RUBEN AMON. Corresponsal
PARIS.-
Tenía ganas de «cantar» Hugo Chávez en París. Hizo sus primeros ensayos interpretando México lindo y querido en la escalera del Elíseo, pero el verdadero show aconteció en un lujoso hotel de la capital francesa. Quizá porque le jalearon sus acólitos de chaqueta veraniega y sus militares de boina roja. Era el día de «un antiamericano en París». Difícil elegir el momento más delirante de la perorata. Chávez dijo, por ejemplo, que con la intervención del Rey -con ojos desorbitados»- en Chile «habían explotado 500 años de soberbia imperial». También le acusó implícitamente de racista: «Su Majestad se cansó de oír al indio Evo Morales [el presidente de Bolivia], al indio Daniel Ortega [el dirigente de Nicaragua] y al indio Chávez y por eso saltó», señaló Hugo Chávez en alusión a los líderes latinoamericanos con ideologías próximas.
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El líder bolivariano estaba sonriente y orgulloso. Reía sus propias gracias. Incluida la que dedicó al monarca: «Espero que no me disparen cuando sobrevuele La Zarzuela camino de Lisboa».
No se le puede negar al patriarca bolivariano sentido del humor, carisma y capacidad de comunicación, aunque la acentuación de los rasgos del populista van camino de convertirle en la caricatura de sí mismo. Sirva como ejemplo su forma de emular a los sheriffs de las películas de Sergio Leone: «Tuvo suerte el Rey de que no le escuchara lo que dijo. Si lo hubiera oído, su corona se habría caído al suelo. Sí señores, lo prometo. Yo le hubiera dicho cuatro buenas verdades. Qué lástima que no le escuché en ese momento. Le hubiera emplazado con firmeza al señor Rey». El espectáculo chavista sirvió para conocer que la diplomacia española ha intentando acortar las distancias. ¿Respuesta? «Me están llamando cada rato para sacar a la calle un comunicado conjunto. Pero no lo habrá. No lo acepto. El irrespetado fui yo, no fue el rey de España. Yo ni hablé con él. Ahora quiere transmitirse la sensación de que Chávez el gorila arremetió contra el Rey», insistió el presidente mientras le aplaudía su gente.
La situación se hacía cada vez más embarazosa, tal como se temía el Elíseo. De hecho, Nicolas Sarkozy evitó celebrar una rueda de prensa en el palacio presidencial porque se arriesgaba a ponerle el teatro al invitado. Le dejó solo en un hotel del centro de París. Solo con decenas de periodistas, puesto que la actualidad chavista -el Rey, Irán, el petróleo, las reformas constitucionales- había redoblado el interés mediático.
No había modo de abreviar la comparecencia de Chavez, que parecía una entrega de Aló presidente, sobrenombre de su consultorio radiotelevisivo en Venezuela.
elmundo.es
Vídeo:
Escuche las declaraciones de Chávez.
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