Sábado, 8 de diciembre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6565.
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 OPINION
EL MUNDO QUE VIENE / KLAUS WOWEREIT
«Una gran coalición de Gobierno como la alemana sólo tiene sentido donde no exista ninguna alternativa»
DESDE HACE SEIS AÑOS, ESTE DIRIGENTE DEL PARTIDO SOCIALDEMOCRATA DE ALEMANIA ES ALCALDE DE BERLIN. SEGUN LAS ENCUESTAS, UNA MUY AMPLIA MAYORIA DE CIUDADANOS RESPALDA SU EFICAZ GESTION Y CADA VEZ MAS VOCES LE ANIMAN A LANZARSE A LA CONQUISTA DE LA PRESIDENCIA FEDERAL
CARLOS ALVARO ROLDAN

CARGO: Alcalde de Berlín / FORMACION: Licenciado en Derecho / EDAD: 54 años / AFICIONES: El arte, la cultura, jugar al golf y esquiar / CREDO: Serenidad jovial / SUEÑO: Que no haya más parados en Berlín, sólo gente con trabajo

El inquilino de la Casa Roja, como se conoce en Berlín a la sede del Ayuntamiento, junto a la mítica Alexanderplatz, es un hombre muy popular entre sus conciudadanos y entre los alemanes en general. Así lo demuestran las encuestas, que siguen otorgando al político socialdemócrata apoyos de hasta el 70%. Y el propio Klaus Wowereit se ha mostrado ya dispuesto a dar el salto a la política federal, aunque en ningún caso se ve enfrentándose a su admirada canciller, la conservadora Angela Merkel, tal como reconoce mirando al horizonte que se erige más allá de las elecciones federales de 2009.

Pese a los graves problemas financieros que acucian intermitentemente al Ayuntamiento de Berlín -«el taller de la Unificación» alemana, según llama Wowereit a su ciudad-, su apuesta por la cultura, la tolerancia y la convivencia -uno de los leitmotiv de su idolatrado canciller Willy Brandt- ha convertido la urbe en un hervidero de ideas de la vanguardia europea que se funde cada día con algunas dosis de tradición alemana y la vida de ciudadanos de más de 180 nacionalidades y costumbres diferentes. Berlín, además, se ha convertido en el destino soñado de la mayoría de estudiantes Erasmus españoles.

Klaus Wowereit es gay -«¿y qué?»-, como aseguró al salir del armario en la primavera de 2001, poco antes de las elecciones que le llevarían triunfante a la Alcaldía de Berlín. Ahora acaba de publicar su autobiografía -«un balance intermedio», admite- donde destaca el papel de una madre luchadora sacando adelante a sus hijos siempre con problemas de dinero, igual que la ciudad que ahora dirige él.

PREGUNTA.- Alcalde, es usted uno de los políticos más respetados y populares de Alemania y ya ha revelado que se siente preparado para saltar en cualquier momento a la política federal. ¿Es éste un paso inminente? ¿Se ve en una competición, por ejemplo, con la canciller Angela Merkel, por la que usted, pese a las lógicas diferencias ideológicas, reconoce sentir una especial admiración?

RESPUESTA.- No, no me veo en ninguna competición con la canciller. Yo ya actúo en la política estatal como miembro del Bundesrat -la Cámara Alta de la República federal- y también al formar parte de la dirección nacional de mi partido, el SPD -Partido Socialdemócrata-. Tal y como he hecho hasta ahora, seguiré dando mi opinión sobre temas políticos en el conjunto del país, siempre que sean relevantes para Berlín. Y lo son la mayoría de los asuntos políticos.

P.- ¿Qué significa para Alemania tener su primera mujer canciller? Porque la sociedad germana no deja de ser bastante conservadora, como han demostrado las numerosas críticas a la ministra Ursula von Leyen por su proyecto de crear 750.000 plazas de guardería como ayuda a la incorporación de las madres al trabajo.

