Viernes, 9 de noviembre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6536.
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DESINVERSION / Botín cede Antonveneta a Monte dei Paschi por 9.000 millones y anuncia el traspaso de Interbanca por otros 1.000 / El banco, que subió un 3,8% en Bolsa, anula la ampliación de capital prevista de 4.000 millones
Botín revende la filial italiana de ABN con una plusvalía de 3.400 millones en nueve días
Renuncia a la ampliación de capital en marcha y el Santander dispara su cotización en Bolsa
JUAN T. DELGADO

MADRID.- Durante nueve días Emilio Botín ha sido dueño del séptimo banco italiano. El Santander cerró la compra de Antonveneta el 31 de octubre, tras liquidar la oferta sobre el anterior propietario, ABN Amro. Ayer, contra todo pronóstico, anunció la venta a Monte dei Paschi de la filial italiana del banco holandés por 9.000 millones de euros.

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La operación, premiada por los inversores con una subida del 3,8%, tiene dos consecuencias inmediatas. Impide al grupo español materializar uno de sus retos estratégicos: el desembarco a lo grande en Italia, uno de los mercados financieros más cerrados -y deseados- del continente. Pero, al mismo tiempo, le permitirá embolsarse unas plusvalías de 3.400 millones de euros.

Ese es el dinero que ha ganado Botín en poco más de una semana. Tamaña partida de plusvalías causó ayer tanto revuelo en Bolsa como regocijo entre los accionistas. A juzgar por la contundente revalorización de los títulos, a la mayoría de ellos parece importarle menos la renuncia al mercado italiano que los beneficios obtenidos con el traspaso. Sobre todo, porque la venta de Antonveneta reducirá considerablemente el endeudamiento generado por la compra de ABN Amro.

El Santander se embarcó en la adquisición del grupo holandés el 29 de mayo, en compañía de Royal Bank of Scotland y Fortis. La operación, inédita hasta el momento en el sector financiero, debía concluir en la división y el reparto de los activos de ABN Amro. El banco español perseguía el control de los intereses de su rival en Brasil (Banco Real) e Italia (Antonveneta).

El pasado 5 de octubre, Barclays -contrincante del consorcio en la puja- tiró la toalla, dejando vía libre al Santander y a sus dos socios. Los tres aliados anunciaron la liquidación de la oferta el pasado miércoles 31. Banco Real y Antonveneta se convertían así en propiedad del grupo con sede en la capital cántabra. Eso sí, previo pago de 19.900 millones de euros. Todo un récord para el Santander, que gastó bastante menos en la adquisición del británico Abbey (13.200 millones).

El mero anuncio del importe causó cierta inquietud entre algunos inversores. Los más conservadores temían que el enorme esfuerzo financiero requerido acabara lastrando la cotización de los títulos del banco. De hecho, el propio consejero delegado del grupo, Alfredo Sáenz, pidió en la última junta ordinaria de accionistas un poco de paciencia a los accionistas para comprobar los resultados de la operación. Para financiar el desembolso, el banco realizó una emisión de bonos convertibles en acciones valoradas en 7.000 millones de euros. Y aún tenía pendiente una ampliación de capital de 4.000 millones.

Esta última queda anulada con la venta de Antonveneta. La cesión de la antigua filial italiana de ABN Amro se realizará en dos tramos. El primer lote ya está comprometido con Monte dei Paschi y tiene un valor de 9.000 millones de euros. El traspaso del segundo se materializará en breve y en él figuran los negocios de Interbanca. Esta entidad independiente estaba controlada hasta ahora por Antonveneta y podría reportar al Santander otros 1.000 millones de euros. El banco presidido por Emilio Botín compró el conjunto por 6.600 millones. Para calcular las plusvalías basta con efectuar la resta.

«La incorporación al Santander de Antonveneta habría representado un interesante primer paso en Italia en banca comercial. Sin embargo, con dicha compra no lograríamos tener en este país el tamaño suficiente para desarrollar adecuadamente nuestros negocios sin realizar inversiones adicionales significativas», reconocía ayer Botín en una carta remitida a los accionistas del banco.

