El activismo de Fernando Savater contra el terrorismo de ETA y su constante denuncia de la situación que se vive en el País Vasco le han valido el Premio Columnistas del Mundo, en honor de José Luis López de Lacalle, asesinado por la banda terrorista. Otro filósofo, Bernard-Henri Lévy, ha sido galardonado con el Premio Reporteros del Mundo, en memoria de Julio Fuentes y Julio Anguita Parrado, por su entrega personal al reporterismo más comprometido. Con sus trabajos de muchos años, en lugares tan difíciles y en ocasiones olvidados como Darfur, ha logrado remover la conciencia mundial.
MADRID. - El recuerdo emocionado al columnista José Luis López de Lacalle -asesinado por ETA- y a los reporteros Julio Fuentes y Julio Anguita Parrado -muertos mientras trabajaban en Afganistán e Irak, respectivamente-, presidió la entrega de los Premios Periodísticos de EL MUNDO a Fernando Savater y a Bernard-Henri Lévy. Una emoción pareja con el reiterado compromiso de ambos galardonados con la libertad de expresión, la libertad de prensa y la denuncia de la injusticia.
«Siento emoción al recibir un premio con el nombre de José Luis López de Lacalle, amigo con el que compartí muchas cosas», dijo Fernando Savater al comienzo de su discurso. «Mucha gente, cada vez más apremiante y amenazadora, nos repetía una y otra vez una frase ahora de moda: '¿Por qué no te callas?' A él le pusieron un remedio brutal para callarle», señaló Savater recordando el vil asesinato de López de Lacalle.
Tras reconocer que «es un privilegio tener un lugar en la prensa», el Premio Columnistas del Mundo confesó que nunca ha escrito una línea «ni para dar gusto ni disgusto a nadie», tan sólo ha «querido ser útil». «El valor, para alguien que escribe en un medio de comunicación, no está en escribir contra sus adversarios. Lo difícil es escribir cosas que desmienten a quien uno sabe que le está leyendo, lo difícil es no ser de los nuestros o decir que uno no está seguro de ser de los nuestros. Eso es lo verdaderamente difícil», en su opinión. «Yo quiero seguir siendo ese que decepciona al lector que buscaba la confirmación de sus ideas pero que, de vez en cuando, despierta ideas distintas», añadió el filósofo.
Bernard-Henri Lévy, reiteró en varias ocasiones su «emoción» por el Premio Reporteros del Mundo. «Entre la gente que admiro hay hombres y mujeres que, por defender lo que creen justo, ponen su vida en juego para que triunfe la verdad. No al estilo del 'viva la muerte' de los terroristas, sino que arriesgan su vida y se la juegan en nombre de la verdad. En primera línea se encuentran los reporteros de guerra como Julio Fuentes y Julio Anguita Parrado. Por eso estoy tan orgulloso de este premio», aseguró.
Ante los expectantes asistentes al acto, Lévy contestó a la pregunta de si es un filósofo o un periodista. «Soy un filósofo que piensa que hacer filosofía es también hacer periodismo. O mejor dicho, cuando mejor hago filosofía es cuando realizo los reportajes», aseguró con vehemencia. «Para mí, ser filósofo significa confrontarse con las cosas e ir a ver el otro lado de las cosas. Por eso, pertenezco a esa categoría de filósofos para los que el periodismo no es un género menor ni una distracción, sino un género mayor, un ámbito de la filosofía, como la teología, la moral o la lógica», concluyó.
En la apertura del acto, el director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez, recordó a José Luis López de Lacalle, Julio Fuentes y Julio Anguita Parrado, glosó los méritos de los galardonados y alertó sobre «los vientos de intolerancia que azotan la libertad de expresión en España». Ramírez denunció «la ligereza con que algunos medios de comunicación se apresuran a situar fuera del sistema e incluso a presentar como un peligro para la democracia a quienes no se aquietan como ellos».
«Defender la libertad de expresión de quien piensa como nosotros es sencillo, pero vale muy poco. Hacerlo cuando sientes que las palabras, ideas o modales del otro se te clavan en la espalda del amor propio como banderillas negras, es lo que tiene mérito y nos enriquece a todos», añadió Pedro J. Ramírez.
Carmen Iglesias, presidenta de Unidad Editorial, realizó la semblanza de Savater y Lévy en la entrega de los premios, patrocinados por Iberdrola. «Nuestros dos premiados aman la libertad y por ello no creen ni nos hacen creer en panaceas ni utopías angélicas». Para Iglesias son «dos filósofos con alma de periodistas y pensamiento incómodo». «Incómodos para el poder e incómodos porque nos instan a pensar y a actuar». En definitiva, «dos escritores que respiran libertad e inteligencia y que nos regalan -sin pretenderlo siquiera- su ejemplo generoso».
La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, cerró el acto. Tras felicitar a los galardonados, transmitió a los presentes algunas ideas sobre los valores que, a su juicio, «impregnan el buen periodismo, que son al fin los valores de la buena ciudadanía». «Ciertamente, el mundo no se reduce al relato diario de un determinado medio de comunicación, pero ese relato es el medio con el que muchos ciudadanos acceden al mundo».
De la Vega recordó que «el periodismo ofrece algo imprescindible para una sociedad: la información veraz, independiente y fidedigna que necesitan los ciudadanos para ser libres». Pero también dejó claro que «la latitud de la libertad jurídicamente protegida no basta para contar con un sistema robusto de libertad de expresión». Por ello, indicó que «junto a la ley, al derecho, es necesaria también la existencia de una cultura de libertad de expresión».
El texto del discurso del director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez, se publicará el domingo en su Carta del director.