Viernes, 9 de noviembre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6536.
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HOMENAJE / La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, anunció que la capital también lo incluirá en su callejero / Se refirió a la importancia del autor para que los jóvenes conozcan la historia de «la patria común de todos los españoles»
Umbral, la leyenda que crece día a día
«Cada mañana al abrir el periódico nos preguntamos qué hubiera dicho ante esto o aquello», dijo ayer Pedro J. Ramírez en la inauguración de una calle con su nombre en Majadahonda
EMMA RODRIGUEZ

MAJADAHONDA (MADRID).- Ahora que Francisco Umbral está ausente empieza a crecer el mito, la leyenda. Esa idea sobrevoló ayer en el acto de descubrimiento de la placa con su nombre que a partir de ahora sorprenderá a los transeúntes que se muevan por el corazón de Majadahonda, el escenario que el autor de Mortal y rosa eligió para «descansar, soñar y crear», como muy bien recordó su viuda, María España, y que, poco a poco, se coló en su vida, llevándolo a implicarse en sus aconteceres sociales y culturales.

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España estuvo arropada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; por el alcalde del municipio, Narciso de Foxá Alfaro, y por el director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez, en un emotivo encuentro que se convierte en el primer homenaje público al escritor tras su fallecimiento el pasado 28 de agosto.

Los cuatro descorrieron la cortinilla roja tras la que surgió un contundente Francisco Umbral, que ya ocupa en el callejero de Majadahonda un espacio propio, una calle luminosa y amplia, hasta ahora denominada Travesía de España, frente al parque Colón y muy cerca del Centro Cultural Carmen Conde. Su nombre se une al de otros creadores tan relevantes como Blas de Otero, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, María Teresa León y Vicente Aleixandre en un plano geográfico cargado de referencias literarias sobre las que a él le gustaba conversar.

«Si Umbral estuviera aquí seguro que pensaría: 'Ya tengo mejor calle que Aleixandre'», emuló Pedro J. Ramírez el particular humor del escritor, quien estampó su firma en la última página de EL MUNDO hasta el final, tomando de la columna el aliento necesario para seguir adelante, para mirar al mundo, para burlar incluso a la enfermedad, que acabó llevándoselo en el mes de vacaciones, justo cuando estaba desarmado, cuando no podía asirse a la página en blanco que lo aguardaba cada día.

«Todas las mañanas al abrir el periódico y ante los acontecimientos del momento lo echamos de menos y nos preguntamos qué hubiera dicho Umbral de esto o aquello. Cada día desde su muerte, Umbral se va haciendo más grande en nuestro recuerdo», dijo el director del periódico, quien se refirió a Majadahonda como el patio trasero desde el que escritor tomaba contacto con la realidad.

Ramírez rememoró cómo Umbral se refería al premio que lleva su nombre, el Francisco Umbral de Novela, que ayer celebró en su ausencia su undécima edición, como una contradicción, ya que normalmente los galardones aluden a un clásico y él estaba vivo y lo celebraba invitando a sus amigos y comiendo patatas. «Pero ahora sí que es un clásico», dijo.

Un clásico al que Esperanza Aguirre se refirió desde un hondo sentimiento de pérdida. «Con él ha desaparecido uno de los grandes de la literatura y del periodismo español del último medio siglo. Umbral resulta fundamental para conocer a fondo nuestra Historia, de la que fue un constante, agudo y profundo testigo», señaló, refiriéndose a sus columnas, a través de las cuales interpretaba «de manera originalísima lo que sucedía en España, atento siempre a las corrientes de pensamiento y a los movimientos sociales del siglo XX».

La presidenta de la Comunidad hizo hincapié en la importancia de que la obra del escritor sea conocida por las generaciones más jóvenes «para que aprendan a escribir bien y a conocer mejor la historia de la patria común de todos los españoles» y reivindicó su «independencia esencial», ese talante que le hizo ganar tantos admiradores como detractores en el bando de los que sólo aceptan las convenciones y los lugares comunes.

«Madrid también tendrá una calle con el nombre de Umbral», señaló Aguirre, al concluir el acto. Todavía no se sabe cuál sera, pero ya ha sido aprobada en un pleno del Ayuntamiento. Hasta que llegue ese momento, habrá que pasearse por Majadahonda.


En el recuerdo de sus vecinos

Narciso de Foxá Alfaro, el alcalde de Majadahonda, recordó ayer la ilusión de Francisco Umbral cuando le dijo el pasado verano que iba a tener calle. «Le conocí cuando creamos el Premio de Novela Francisco Umbral y siempre admiré su arte y su capacidad para criticar todo aquello que no le gustaba con acierto e ironía, sin pelos en la lengua», señaló.

En la calle Francisco Umbral se reunieron ayer admiradores, amigos y vecinos del autor. La escritora y periodista Carmen Rigalt recordaba en un corrillo como éste acabó disfrutando de la vida social y cultural de Majadahonda y de Las Rozas, que también se disputaba su presencia. «Llegó a participar hasta en elecciones de misses», decía, mientras que el crítico Miguel García-Posada se refería a lo mucho que leyó Umbral en su 'dacha'.

«Siempre que iba a visitarlo estaba sentado en su sillón de mimbre con un libro abierto», decía. A su vera, dos vecinas se quejaban de que ahora tendrían que cambiar la dirección en los buzones y hasta hubo lágrimas, las de Begoña, una señora ciega que lleva 20 años viviendo en la localidad y que quedó deslumbrada con Umbral el día que lo escuchó en la Casa de la Cultura. «Qué gran periodista era», decía, ansiosa por acercarse a María España para decirle simplemente: «Vaya marido tenías. ¡Cuánto te lo he envidiado!».

La gran sorpresa editorial de principios de año será precisamente un libro inédito del escritor dedicado a España, 'Carta a mi mujer', un itinerario lírico y sentimental. «Y estamos preparando más cosas», adelantó su editora en Planeta, Ana D'atri, en el que fue un encuentro emotivo.

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