Miércoles, 28 de noviembre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6555.
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CUMBRE DE ANNAPOLIS / El presidente de EEUU consigue que Abú Mazen y Olmert se comprometan a lograr un acuerdo antes de 2009 / La buena voluntad no oculta las dificultades prácticas para alcanzar ese objetivo
Bush consigue que israelíes y palestinos se comprometan a firmar la paz antes de 2009
PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO

ANNAPOLIS (EEUU).- Tras siete años en vía muerta, el proceso de paz en Oriente Próximo ha vuelto a arrancar. Lo hizo ayer, en la Academia Naval de Annapolis y en una negociación in extremis en la que Bush logró que el máximo responsable de la Autoridad Nacional Palestina, Abú Mazen, firmara una Declaración Conjunta en la que se compromete junto al primer ministro israelí, Ehud Olmert, a lograr antes del 31 de diciembre de 2008 un tratado de paz definitivo.

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Según explico ayer a este periódico Yigal Palmor, director para Siria, el Líbano y el Magreb del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, el acuerdo prevé el establecimiento de una comisión negociadora, presidida por los ministros de Exteriores israelí y palestino, Tzipi Livni y Ahmed Qureia, que se reunirá casi con carácter diario. Además, Olmert y Abú Mazen celebrarán reuniones quincenales, la primera de ellas, el próximo día 12, que será seguida, el 17, de una cumbre de donantes en París. Finalmente, habrá una comisión tripartita formada por estadounidenses, israelíes y palestinos que se encargará de arbitrar en los previsiblemente infinitos obstáculos que aparezcan a lo largo de las negociaciones.

El objetivo es «terminar con el derramamiento de sangre, el sufrimiento y las décadas de conflicto», según reza la Declaración Conjunta de Bush, Olmert y Abú Mazen. En la práctica, se trata de una versión comprimida de la Hoja de Ruta, el plan para la creación de un Estado palestino democrático promovido por EEUU en 2003. De paso, Israel ha logrado un sistema de negociación que deja a la Unión Europea sin ningún papel en el proceso, algo que reflejó involuntariamente el ministro de Exteriores Miguel Angel Moratinos cuando, interrogado por un periodista saudí sobre el papel de Europa replicó: «Será importantísimo. De acompañamiento».

El acuerdo -que muchos palestinos veían como una derrota diplomática sin paliativos- estuvo a punto de colapsarse antes de nacer. Abú Mazen se negó a firmar el documento si Olmert no se comprometía a abrir inmediatamente la negociación sobre los cuatro asuntos centrales del conflicto: el regreso a Israel de los palestinos expulsados de ese país durante la creación del Estado de Israel; las fronteras entre la futura Palestina e Israel; los asentamientos judíos en Cisjordania y la situación de la parte este de Jerusalén, ocupada por Israel desde 1967.

Son cuatro cuestiones claves a las que, sin embargo, la declaración conjunta no dedica ni una sola palabra. Pero quien afrontó la cuestión fue Olmert. En su discurso, el jefe del Gobierno israelí afirmó explícitamente que «estas negociaciones incluirán todas las cuestiones que hemos evitado tratar hasta ahora. Haremos esto de forma directa, abierta, y valiente. No evitaremos ninguna materia. Trataremos todos los asuntos centrales».

Hasta ahora, la Hoja de Ruta preveía que, primero, la ANP debía eliminar toda la actividad terrorista en su territorio y sólo entonces habría una nueva conferencia de paz en la que se negociaran esos cuatro puntos.

Ahora, Olmert ha declarado que está dispuesto a hablar de eso desde el principio. «Pero hay que establecer una aclaración: hablar sobre algo y llegar a un acuerdo no es lo mismo que ponerlo en práctica». Así explicaba el acuerdo a EL MUNDO Aviv Shir On, ex embajador de Israel en Suiza y portavoz del Gobierno de Olmert en Annapolis. En otras palabras: si Abú Mazen no controla de forma efectiva los territorios palestinos, Israel se reserva el derecho de congelar cualquier entendimiento en esas «cuestiones centrales».

Con este sistema, Tel Aviv y Washington crean un sistema de incentivos para que los palestinos traten de frenar a grupos como Hamas, que ya controla toda la Franja de Gaza. El propio Shir On explicaba, respecto al plazo del acuerdo: «Ya hemos tenido otros calendarios en Oriente Próximo y no los hemos cumplido». Con ese razonamiento, la pelota queda en el tejado de Abú Mazen, un líder débil e impopular al que una gran parte de su población querría derrocar para sustituirlo por un grupo fundamentalista.

Con estos mimbres, el acuerdo de Annapolis es difícil de valorar. Scott Lasensky, del Instituto de la Paz de EEUU declaraba a este periódico justo después de los tres discursos: «En términos de simbolismo, ha sido espectacular. En términos de contenido, decepcionante».

Nadie lo hubiera esperado

Los diplomáticos presentes en Annapolis, sin embargo, veían las cosas de manera diferente. «No es un acuerdo insignificante. Palestinos e israelíes han declarado: 'Somos capaces de lograr un acuerdo'». Puede parecer poco. Pero, desde luego, hace seis meses nadie lo hubiera esperado», explicaba un representante de Naciones Unidas mientras paseaba por el enorme polideportivo de la Marina de EEUU convertido en improvisada sala de prensa. Una sala de prensa en la que los periodistas israelíes y palestinos se sentaban en sitios separados.

En el fondo, las palabras del representante de la ONU eran un eco de las que iba a pronunciar poco después el secretario general de esa organización, Ban Ki-moon: «El día de hoy marca el inicio de un proceso, no el final»..

elmundo.es

Album:

Vea las imágenes del encuentro.

Blog:

Así se vivió la cumbre en Jerusalén.

Documento:

Lea el texto íntegro de la declaración.

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