La atosigante vecindad de la fachada amarilla de la Lubianka, mítica sede de los servicios secretos rusos, no amedrentó ayer en su hotel a los observadores europeos llegados a Rusia, que ayer expresaron la convicción de que las parlamentarias del domingo «no fueron limpias».
«Si Rusia es una democracia dirigida, éstas fueron unas elecciones dirigidas», dijo Luc van den Brande, que encabeza la delegación de 40 observadores de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) llegados a Rusia.
«Todos nos alegramos cuando cayó el Muro, y no queremos en Europa nuevas líneas divisorias en términos de democracia», añadió el jefe de observadores PACE, que lamentó «la ausencia de una separación real de poderes en Rusia» o «la abrumadora influencia de la Presidencia rusa» en unas elecciones que ganó holgadamente el partido putinista.
Con el 98% de los votos escrutados, Rusia Unida, cuya lista la encabezaba el presidente Vladimir Putin, ha obtenido el 64,1% de los votos, lo que equivale a 315 escaños sobre los 450 que componen la Duma (Cámara baja del Parlamento).
«Se observó una presión sobre los electores para que votaran por el partido del gobierno», afirmó por su parte Goran Lennmarker, presidente de la Asamblea de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), que contó con 45 observadores sobre el terreno.
«La fusión del Estado y de un partido político es una violación evidente de los criterios internacionales», dijo Lennmarker, que se mostró a favor de no cuestionar que Rusia siga en la OSCE. «Estamos a favor de la inclusión y no de la exclusión», dijo.
Tras el desplante de los observadores de larga duración de la Oficina para las Instituciones Democráticas y Derechos Humanos de la OSCE (ODIHR), que se negaron a viajar a Rusia alegando trabas en la concesión de visados, la delegación observadora ha sido muy reducida. Apenas 120 pares de ojos para supervisar una jornada electoral en el país más vasto del planeta.
La nevada de votos recabada por Rusia Unida, que ha dejado bloqueados y sin acceso a la cámara a la oposición liberal (Yabloko) y a los reformistas de derecha (SPS), fue celebrada ayer por el presidente Putin durante una visita a la sede de la fábrica aeroespacial Lavochkin, a las afueras de Moscú.
«Si la anterior Duma se apoyaba en el 70% de los electores, la actual lo hace en el 90%, pues sólo un 10% de votantes dieron su voto a partidos que no accedieron a la Duma. Esto confiere un alto grado de legitimidad a nuestra Duma», dijo Putin, que se felicitó por el «éxito incuestionable» de Rusia Unida.
La Comisión Electoral Central dijo que no hubo violaciones y cuestionó el veredicto de los observadores occidentales. «Se trata de un encargo político», dijo Igor Borissov, miembro de la Comisión Electoral citado por la agencia Interfax. Según este miembro, la condena de los comicios habría sido «dictada desde el otro lado del Atlántico».
Esta afirmación entronca con la visión del propio Putin que en plena campaña acusó a la ODIHR de actuar «por recomendación del Departamento de Estado de EEUU» cuando decidió no enviar a sus observadores.
El triunfo arrollador de Rusia Unida sólo ha dejado espacio en la Duma para otros tres partidos. La única oposición la ejercerá el Partido Comunista, que calcó el resultado de 2003 con un 11,6% de los votos (79 escaños).
El líder comunista, Guenadi Ziuganov, ha denunciado fraude masivo y recurrirá ante el Tribunal Supremo las numerosas irregularidades detectadas por sus observadores.
Con un 8,2% de los votos (40 diputados) se queda el partido ultranacionalista LDPR, afín al poder; mientras Rusia Justa (el partido de izquierdas creado por el Kremlin para torpedear al PC) accederá a la Duma con un 7,8%, equivalente a 38 escaños.
Aunque el Frente Civil Unido de Gari Kasparov no participó en las elecciones, el ex ajedrecista ha sido el único capaz de remover los ánimos de las autoridades, que lo encarcelaron cinco días por saltarse un cordón policial en una manifestación en la que denunció la farsa de estas elecciones.
«Las elecciones más deshonestas y sucias de la historia moderna de Rusia». Así calificó ayer el ex campeón de ajedrez los comicios del domingo. Según denunció Kasparov en rueda de prensa, las oficinas de La Otra Rusia (plataforma con la que intenta unir a la dispar oposición rusa) fueron atacadas por jóvenes putinistas del movimiento Nashi, que ayer desplegaron sus banderolas afectas al Kremlin en la Plaza Roja para festejar la victoria anunciada de su líder.