Su identificación fue lenta y dificultosa. Inicialmente, ella se identificó como Amaya Alonso.

Los agentes de la policía francesa siempre han sospechado que la mujer que intervino en el atentado, no sólo encañonó a uno de los agentes fallecidos, sino que también pudo realizar los disparos que acabaron con la vida de los guardias civiles.

Sobre Saioa Sánchez, Hintza, pesaba desde el 14 de julio una orden de busca y captura decretada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón por formar parte supuestamente del comando Larrano, que planificaba una serie de atentados en Cantabria.

Uno de los presuntos miembros de este comando, Aritz Arginzoniz, fue detenido el 10 de julio en Santander. Según el juez Garzón, Saioa Sánchez, junto a Arginzoniz y otro etarra huido -Eneko Zurrabeitia-, se reunieron el pasado 29 de junio con el presunto responsable del aparato militar de ETA Garikoitz Aspiazu, Txeroki, quien les ordenó atentar en Cantabria. Entre los posibles objetivos contra los que tenían planeado atentar están los Juzgados nuevos de Santander, la sede principal del Banco de Santander, la comisaría de Policía u otros edificios públicos de la plaza Porticada, el puerto, los alrededores de la terminal del Ferry, la sede central de Telefónica y la plaza del Ayuntamiento de la capital cántabra. Pese a que la incertidumbre se mantuvo durante horas, todos los indicios apuntan a que ambos etarras detenidos ayer participaron en el atentado.

Asier Bengoa y Saioa Sánchez fueron capturados a mediodía de ayer mientras esperaban el autobús en la localidad de Châteauneuf de Randon, al este de Toulouse.

Las identificaciones de los testigos del atentado y de la huida han sido claves a la hora de avalar la sospecha sobre los capturados. Hubo un dato que prolongó la inquietud sobre la implicación de los detenidos en el doble crimen: entre las pertenencias que se les localizaron en el momento de la captura había un billete del metro de Toulouse. No tendría más valor si no fuera por el hecho de que la fecha del billete corresponde al pasado sábado, el mismo día en que se produjo el atentado contra los guardias. Surgieron dudas, ¿si estaban en Toulouse ese día podían estar a la vez y a primera hora de la mañana en Capbreton? Pero esas dudas se fueron diluyendo por la tarde. Las declaraciones de testigos fueron clave para avanzar en unas pesquisas que aún no están finalizadas.

Lo que sí cobra fuerza es que el tercer etarra del comando, el que ha huido de la operación policial y no ha sido detectado, pueda ser algún alto responsable de la organización terrorista. De hecho, las sospechas se centran en que fue éste el autor de los tres disparos contra los guardias civiles.

Según las fuentes consultadas por este periódico, lo más probable es que los tres etarras se separaran en su huida. Los dos detenidos continuaron la fuga por libre mientras que el tercero, según estas fuentes, podría estar ya oculto en algún piso de seguridad de ETA, lo que confirmaría su relevancia en el seno de la organización terrorista.

Asier Bengoa perteneció al aparato de captación de ETA, y fue detenido en 2003 tras la caída de Susper.

Los detenidos ayer habían renunciado a moverse en un vehículo robado el martes, aunque la idea de desplazarse en autobús, en autostop y en taxi alertó a los vecinos de la zona y le puso más fáciles las cosas a la policía francesa. «Ha sido determinante la colaboración ciudadana», explicaba ayer una fuente del Ministerio del Interior galo. «Las llamadas de alerta y las pruebas que han ido dejando los terroristas han permitido seguir su rastro hasta la detención definitiva». De hecho, Asier Bengoa y Saioa Sánchez no se percataron de que los agentes vigilaron de manera invisible sus últimos movimientos. Fueron observados anteanoche mientras cenaban en un restaurante de Rodez y los siguieron hasta el hotel donde durmieron en la localidad de Mende, apenas a 30 kilómetros del lugar de la detención.

Los detenidos no ofrecieron resistencia. Aunque iban armados. Llevaban una pistola automática, 9 milímetros de calibre, y un revólver de calibre 357 Magnum que ahora están siendo investigados en la unidad de balística, tanto para relacionarlas con el atentado de Capbreton como para comprobar si una de las armas fue utilizada en el forcejeo que Asier Bengoa mantuvo el pasado lunes en la localidad de Gabillou, cuando intentaba robar un Volkswagen Golf. Los revólveres no dejan casquillo, lo que descarta que esa arma fuera utilizada para disparar contra los agentes.

El propietario del coche evitó el hurto y no se dejó intimidar por un disparo preventivo que hizo el etarra, aunque el desliz de Bengoa también ha permitido a la policía encontrar el casquillo utilizado y completar la investigación.

Los etarras llevaban encima una importante cantidad de dinero en metálico.