R.- Fue una gran sorpresa que dos partidos conservadores como la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Social Cristiana (CSU) nombraran como candidata a una mujer y que ésta, además, procediera de la antigua República Democrática Alemana (RDA). Esto ha sido un éxito personal de Angela Merkel. Yo creo que, en general, en Alemania éste no ha sido un tema de gran debate, ya que desde hace tiempo es algo normal que en nuestro país las mujeres desempeñen un cargo directivo. En el caso de la Cancillería sí se trataba de una novedad, pero en seguida se vivió con una gran naturalidad.

P.- Dos años después de la gran coalición entre socialdemócratas y conservadores, ¿cuál es su balance? ¿Los éxitos son algo más que una recuperación económica?

R.- En Alemania siempre ha sido difícil un Gobierno de gran coalición, porque los dos grandes partidos quieren imponerse en cada tema político a abordar, por lo menos en el 50% de cada asunto, y esto significa tener que buscar constantemente acuerdos. De ello se deriva que ninguno de los partidos consiga imponerse por completo. Asimismo, supone que a menudo no se puedan articular las diferencias de manera contundente. Se ha conseguido mucho en esta gran coalición entre el SPD y CDU-CSU, pero todavía queda mucho por hacer. El pacto es para todo este periodo legislativo, hasta 2009. Creo que una gran coalición sólo tiene sentido si ésta es imprescindible, es decir, ahí donde no exista otra alternativa posible.

P.- Usted ha sido de los pocos políticos del SPD que ha pactado para gobernar con los ex comunistas de la antigua Alemania Oriental, hoy fusionados con disidentes socialdemócratas en Die Linke (La Izquierda). ¿Es hoy posible, con Oskar Lafontaine, repetir la experiencia a escala federal?

R.- Sí, ya hubo antes una coalición de izquierdas en el Estado de Mecklenburgo-Pomerania Occidental antes que la nuestra. Pero por el momento, y de cara a las elecciones legislativas del 2009, no será posible una coalición de izquierdas nacional. Esto se debe, por un lado, a la lista de la propia Die Linke, pero, por otro, también a su programa. Tanto en cuestiones de política exterior, como en temas sociales y de política interna no es capaz de formar Gobierno y tampoco muestra ninguna intención de serlo. Por eso no va a haber ninguna coalición en los comicios de dentro de dos años.

P.- Los socialdemócratas alemanes han ofrecido estos días una imagen de cierto desconcierto. Pese a los éxitos del Gobierno del que forman parte, se hunden en las encuestas por debajo del 30%. Usted ha apoyado al presidente Kurt Beck pero también ha criticado ciertas prácticas internas. ¿Qué ofrece el SPD frente a La Izquierda?

R.- El Partido Socialdemócrata se encuentra en una situación difícil. Die Linke de Oskar Lafontaine recibe siempre en las encuestas el 10% de los votos y esto significa que hay en Alemania tres partidos de izquierda: Los Verdes, el SPD, con un techo electoral próximo al 30%, y Die Linke.

Tenemos que desarrollar de nuevo de manera clara y rotunda un perfil social, que en parte ya lo hemos conseguido en el reciente congreso del partido celebrado en Hamburgo. Gracias al programa, pero también a las decisiones adoptadas, como, por ejemplo, la prolongación del subsidio de desempleo para los mayores de 50 años o el tema del salario mínimo. Es decir, dejar claro qué es lo que significa para nosotros la justicia social. Y ahí tenemos que ponernos a trabajar y será entonces cuando el SPD pueda volver a ganar más fuerza.

P.- Sin duda, Berlín es hoy una de las ciudades más interesantes y activas de Europa. ¿Qué imagen de ella vendería su propio alcalde?

R.- Berlín es una ciudad abierta hacia el exterior y muy tolerante. Aquí viven personas de 180 naciones diferentes y lo hacen en su mayoría de manera pacífica; aquí se puede vivir y ser feliz cada uno a su manera. Y como dijo Fritz el viejo [Federico II de Prusia], es una ciudad con un clima muy abierto, con mucha tolerancia y aceptación. Esta debe de ser la imagen que represente a la ciudad de Berlín, una urbe con espacio para todos, incluidas las personas que vienen del resto del mundo y que quieren seguir su camino, conjuntamente y de manera pacífica.

