El PSOE y el PP tocaron ayer a rebato para que todos sus diputados acudieran al Pleno del Congreso. Los primeros, para votar contra la destitución de la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, solicitada por IU-ICV; los segundos, para apoyar esa petición. Al final, por sólo tres votos, ganaron los socialistas.
IU-ICV, con el apoyo del PP, CiU, ERC y CC, casi lo consigue. Pero los votos de dos diputados que han cambiado de grupo lo impidieron: Joaquín Calomarde, que dejó el PP hace meses, y Román Rodríguez, que era de Coalición Canaria, no apoyaron la petición de cese -en contra de lo que votaron sus anteriores partidos- y eso salvó a la ministra. Hubo 170 votos a favor de pedir su destitución y 173 en contra, procedentes del PSOE, PNV, BNG y CHA.
También contribuyó el hecho de que el BNG, que en un principio iba a abstenerse, votara en contra de la reprobación tras haber adquirido un compromiso por parte del Gobierno de desbloquear el traspaso de competencias pendientes a Galicia, informa Europa Press.
En el caso de que hubiera prosperado la propuesta, el presidente del Gobierno no estaba obligado a cumplirla. Pero habría sido muy incómodo para Zapatero, en esta época preelectoral, mantener en el cargo a una ministra cuya destitución era apoyada por la mayoría del Congreso.
Los problemas que vienen padeciendo desde hace meses los catalanes -debido a los muchos y continuados fallos de los trenes de Cercanías por las obras del AVE en Barcelona- llevaron a IU-ICV a plantear que el Congreso inste al Gobierno a llevar a cabo una serie de medidas concretas para acabar con esa situación.
Pero IU-ICV también pedía que el presidente del Gobierno destituyera a la ministra, y eso hizo que se encendieran todas las alarmas. Hasta la diputada del PP María Salom, que dio a luz hace 10 días, acudió a votar.
'Prepotencia y arrogancia'
Joan Herrera, de IU-ICV, afirmó que el origen del problema está en la política del Gobierno a favor del tren de alta velocidad y su olvido del ferrocarril tradicional y de los de Cercanías. Además, criticó que el Ejecutivo socialista no sólo no reconoce sus errores ni asume responsabilidades en este asunto, sino que mantiene que «todo se ha hecho bien» con una actitud de «prepotencia y arrogancia».
Los portavoces del PP, Convergència i Unió (CiU) y Esquerra Republicana de Catalunya se mostraron tan críticos con el Gobierno como Joan Herrera. Josep Andreu, (ERC) afirmó que la ministra «ha hecho por la desafección de Cataluña con España mucho más» que su partido, que se declara abiertamente independentista.
El socialista Salvador de la Encina rechazó las críticas, expresó su respaldo a la ministra y anunció que el próximo sábado se restablecerá el funcionamiento de tres líneas de Cercanías en Barcelona y de los trenes de media distancia.
De la Encina afirmó que IU-ICV ha planteado esta propuesta «por electoralismo puro y duro». Porque, según dijo, no se entiende que critiquen la gestión del Gobierno en esta materia cuando ha invertido en esta Legislatura 10.400 millones de euros en Cataluña, «600 millones más que en la última de Aznar», resaltó.
El PP pidió que, para votar, cada diputado dijera «sí» o «no» desde su escaño cuando fuera nombrado, para que los socialistas catalanes del PSC tuvieran que retratarse rechazando una petición que la semana pasada aprobó el Parlamento catalán. Así se hizo.
Al concluir el Pleno, Zapatero comentó con sorna en los pasillos del Congreso: «¿Y ésta es la votación que iba a ganar Zaplana?», en referencia al portavoz del PP.
El presidente, la vicepresidenta y siete ministros acudieron a la hora de votar. El peligro de perder era real y no querían consentirlo.