«Lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres, junto a la que recibe en el sistema educativo», afirmó ayer el presidente durante un coloquio organizado en Madrid por el semanario británico The Economist.

«Nuestro sistema educativo no ofrece un mal rendimiento, el problema es que hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que teníamos», agregó.

Según el presidente, sólo se podrá hacer «un juicio justo» al sistema educativo español cuando se llegue a una generación en la que los padres tengan una formación homóloga a los padres de los países del entorno desarrollado. Explicó como ejemplo que se podrá poner «el reloj comparativo a cero» cuando haya una generación de padres que hayan estudiado más allá del periodo obligatorio o que tengan un alto conocimiento de idiomas.

«Es muy frecuente poner interrogantes a nuestro sistema educativo cuando aparece un estudio internacional comparativo», dijo en clara alusión al informe PISA. «Deberíamos hacer justicia con nuestro país, porque todos los sistemas educativos han de ser analizados en función de la evolución y de dónde ha partido cada uno», explicó.

Prometió para la próxima legislatura que los estudiantes cuenten con incentivos para conseguir que cuatro de cada cinco estudien más allá del ciclo obligatorio, al igual que impulsar la investigación universitaria dotándola de más recursos; además de lograr la integración de los inmigrantes de «segunda generación».

La ministra de Educación, Mercedes Cabrera, destacó, por su parte, tras leer el informe PISA, que los alumnos españoles se desenvuelven «positivamente» en Ciencias y de manera «aceptable» en Matemáticas, pero leen «muy poco», según declaraciones recogidas por Europa Press.