P.- «Berlín, pobre pero sexy», según sus propias palabras. Poco trabajo, poco dinero, austeridad y recorte de gastos, al tiempo que se apuesta con éxito por proyectos de prestigio y en la cultura popular. ¿Hay luz al final del túnel?

R.- La hay, es el curso de la consolidación. El punto duro del curso presupuestario del Gobierno ha dado sus frutos. Ahora tenemos un presupuesto público más equilibrado, no existe ya necesidad de crear nuevas deudas, podemos incluso devolver el próximo año 476 millones de euros y tenemos de nuevo un margen mayor para inversiones necesarias en investigación, educación y otros campos de futuro. Evidentemente, aún no somos ricos y seguimos teniendo problemas financieros, pero estamos muchísimo mejor de lo que estábamos hace solamente dos años. Le aseguro que en un tiempo casi récord se ha conseguido mucho más de aquello por lo que muchos hubieran apostado.

P.- Se considera uno de los hijos del mítico canciller Willy Brandt. ¿Qué aspectos de él habría que recuperar hoy?

R.- Creo que Willy Brandt fue una persona que durante su vida postuló siempre por la reconciliación, por el equilibrio. En temas tan importantes como la problemática Norte-Sur, ya en su tiempo abogó por ayudar a los países en vías de desarrollo. En el caso de las relaciones Este-Oeste, fue él quien, gracias a su política de apertura, alivió a muchas personas. Es decir, era un cosmopolita que defendía en todo el mundo una buena convivencia entre las personas. Y éste es, con seguridad, un leitmotiv que debería seguir cada político del mundo.

P.- En Berlín podemos ver su proyecto para cuatro millones de habitantes. ¿Cómo sería para 80 millones en caso de saltar a la política federal?

R.- Los berlineses y berlinesas son una parte de esos 80 millones de personas que hay en Alemania. Berlín es el lugar donde se unieron el este y el oeste, donde, desde el primer momento de la unificación, personas con distintas biografías y con una socialización distinta tuvieron que formar una ciudad. Esto se ha conseguido en su mayor parte y por ello Berlín es algo así como el taller de la unificación alemana y tiene que resolver algunas cuestiones que incumben a la totalidad de la república. Esta es ya una tarea bien importante.

P.- El conflicto entre los kurdos y el Ejército turco que se ha recrudecido en los últimos meses en el área fronteriza entre Turquía e Irak parece haberse extendido también en las últimas semanas a las calles berlinesas, donde han tenido lugar manifestaciones de protesta y algunos incidentes violentos.

R.- Espero que sólo haya sido un acontecimiento aislado. En las últimas décadas hemos visto a menudo que hay tensiones en otros países que causan sus efectos en Alemania, y más concretamente en Berlín, con protestas e incluso enfrentamientos. Y debe estar permitido poder protestar, claro, pero tiene que hacerse de manera pacífica y no existe justificación alguna para que se den aquí en Berlín enfrentamientos violentos en representación de los países de origen de quienes los protagonizan. Y en ese caso actuaremos con todos los medios que nos ofrece el Estado de Derecho.

P.- Las pocas críticas que este corresponsal de EL MUNDO ha podido recoger en la calle contra su gestión al frente de la Alcaldía se refieren a la falta de ampliación de los carriles-bici, ya de por sí impresionantes para alguien procedente de España, y al gran problema de la ciudad: los excrementos de los perros que inundan muchas calles.

R.- Si éstos fuesen los únicos problemas, entonces coincidirá conmigo en que tendría motivos para sentirme muy contento. Berlín es una ciudad que acoge con gusto a los perros, animal muy importante para un alto porcentaje de berlineses. Está prohibido que los dueños permitan a sus mascotas que hagan sus deposiciones en la calle, por supuesto; cada cual tiene que retirar los excrementos. Pero muchos no lo hacen y por ello es un problema para los servicios de limpieza. En cuanto a los carriles para bicicletas, estamos ampliando la red. Esta es ya buena, pero se tiene que ampliar, aunque no lo acepta todo el mundo. Pero es muy importante para la movilidad en la ciudad.

