Viernes, 7 de diciembre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6564.
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ETA CRUZA LA FRONTERA / Los agentes fueron asesinados cuando participaban en una operación para detener a 'Txeroki' y otros dirigentes 'militares' de ETA / Acababan de poner cámaras de vigilancia en una 'zona caliente'
A la caza de 'El Indio'
FERNANDO LAZARO

MADRID.- Habían finalizado su trabajo. Eran miembros activos de un amplio dispositivo policial hispano-francés que estaba ya en su última fase y que era de caza mayor. El objetivo: la captura de uno de los etarras más buscados, sanguinarios y con mayor relevancia en el seno de la organización terrorista vasca. La caza de El Indio. Garikoitz Azpiazu, Txeroki. El círculo se iba a cerrar este fin de semana. Esa era la previsión policial de los responsables de Interior de ambos países. Iba a ser una actuación global en la que se buscaba un gran impacto policial contra la estructura militar etarra.

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Los responsables de la operación, en sus comunicaciones, se referían siempre al dirigente etarra como El Indio.

En estas comunicaciones operativas nunca se utilizan los nombres reales de los perseguidos sino un mote, por si acaso se producen escuchas.

En ese operativo estaban participando los agentes de la Guardia Civil Fernando Trapero (24 años) y Raúl Centeno (23 años). Poco antes de las 9.00 horas del pasado sábado, ambos habían finalizado ya su participación en el dispositivo. Pertenecían al Grupo de Apoyo Operativo (GAO), que se dedica a labores tecnológicas: aparatos de rastreo, escuchas telefónicas, cámaras de vigilancia.... Y eso es justo lo que terminaban de hacer en el Departamento de las Landas francesas, donde estaba centrado el dispositivo.

Raúl y Fernando habían participado en la colocación de varias cámaras de vigilancia en la zona. Se habían retirado del dispositivo y se fueron a tomar un café al restaurante Les Ecumilles de un centro comercial de Capbreton. Llegaron en un coche Peugeot 405 oficial, pero camuflado, con matrículas francesas, que dejaron estacionado en el aparcamiento.

Relajados, tomaron asiento en una mesa de forma despreocupada, sin apenas dar importancia al trío de jóvenes que estaban en la mesa de al lado. Mientras tomaban el café, uno de los dos agentes se puso en contacto con sus superiores para darles cuenta del resultado de la operación: la colocación de las cámaras había sido un éxito. Los guardias hablaron en español, pero fue alguna de las palabras que utilizaron lo que suscitó la curiosidad de sus vecinos de mesa, que agudizaron aún más el oído.

Y es que a su vera estaban una de las etarras más buscadas, Saioa Sánchez; otro terrorista, Asier Bengoa, que ya fue detenido por pertenecer al aparato de captación de ETA y se encontraba huido de la Justicia, y un tercero, aún desconocido, al que las Fuerzas de Seguridad del Estado considera un alto responsable en la estructura etarra.

Los agentes no pudieron ver en ningún momento el rostro de este último. Los de los otros dos es posible que sí, pero no les reconocieron.

Sin embargo, los etarras sí se quedaron alerta y sospechando, tras escuchar esa conversación telefónica, que estaban junto a dos agentes de la Seguridad del Estado.

Por este motivo, los tres terroristas abandonaron el local. Pero sin despertar sospechas, con total naturalidad. Es en este punto donde los especialistas contra ETA se quedan más perplejos. En lugar de huir, como siempre hacen cuando detectan presencia policial en Francia, optaron por esperar a los agentes para tratar de confirmar sus sospechas. Este dato hace reforzar la tesis de que el tercer integrante del comando era alguien con suficiente peso como para tomar la decisión de acabar con la vida de los guardias civiles sin tener que pedir permiso o consultar con nadie.

Y esperaron a que salieran los agentes. No pasaron muchos minutos cuando Raúl y Fernando abandonaron el local y se dirigieron a su vehículo. Cuando llegaban a la zona donde lo habían dejado aparcado, fueron asaltados por los etarras. A punta de pistola les obligaron a sentarse en los lugares del piloto y del copiloto. Desde los laterales de los coches, Saioa Sánchez y otro de los etarras estuvieron encañonando a los dos agentes mientras el tercero registraba las pertenencias que llevaban encima. Allí, los terroristas localizaron nuevos indicios que avalaban sus sospechas sobre la identidad de los, en ese momento, secuestrados.

Pero los asesinos aún lograron más pistas. En el interior del vehículo, el etarra localizó nuevos datos que diluyeron todas sus dudas: en el maletero los agentes llevaban, en dos bolsas, material de vigilancia similar al que acaban de colocar.

Había microcámaras y cables utilizados para las conexiones. En las bolsas también había algún indicio sobre la pertenencia de esos dos jóvenes a la Guardia Civil.

En ese momento, el terrorista que realizó el registro puso fin a la fase de comprobación con un grito: «¡Txakurras!». Fue en ese momento cuando los terroristas [aún está por esclarecer si los disparos los realizó uno o dos de los etarras del comando] acabaron con la vida de Raúl al grito de «Txakurras hijos de puta». Fueron tres disparos. Raúl murió de forma instantánea. Fernando falleció el pasado miércoles, cuatro días después del atentado. Los etarras abandonaron el aparcamiento tras el atentado y se llevaron las bolsas con el material sofisticado que portaban los agentes en el coche.

A partir de ese momento se inició una alocada fuga que finalizó el pasado miércoles con la captura de dos de los tres terroristas: Igor Bengoa y Saioa Sánchez. El tercer etarra, de momento, ha logrado escapar.

El atentado frustró una de las mayores capturas de etarras de los últimos meses, según mandos policiales implicados en la operación.

En el punto de mira se encontraba Txeroki, considerado como uno de los responsables del entramado militar de ETA. Pero, además, se estaba tras la pista de varios de los integrantes de esta estructura etarra, con galones, según explicaron a este periódico fuentes de la investigación.

La operación no estaba del todo cerrada, pero sí se atisbaba un inminente final. Algunas fuentes apuntan que este operativo se podía haber producido este mismo fin de semana. Recuerdan que, en las fechas próximas al Día de la Constitución, los movimientos de ETA en el sur de Francia son intensos, lo que hubiera permitido cerrar más el círculo policial sobre los sospechosos.

De lo que apenas tienen dudas los investigadores es de que los terroristas estaban en plena cita: o bien el huido había ido a la cafetería para contactar con los otros dos etarras ahora detenidos, o bien los tres terroristas estaban esperando a algún otro o recibir algún correo.

No obstante, algunos responsables policiales sí han expresado un doble lamento: por el atentado que ha acabado con la vida de dos guardias civiles y porque éste evitó la operación contra la estructura de ETA dirigida por Txeroki. Algunos creen que habrá que volver a empezar.

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