El completo, riguroso y exhaustivo estudio de la Fundación BBVA sobre las balanzas fiscales de las comunidades autónomas corrobora que tanto el sistema de financiación vigente como los anteriores han propiciado un elevado grado de solidaridad entre los diferentes territorios del Estado español desde el inicio de la democracia.
Las cifras reflejan que Madrid es la comunidad con mayor nivel de renta y también la que más contribuye a la caja común del Estado. El saldo aportado por cada ciudadano residente en Madrid se eleva a 3.247 euros de media anual en el periodo entre 2001 y 2005, según los datos del BBVA. En términos absolutos, la comunidad de Madrid contribuyó al Estado con 47.700 millones de euros en 2005 y recibió solamente 26.800, lo que supone una aportación neta de recursos a la Hacienda Pública de casi 21.000 millones de euros, una cantidad impresionante.
Cataluña es la segunda comunidad que más contribuye a la solidaridad territorial: el saldo negativo per cápita asciende a 1.489 euros en el periodo 2001-2005, una cantidad muy importante pero que no llega a la mitad de lo que aporta Madrid.
Las comunidades que más reciben son Extremadura, Asturias, Castilla y León, Canarias, Galicia y Andalucía, lo cual encaja con su menor nivel de renta o con sus características territoriales. Baleares y Valencia, en cambio, son contribuyentes netos junto a Madrid y Cataluña.
El estudio del BBVA refleja con nitidez los privilegios fiscales de Navarra y el País Vasco, las dos comunidades con regímenes forales. Ambas aparecen en segundo y tercer lugar en renta per cápita, pero, sin embargo, reciben dinero del Estado. Baleares, con una renta claramente inferior a ellas, aporta 1.200 euros por habitante a esa caja única.
Todos estos datos desmontan el victimismo del nacionalismo catalán al poner en evidencia que Madrid es una comunidad mucho más solidaria y el victimismo del nacionalismo vasco, que ha alentado el mito de que sus ciudadanos vivirían mejor sin el resto del Estado. La realidad es justamente al revés: Madrid está penalizada por el vigente sistema de financiación y aporta en estos momentos más dinero que todos los demás contribuyentes netos juntos.
Los últimos datos incorporados a este estudio corresponden a 2005. Dado que el Estatuto de Cataluña va a aumentar la inversión pública en esa comunidad y reducir la aportación al conjunto, lo que sucederá el año que viene es que Cataluña recortará su déficit fiscal mientras Madrid seguirá incrementando su cuota a las arcas del Estado.
Es cierto que un estudio de estas características no puede tener en cuenta una serie de intangibles como son la capitalidad que benefician a Madrid. Pero también Cataluña o el País Vasco tienen ventajas que no se pueden contabilizar en un balance como su superávit comercial con el resto del Estado.
El estudio refleja otra importante paradoja: que comunidades ricas como Madrid y Cataluña figuran entre las que reciben menos dinero del Estado para financiar sus servicios públicos, con lo que se produce el efecto perverso de que los territorios que menos aportan pueden disponer de mejor educación o sanidad que quienes los financian, lo cual resulta también discriminatorio.
Los nacionalistas se han aferrado durante muchos años a las balanzas fiscales para presentarse como víctimas de un Estado centralista y voraz. La fría realidad de los números derriba este tópico.