Martes, 11 de diciembre de 2007. Año: XVIII. Numero: 6568.
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UNA MUJER EN LA CASA ROSADA / La toma de posesión
Cristina Kirchner recibe el bastón presidencial de manos de su marido
En su discurso de investidura promete luchar «hasta que no quede un solo pobre en la calle»
RAMY WURGAFT. Corresponsal

BUENOS AIRES.- Los huéspedes apenas parpadeaban, por no perder detalle de la histórica ceremonia que estaban presenciando. Por primera vez en una democracia moderna un marido le transfería el poder a su esposa. No pasó desapercibido el guiño de complicidad conyugal que Néstor Kirchner intercambió con su sucesora al ceñirle la banda celeste-blanca y entregarle el bastón de mando. Cristina Fernández de Kirchner es la primera mujer elegida por el voto de sus compatriotas para ejercer el cargo de presidenta.

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En su discurso de investidura, la flamante gobernanta hizo hincapié en los logros obtenidos por su predecesor, a quien se dirigió tratándole respetuosamente de «usted». «Usted, junto con los argentinos, cambió el sentimiento de frustración que nos abrumaba [por la crisis de 2001] por uno de optimismo y de fe en el futuro. Lo consiguió desde la profundidad de sus convicciones que yo modestamente comparto». La nueva inquilina de la Casa Rosada señaló que durante el mandato de su esposo se obtuvieron significativos avances en la lucha contra la pobreza, pero añadió que esa lucha continuará «hasta que no quede un solo pobre en la calle».

Fernández indicó que Argentina logró superarse a pesar de las presiones ejercidas por el Fondo Monetario Internacional (su titular, Strauss-Kahn estaba en el acto) y otros organismos multinacionales, y «el escepticismo estéril de un sector de nuestros políticos y empresarios». Al abordar el tema económico, indicó: «No he venido a convertirme en gendarme de las ganancias de los empresarios, y tampoco a tomar parte en los pleitos que libran las organizaciones sindicales».

La nueva presidenta consideró que la inserción de Argentina en el mundo depende en gran medida de la mejora en la educación pública. «Pero no habrá financiamiento estatal que valga, si los maestros no se capacitan y los alumnos no estudian. Mi madre es testigo de que yo dedicaba horas al estudio», dijo.

Entre los desafíos que pretende asumir, Cristina resaltó el fortalecimiento de las instituciones: «El Congreso debe recuperar su prestigio como tribuna donde se discute de forma civilizada... y los tribunales deben administrar la justicia de modo que sus sentencias no estén reñidas con el sentido de justicia del ciudadano de a pie». En referencia a la globalización, la jefa del Gobierno señaló que en este ámbito los conceptos de pueblo y nación siguen teniendo vigencia: «Nuestra casa es Sudamérica, lo cual no significa dar la espalda al resto del mundo. Abogamos por un modelo de acumulación de riquezas que integre orgánicamente a la industria y a la agricultura».

El Salón Blanco del Congreso, donde a las 15.00 hora local tuvo lugar la ceremonia, lucía impecable y olía a fragancias primaverales: al lado de las tradicionales banderas había ramos de flores.

Los responsables del protocolo se ocuparon de asignar los asientos de tal manera que Hugo Chávez no se sentara al lado de su homólogo colombiano Alvaro Uribe ni mucho menos de Don Felipe de Borbón. Con el primero no ha cruzado más que reproches desde que lo cesó de sus funciones como mediador en el canje humanitario con las FARC.

Con el Príncipe de Asturias sólo intercambió un breve saludo en la cena que los Kirchner ofrecieron a sus huéspedes durante la noche del domingo. Más no se podía pedir: el líder venezolano no ha perdonado a la Casa Real el «¿por qué no te callas?» que le propinó el rey Juan Carlos al cierre de la cumbre iberoamericana.

La cena transcurrió en un clima de cordialidad, salpicado de elogios a la anfitriona y a los generosos vinos que produce el país. Durante el acto de investidura, el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, se mantuvo rígido como una estatua: las relaciones de su Gobierno con el de Buenos Aires están en crisis por la instalación de la planta papelera que, según los argentinos, contaminaría las aguas del río Uruguay, que marca la frontera entre países.

Vázquez sonrió levemente cuando Cristina se dirigió a él para decirle que «por encima de las diferencias que puedan surgir los uruguayos y los argentinos seguimos siendo una nación hermana».

elmundo.es

Kirchner, en imágenes:

Vea el vídeo y la galería fotográfica de la investidura de Cristina Kirchner.

Más información en página 21

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