EL MUNDO revela hoy que Carlos Dívar, presidente de la Audiencia Nacional, se mostró «indignado» con Javier Gómez Bermúdez al conocer que su esposa había escrito un libro sobre el juicio del 11-M. Gómez Bermúdez le explicó que se enteró de que su mujer había escrito ese libro cuando ya estaba prácticamente concluido.
Su justificación no es creíble, ya que parece muy difícil que Elisa Beni haya podido escribir su obra sin que su marido se enterase. Pero esto no deja de ser una cuestión secundaria, lo mismo que si comparten o no bienes gananciales o el grado de «ensalzamiento» -por usar una expresión del juez Guevara- de la autora hacia su cónyuge, más allá de todo sentido del pudor y la medida. Lo esencial es que el libro revela secretos sobre el desarrollo del juicio y las deliberaciones de los magistrados que sólo han podido ser contados por Gómez Bermúdez, duramente reprobado ayer por la propia asociación judicial a la que pertenece.
Por un caso muy similar y a instancias de la propia Audiencia Nacional, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) abrió un expediente disciplinario al juez Baltasar Garzón a finales de 2000 tras la publicación de El hombre que veía amanecer, escrito por Pilar Urbano, en el que se vertían críticas a compañeros y se revelaban secretos de diferentes sumarios instruidos por el protagonista de la obra.
El artículo 233 de la Ley Orgánica del Poder Judicial dice que las deliberaciones de los jueces son secretas. Hay serios indicios de que Gómez Bermúdez podría haber vulnerado este precepto. Por tanto, lo lógico es que la propia Audiencia Nacional solicitara una investigación del Consejo General del Poder Judicial, que es el órgano competente en estos asuntos.
La queja formulada por escrito por Alfonso Guevara, compañero de tribunal de Gómez Bermúdez, no pide la adopción de ninguna medida disciplinaria pero le acusa de «deslealtad como presidente» y sostiene que las revelaciones del libro de Elisa Beni son «lacerantes» para él.
Teniendo en cuenta que el juicio del 11-M dilucidaba las responsabilidades penales por el mayor atentado en la historia de España, la propia sensibilidad de las familias de las víctimas y la alarma social que todo esto suscita, no parece que las acusaciones de Guevara puedan archivarse a beneficio de inventario, como si nada hubiera sucedido.
Si se quiere medir a Gómez Bermúdez con el mismo rasero que a Garzón o a Moreiras, que fue apartado de la Audiencia por revelar secretos de la instrucción contra Mario Conde en el caso Argentia Trust, el CGPJ debería abrirle una investigación.
Pero si la Audiencia Nacional no lo pide y el CGPJ prefiere mirar para otra parte, habrá que llegar a la conclusión de que Gómez Bermúdez se ha ganado una patente de corso por su habilidad al dictar una sentencia que parece destinada a contentar por igual a los defensores de la verdad oficial sobre el 11-M que a quienes la hemos cuestionado.
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