La dirección del Santander aseguró ayer que no tiene, de momento, «planes inmediatos de adquisición». «A medio plazo, continuaremos considerando oportunidades de crecimiento no orgánico en función de nuestra doble disciplina», reconoce en la presentación remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Cualquier operación futura debe encajar en la estrategia del banco y no comportar excesivos riesgos desde el punto de vista financiero.

La de Antonveneta cumplía ambos, hasta ayer. La decisión de traspasar los activos demuestra que Botín no estaba dispuesto a entrar en Italia a cualquier precio. También que 3.400 millones de plusvalías acumuladas en nueve días pesan demasiado en la balanza de cualquier banquero.


Antonveneta se queda en manos transalpinas

La adquisición de Antonveneta por parte del Santander habría acarreado una pequeña revolución en el sector financiero italiano. Una entidad extranjera se habría convertido en protagonista de un mercado bastante cerrado a la inversión foránea. De hecho, otras entidades españolas ya intentaron, sin éxito, la incursión en el país transalpino. El ejemplo más significativo es el del BBVA, que se topó con la oposición del mismísimo Banco de Italia en su intento de adquirir BNL.

La operación del Santander refuerza más aún a una de las mayores entidades del país. Ayer, el presidente de Monte dei Paschi di Siena, Giuseppe Mussari, avanzó que con la adquisición de Antonveneta se convertirá en el tercer banco de Italia.

Mussari calificó esta operación como «importante» en la historia del grupo que preside, al tiempo que defendió el modo «transparente» y «sin indiscreciones» con que se ha llevado a cabo. En ese sentido, dio las gracias al presidente del Santander, Emilio Botín. Asimismo, insistió en los beneficios que la adquisición de Antonveneta aportará a Monte dei Paschi y a sus accionistas. Aseguró que no es fruto de ningún «afán de grandeza» ni de querer «coger el último tren». «Estoy seguro de que de aquí a un año ganaremos mucho más de los que habríamos ganado si nos hubiéramos quedado como estábamos ayer», aseveró.

En cuanto al importe consideró que no es exagerado, sobre todo teniendo en cuenta que «Antonveneta puede conllevar más de 700 millones de euros en beneficios netos». Con todo, la compra aportará un «significativo» crecimiento de la cuota de mercado, que pasará del 6% al 9%, según informa Europa Press.


Botín asegura que no hará nuevas compras, de momento

Tratándose de Emilio Botín, no es fácil anticipar el futuro próximo del segundo grupo más importante del país. En 2004, el banquero cántabro sorprendió al sector financiero con la incursión en Reino Unido, mediante la compra de uno de sus bancos con más solera (Abbey). Tres años después, repetía con su participación en la adquisición a tres bandas de ABN Amro. Ayer, volvió a dar la campanada con el traspaso de una entidad recién comprada.

El Santander aseguraba ayer que no tiene planes inmediatos de compra. El reto, para los analistas, es determinar qué considera Botín por inmediato.

De entrada, el banco ingresará 3.400 millones de euros cuando ejecute la venta de Interbanca. Y se ahorrará una ampliación de capital de 4.000 millones de euros que podría haber provocado vaivenes no deseados en Bolsa. Además, cuenta con algunas participaciones en su cartera listas para la desinversión. La primera podría ser Cepsa, que vale más de 5.000 millones en Bolsa.

En el Santander, se habla sólo del presente. Y el reto más inminente es la integración del Banco Real. «Estratégicamente, incorporar al Grupo Santander Banco Real, que es una entidad con una amplia plataforma de negocios en Brasil y una excelente gestión, genera un gran valor», recordaba ayer Botín en su misiva a los accionistas. Para el banquero cántabro, las virtudes de la operación son evidentes: «Nos permite convertirnos en el tercer banco de un país que conocemos muy bien y que pensamos ofrece extraordinarias posibilidades de crecimiento futuro».

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