P.- ¿El alcalde Wowie va aún en bicicleta, como cuando sólo era Klaus Wowereit?

R.- Desgraciadamente, casi no ando en bicicleta porque no tengo tiempo, pero sí la tengo en el sótano para cogerla en cuanto surge la oportunidad.


«Decir en público que soy homosexual apenas afectó a mi resultado electoral»

Usted fue uno de los primeros políticos europeos en declararse públicamente homosexual. En su caso, en 2001, poco antes de ganar la Alcaldía. ¿Ha condicionado esta salida del armario su posterior forma de gobernar?

- No creo que haya influido en mi modo de afrontar el gobierno. Sin embargo, indudablemente fue, dada la atención mediática que se le prestó a mi anuncio, una cuestión política de relevancia nacional. Con ello conseguí otro grado de fama, distinto al que es habitual para un político de un Estado federal. No sé si me ha perjudicado o me ha beneficiado políticamente, sobre ello hay diferentes opiniones; seguro que algunos electores se han distanciado de mí al saberlo, mientras que otros habrán sido captados precisamente por ello. Pero, en general, el paso dado fue el correcto y, como se vio después, apenas afectó al resultado de las elecciones.

Una curiosidad, acaba de publicar su autobiografía, ... Y es una buena cosa. La exclusiva se la ha dado al Bild, un diario que en los últimos meses parecía enzarzado en una guerra larvada desde sus páginas contra usted. ¿Supone esto que han firmado la paz?

- Creo que nadie debe pensar que se puede firmar una tregua con el periódico Bild, ya que funciona con los mecanismos de la prensa sensacionalista, y esto lo lleva a cabo consecuentemente. Por ello hay momentos en los que nos llevamos bien y otros momentos en los que nos enemistamos. Ahora se ha anunciado la paz.

Una infancia difícil, una madre luchadora, siempre con problemas de dinero, dificultades para acceder al instituto... ¿Por qué ahora una autobiografía?

- Fue una idea del editor Karl Blessing, que hace años logró atraerme al proyecto. Durante años lo dudé y no lo llevé a cabo. Pero el año pasado decidí hacerlo. Y sí, es un balance intermedio. Hace poco me comentó una señora mayor que hacía bien en escribir a tiempo estas cosas porque con la edad se olvida tanto. Sin duda, es un balance intermedio.

Muchos en otras ciudades ven con envidia a un alcalde como usted, que preside los desfiles del Día del Orgullo Gay, apuesta abiertamente por una sociedad multicultural, sale por las noches e incluso interviene en series de televisión y películas o escribe libros. ¿Dónde está el secreto?

- Trabajar, trabajar y trabajar. El trabajo nunca tiene un final y en una ciudad como Berlín hay tantos asuntos pendientes que no se consigue hacer todo lo que uno quiere. Y, sobre todo, dura disciplina, no se hace nada por sí solo.


LA CUESTION

- En Berlín vive la mayor comunidad turca fuera de Turquía, casi 400.000 personas. ¿Cuáles son los errores y los éxitos en las políticas locales de integración?

- Hablamos mucho sobre integración y sobre los problemas de la integración. Hay que decir que desde hace décadas funcionan de manera excelente muchos modelos diferentes de integración. Muchas personas que en los años 60 vinieron desde Turquía a Alemania se han integrado y son hoy personas con éxito. Pero desgraciadamente existen personas, de la segunda y tercera generación, que hoy en día desarrollan su vida aparte, que no se han integrado. Y esto es un gran problema para los niños, pues si no hablan el idioma, si no saben alemán, entonces quedarán excluidos de una carrera profesional, quedarán excluidos de la seguridad material y de ello surgen los conflictos, los problemas. Esta es nuestra gran preocupación, dejar claro que en las familias se tienen que preocupar de que los niños aprendan alemán, que reciban una buena educación y tengan un deseo de superarse. Es decir, una generación sin perspectivas, éste es nuestro mayor problema y todavía tenemos mucho que trabajar.

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