Viernes, 7 de diciembre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6564.
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Un paquete bomba mata a la secretaria de un despacho legal en París
El edificio donde se produjo la explosión aloja un bufete que aún tiene como accionista a Sarkozy El Ministerio del Interior francés excluye cualquier relación del atentado con el presidente
RUBEN AMON. Corresponsal

PARIS.- El misterioso atentado cometido ayer en un céntrico despacho de abogados ha conmocionado la actualidad parisina. Tanto por el balance homicida de la carta bomba -una mujer muerta y cinco heridos- como porque el edificio donde se produjo la explosión también aloja un bufete que aún tiene como accionista de referencia al presidente de la República, Nicolas Sarkozy. El Ministerio del Interior se apresuró ayer a excluir cualquier relación del atentado con la persona de Sarkozy.

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El Ministerio tampoco consideró verosímil que el paquete remitido por mensajería pretendiera hacer sangre contra la Fundación para la Memoria del Holocausto o contra un despacho de abogados que defiende al terrorista corso Yvan Colonna.

Ambos hipotéticos objetivos tienen su sede en el edificio siniestrado, pero el explosivo iba dirigido al despacho de la abogada Catherine Gouet-Jenselme, especializada normalmente en asuntos inmobiliarios.

Tanto ella como sus colegas le deben la vida a la secretaria que abrió el paquete-trampa a mediodía de ayer. Murió prácticamente en el acto y su cuerpo hizo de pantalla, aunque no lo suficiente para evitar que resultaran heridos otros cinco compañeros de trabajo. El más grave, de 58 años, fue hospitalizado de urgencia en el centro de Pitié Salpêtrière. Reviste quemaduras de importancia, pero su vida no corre peligro.

«No entendemos lo que ha ocurrido. Este despacho nunca ha recibido amenazas ni intimidaciones. Aquí nos dedicamos a actividades inmobiliarias, divorcios y seguros», citaba ayer en el anonimato uno de los abogados que trabaja en la oficina siniestrada del cuarto piso.

Papel de accionista

Tres más abajo se encuentra el bufete Arnaud Claude & Associés. Nicolas Sarkozy lo fundó con dos colegas en 1987, aunque sus actividades en la política no le han impedido conservar su papel de accionista.

De hecho, el jefe del Estado francés guarda un 30% del pastel. Suficiente para que sus adversarios le hayan reprochado en otras ocasiones la incompatibilidad entre los negocios personales y la tarea presidencial.

«Estamos delante de un acto atroz y abominable», decía ayer Sarkozy a propósito del atentado. «Nadie puede quedarse indiferente ni abstenerse de condenar semejante brutalidad», añadía el presidente francés.

Su portavoz, David Martinon, aprovechó anoche una entrevista para insistir en que el atentado no iba destinado al jefe del Estado. Primero, porque el nombre del destinatario estaba escrito en el sobre. Y, segundo, porque el efecto de la explosión nunca podría haber repercutido en un despacho que se encuentra tres pisos más abajo del «elegido».

Ahora bien, la brigada antiterrorista encargada de la investigación y la Fiscalía parisina admiten que el atentado les ha sorprendido. Tanto por la gravedad del balance como porque no hay reivindicación ni un móvil definido. De ahí que se manejen con palos de ciego dos hipótesis de emergencia: un homicidio por razones personales o un asesinato por cuestiones profesionales pendientes de toda verificación.

Sí parece fuera de dudas, en cambio, que el atentado pretendía hacer más daño del que finalmente produjo. El paquete bomba remitido al número 52 de la avenida Malesherbes contenía otras dos cargas explosivas que no llegaron a explotar porque falló uno de los mecanismos de activación.

Condenas

«Estamos delante de un acto odioso y reprobable», señalaba a pie de obra la titular del Interior, Alliot-Marie. «Es muy pronto para decir si se ha definido alguna línea clara de investigación», añadía la ministra.

Al menos, se han descartado las primeras improvisaciones. Entre ellas, que el paquete bomba pretendiera atentar contra la sede de la Fundación para la Memoria del Holocausto. Su presidente, Serge Klarsfeld, insistió en que nunca habían recibido amenazas. También dijo que la presencia de un destinatario en el sobre-trampa excluía en sí mismo el juego de las elucubraciones detectivescas y de las especulaciones.

No importa. Los vecinos se las intercambiaban ayer en los aledaños del número 52 de la avenida Malesherbes. Una zona noble del distrito octavo y de la rive droite que fue acordonada por la policía y la gendarmería con medios excepcionales. Los efectivos de la brigada criminal y antiterrorista, de paisano, se mezclaron con los robocops y los militares, emulando el ajetreo de un atentado en Belfast de los años 80.

elmundo.es

Album:

Galería de fotos del suceso parisino.

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