Por cuarto año consecutivo -todos los que lleva en su cargo-, el presidente del Congreso de los Diputados, Manuel Marín, pidió ayer a los partidos que utilicen el consenso como forma de trabajo. Pero esta vez fue más contundente: «No se puede repetir otra legislatura tan dura y tan ruda como la que hemos tenido», afirmó.
El asesinato de dos guardias civiles en Francia por parte de ETA, el sábado pasado, marcó ayer la recepción que se celebra cada 6 de diciembre en el Congreso para conmemorar el Día de la Constitución. Por eso, Marín quiso que el acto fuera «breve y austero», pero no desaprovechó la ocasión para decir con claridad lo que piensa.
Para empezar, recordó que la Constitución de 1978 «no es un mito intocable, y no puede serlo». Pero, a renglón seguido, subrayó que esta Carta Magna es «la referencia básica para entender lo que hoy es España y lo que somos los españoles, aceptando nuestra diversidad».
«Esta Constitución nos ha dado los 30 años de mayor progreso en todos los órdenes que hayamos podido tener en la Historia de España», añadió. «La historia de esta Constitución es la historia de un éxito colectivo de todos los españoles», subrayó Marín.
Durante los casi cuatro años que lleva en el cargo de presidente del Congreso, Marín ha reclamado una y otra vez que los partidos busquen el consenso y, cuando discrepen, que lo hagan sin recurrir a los frecuentes gritos, e incluso insultos, que se escuchan en esa Cámara.
Ayer, en el que puede considerarse su testamento político -porque ya ha anunciado que no se presentará a las próximas elecciones-, Marín insistió en esa idea: «Hay que trabajar en política con otros modos y de otra manera», indicó.
Y la mejor manera de trabajar en política, según dijo, es la que se utilizó para elaborar la Constitución de la que ayer se celebraba el 29º aniversario: con «consenso» y teniendo «sentido del límite», afirmó.
No sólo pidió a los partidos que trabajen de esa manera, como lo hicieron en 1978, sino que explicó lo que significa para que no quedara ninguna duda. Se trata de intentar lograr «acuerdos que faciliten la vida de los españoles» y de que cada partido sepa cuándo tiene que «dejar de apretar al adversario, abrir la mano y, llegado el caso, estrecharla y tenderla».
Manuel Marín ha demostrado más de una vez, mientras dirigía los debates en el Pleno del Congreso, que la crispación política y los malos modos al hablar no van con él. Ayer no quiso despedirse sin referirse a ello: «Me niego a aceptar que consenso y sentido del límite son dos palabras viejas. No es verdad. Tendrán que adaptarse, pero siguen siendo hoy muy necesarias», manifestó.
Insistió en pedir a los partidos que, «a pesar de las diferencias», intenten siempre «el entendimiento sobre los temas básicos de nuestra democracia», porque es lo que quiere la ciudadanía. Pero eso sólo será posible, según dijo, «si dejamos de acumular reproches».
«Creo que tenemos que volver a la política con mayúsculas», añadió. «Hay que volver a volar alto. Ha llegado el momento de abrir la puerta a la grandeza», concluyó.
Manuel Marín comenzó su discurso pidiendo un minuto de silencio en memoria de los dos guardias civiles asesinados, mostrando el «respeto y cariño» de todos a sus familiares y agradeciendo la cooperación de Francia, -«y especialmente de su presidente, Nicolas Sarkozy», subrayó- en la lucha contra los terroristas de ETA.
Tras su discurso no se ofreció a los asistentes el tradicional cóctel, porque el Congreso ha decidido suspenderlo como señal de duelo por los dos agentes asesinados.