Los Gobiernos y las instituciones económicas tienden a medir el crecimiento en grandes magnitudes que poco o nada dicen al común de los ciudadanos. Pero hay otra economía -la de la vida cotidiana- que sí preocupa mucho a todos los españoles.
Una encuesta realizada por Sigma Dos para este periódico revela que el 93% de los interrogados ha sentido en su bolsillo «mucho o bastante» la subida de los precios de los productos básicos en los últimos meses.
El 52% de los ciudadanos piensa que la situación económica va a peor, lo que supone un incremento de 15 puntos respecto al pasado mes de septiembre. Sólo un 11% dice que la economía mejorará el año que viene. Las respuestas no hacen sino reflejar en este caso el preocupante fenómeno de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios como consecuencia de una inflación internanual que, en octubre pasado, se situó en el 3,6%.
Según los datos del INE, la leche y el pollo subieron un 18% en los últimos doce meses, mientras que el barril de crudo se situaba esta semana al filo de los 100 dólares por primera vez en la historia.
Es evidente que los grandes perjudicados por este alza de los precios son las familias con ingresos mensuales inferiores a 2.000 euros -casi la mitad de la población laboral-, que también han tenido que soportar en muchos casos un alza de sus hipotecas.
La paradoja que se da en estos momentos en España es que la economía sigue creciendo por encima del 3%, con altos beneficios empresariales, mientras las capas más bajas de la población se tienen que apretar el cinturón.
Es una paradoja que debería preocupar al Gobierno de Zapatero, que, entusiasmado por las grandes cifras de la economía española -el «España va bien» que acuñara Aznar-, no ha hecho una política que favorezca a los españoles de rentas más modestas.
La participación de los beneficios empresariales en el conjunto del PIB ha crecido desde 2004 mientras disminuía el peso de los salarios, pero, sin embargo, los ciudadanos de menor renta han perdido poder adquisitivo a lo largo del último año.
Algo ha fallado en la política económica socialista cuando ha beneficiado más a los ricos que a los pobres. Pero, sea cual sea la explicación del fenómeno, será difícil ponerle remedio en el futuro porque todo indica que vamos hacia un ciclo de menor crecimiento económico.
En este sentido, la Comisión Europea revisó ayer a la baja las previsiones económicas para este y el próximo ejercicio. Bruselas predice para el año que viene un crecimiento del 2,2% en los países de la moneda única, sensiblemente inferior al previsto hace seis meses. España crecería en 2008 un 3%, que disminuiría a solamente el 2,3% en 2009.
El Gobierno que salga de las próximas elecciones deberá lidiar probablemente con un escenario mucho más desfavorable, lo que implica que tendrá las manos más atadas para corregir esos desequilibrios que se han agudizado.