Dos de los subsaharianos ya estaban muertos y nada pudieron hacer para salvarles la vida. No aguantaron las extremas condiciones de la expedición, que partió hace 11 días desde Gambia.

«Vimos que había dos cadáveres. Otro estaba muy mal. Tenía la cabeza hundida en el agua de la sentina de la nave. No podía salir por sus propios medios. Si llegamos a tardar cinco minutos más, habría fallecido», explica uno de los agentes que participaron en el rescate.

Una hora y media antes, sobre las 23.30 horas, otro cayuco había arribado a la misma isla con otros 52 subsaharianos a bordo, uno de ellos muerto, en lo que se está convirtiendo en un goteo incesante y silencioso de cadáveres. Tan sólo en la última semana, siete inmigrantes han perdido la vida y otros nueve se encuentran desaparecidos en su intento de alcanzar El Dorado europeo.

¿A qué se debe este progresivo aumento de la llegada de inmigrantes fallecidos a las costas canarias y andaluzas? El descenso de las temperaturas con la llegada del invierno es una de las principales causas de este reguero de cadáveres. Los casos de hipotermia entre los inmigrantes son cada vez más graves y frecuentes. Las condiciones del mar tampoco son las mismas que en los meses de verano, ya que hay mucho más oleaje.

«Este año están llegando muchos más muertos que el año pasado, aunque vengan menos cayucos. El cambio de temperatura, con seis grados menos, está provocando que cada vez sean menos los que aguanten el viaje», asegura Taylor.

Desde Cruz Roja también atribuyen el aumento de los cadáveres a que las travesías son cada vez más largas porque los inmigrantes se ven obligados a salir desde países más lejanos para burlar los controles policiales. Con el refuerzo de la vigilancia de la Agencia Europea de Fronteras (Frontex) en las costas africanas, las rutas para llegar a Canarias cada vez son más complicadas. «Cuanto más barreras se ponen para que vengan, aumentan los riesgos que corren. Para evitar los controles, los inmigrantes hacen viajes más largos, con más días de travesía. Además, navegan más alejados de la costa y de noche para no ser localizados», explica Gerardo Mesa, presidente de Cruz Roja en Fuerteventura.

A todo ello hay que sumar que las mafias aprovisionan cada vez peor a los inmigrantes, que salen desesperados desde el Africa subsahariana para emprender el viaje a Canarias. Las barcas van cada vez más atestadas de personas, llevan menos víveres y viajan peor pertrechadas. En ocasiones, los traficantes les engañan y les dan menos combustible del que necesitan o incluso agua en lugar de gasolina.

Los agentes de la Guardia Civil apuntan como otra de las causas a que muchos de los inmigrantes que arriban ahora proceden del interior de los países africanos y no de la costa. «Antes, muchos de los que venían eran pescadores experimentados, gente con conocimientos del mar. Ahora, muchos proceden del interior y no han subido a un cayuco en su vida. No han tenido ningún contacto con el mar y su resistencia es menor», relata un agente de la Guardia Civil.

La primera embarcación que llegó la noche del miércoles transportaba a 52 inmigrantes, uno de ellos ya fallecido y otros dos menores. El cayuco fue interceptado por la Guardia Civil en la zona del Médano y trasladado al muelle de los Cristianos. En un principio, los subsaharianos, hartos de días de navegación, querían subir a la patrullera de la Guardia Civil, pero los agentes les convencieron para que continuasen en su barca por la peligrosidad de un transbordo de noche.

Tras su llegada, 15 personas necesitaron atención médica y cinco de ellas fueron trasladadas a centros sanitarios debido a que sufrían cuadros de deshidratación, hipotermia, traumatismos e hipoglucemia.

Una hora y media más tarde, arribó el segundo cayuco a la playa de las Vistas, también en el municipio de Arona, sin ser avistado por la Guardia Civil. En esa barcaza viajaban 40 inmigrantes, entre los que se encontraban dos fallecidos.

Cuatro de los recién llegados tuvieron que ser trasladados a hospitales tras sufrir cuadros de deshidratación, hipotermia, crisis de nervios y alteraciones de conducta.

A estas tres muertes hay que sumar los otros cuatro fallecidos y otros nueve desaparecidos a lo largo de esta semana.

El pasado domingo, 48 inmigrantes llegaron a El Hierro tras ser rescatados el jueves por el pesquero Pinillos Primero, con base en Pontevedra. El cayuco en el que viajaban se hundió debido a las malas condiciones climatológicas y dos de ellos fallecieron.

Al día siguiente, 59 personas, una de ellas muerta, arribaron en una barcaza al puerto de Los Cristianos. Entre los supervivientes había cuatro mujeres y tres posibles menores. El martes, un mercante de bandera holandesa rescató a dos personas con vida y a un fallecido que viajaban en una patera a 65 millas del Cabo de Palos, en Murcia. Otros nueve inmigrantes desaparecieron al volcar la embarcación. Salvamento Marítimo suspendió ayer su búsqueda al considerar que no hay posibilidades de encontrar sus cuerpos. Al menos 360 sin papeles han muerto en lo que llevamos de año tratando de alcanzar las costas españolas.

elmundo.es

Fotografía:

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