideró que el tono empleado por el rey de Marruecos en su comunicado no es negativo y apuesta por el diálogo «franco, honesto y abierto».
Madrid, por su parte, tal y como advierten los diplomáticos, no aceptará en ningún caso negociar el futuro de Ceuta y Melilla. Son dos ciudades españolas sobre las que no cabe ninguna interpretación en cuanto a su soberanía. Sin embargo, España sí se aviene a «gestionar las divergencias» que existen sobre este asunto con el país vecino para evitar que la españolidad incuestionable de las dos plazas se mantenga como eterno punto de disputa al despertar regularmente las sensibilidades marroquíes. En este sentido, un portavoz oficial de Exteriores aseguró que «España hará todo lo posible para tratar de superar el problema [que ha suscitado la visita de los Reyes] cuanto antes».
Desde el Ministerio, fuentes autorizadas aseguraron que el Gobierno español «entiende la sensibilidad» de Marruecos en relación con Ceuta y Melilla, pero consideraron que, en ningún caso, la visita Real es motivo para «perder de vista la profundidad de la relación bilateral y la necesidad común de seguir aunando esfuerzos para afrontar desafíos de futuro».