Tras la injustificada euforia de los primeros días, los medios gubernamentales parecen estar descubriendo ya la desautorización de sus principales tesis en la sentencia del 11-M y ello está dando paso a una serie de palos de ciego, cortinas de humo y nuevas maniobras de intoxicación. Que un veterano locutor en decadencia trate de tapar sus propias vergüenzas sobre la manipulación de la masacre diciendo tonterías sobre los demás era previsible. Pero que de repente el diario que más incienso ha derramado sobre el desigual fallo decida dar la vuelta a las baterías con las que machacaba al PP y a la prensa crítica para acusar a Gómez Bermúdez y sus compañeros nada menos que de haber absuelto «por error» a El Egipcio, es una prueba de nerviosismo con la que nadie contaba.
Soslayando errores materiales de gran bulto como la inclusión de un inexistente análisis cuantitativo de los restos de explosivo de los focos de los trenes, o referencias falsas a informes policiales que constan en el sumario, esta inesperada ofensiva contra la sentencia se centra en una mala redacción de un principio inobjetable: el de que nadie puede ser juzgado dos veces por los mismos hechos. Esa es la razón por la que el tribunal no sólo ha absuelto a El Egipcio de ser uno de los instigadores del 11-M, sino también de integración en banda armada, puesto que ya se le condenó en Italia por ese delito. El tribunal ha incurrido en dos equivocaciones impropias de magistrados con experiencia -máxime en una sentencia de tanta trascendencia-, pero que se neutralizan entre sí. Porque si bien es falso que la sentencia italiana contra El Egipcio sea ya firme, pues está pendiente de recurso ante el Tribunal Supremo de Roma, también lo es que la aplicación de ese principio de non bis in idem requiera de dicha firmeza.
Ante la súbita consternación de sus aplaudidores la Fiscalía anunció ayer con más ruido que nueces que recurrirá ese aspecto -sólo ése- de la absolución de El Egipcio. La prueba de que se trata de un brindis al sol estriba en el hecho de que bastará con que la Justicia italiana exprese su última palabra para que la española ya no tenga nada que decir. Aunque ayer circularan alambicadas teorías según las cuales nuestro TS podría tal vez añadir hasta seis años de cárcel a los ocho a los que Rabei Osman está condenado en Italia, la pregunta pertinente es por qué se conforma el Ministerio Público con las absoluciones de El Egipcio, Belhadj y Haski como «cerebros ejecutivos» del 11-M cuando hasta el miércoles pedía 38.962 años de cárcel por barba. Este es, como decimos, el último «agujero negro» del 11-M.
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