«¿Y Zapatero qué comerá en Navidad, también conejo?». Remedios es una vecina del barrio madrileño de Chamartín que acudió ayer a comprar pavo al puesto de carne de caza que los Hermanos Gómez tienen en el mercado de esta zona de Madrid.
Nada más enterarse de que el Gobierno ha recomendado a los ciudadanos cambiar el cordero por el conejo en Navidad, no lo pensó dos veces y aprovechó para preguntar al presidente del Gobierno y al secretario general de Agricultura y Alimentación, Josep Puxeu -portavoz de la recomendación- qué comerán ellos.
En pocos segundos, el conejo se convirtió en el protagonista del corrillo de clientes de Angel, un tendero segoviano afincado en Madrid. «Es lo mismo que si me dicen que deje de comer jamón de Jabugo y me ponga a comer mortadela», dice el propio Angel, sin pelos en la lengua.
«Ese señor no es nadie para decir lo que tenemos que comer», continúa. «Va a llegar el día en que nos digan también cómo tenemos que ir de vacaciones, si en tren o en coche, para ahorrar en gasolina».
«Cuando suben los tomates, nadie nos dice qué otra verdura tenemos que comer», se anima el hermano de Angel desde detrás del mostrador. «Lo que hay que hacer es dar explicaciones al consumidor de por qué el cordero está caro, y no decirle lo que debe consumir», apunta. «¿Y por qué no recomiendan que se consuma pularda, pavo, capón o pollo, que valen lo mismo?».
Cerca de allí, en el puesto de Paco, su clienta más fiel (se niega a revelar su nombre) quiere dejar claro que «la economía está manipulada». El propio Paco explica que «la época del año en la que menos conejos se venden es en ésta [en referencia a la Navidad] y que lo que quieren es que se compren los excedentes».
En el mercado de Prosperidad, uno de los barrios más emblemáticos de Madrid, Manuel, un invidente, bromea con su pollero: «¿Venderás más conejos, no?». A lo que José contesta que en toda la mañana sólo ha vendido seis. «¿Quién es él para decir lo que debemos comer cada uno?», insiste. «No compraré conejo por mucho que quieran, prefiero la pularda», advierte Juan. «De toda la vida, las amas de casa, si no pueden comprar un producto, compran otro. Lo importante es llegar a fin de mes», recrimina María Pilar, otra de las clientas de José. En el puesto de Longinos -o Longi, como lo conocen en Prosperidad-, Adela puso el broche de oro al debate: «Se cena lo que se puede».
Después de escuchar la opinión de los ciudadanos, cabe preguntarse si las asociaciones de consumidores piensan lo mismo. «Ha sido desacertado citar ese producto en exclusiva», en palabras de Rubén Sánchez, portavoz de Facua-Consumidores en Acción. «La clave no está ne cambiar el cordero por el pollo, sino en cambiar de marcas comerciales y establecimientos».
Josep Puxeu no estuvo acertado en su recomendación, como desmostraron las duras críticas que recibió. Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Iliana Izverniceanu le recriminó que su función «no es aconsejar lo que se debe comprar, sino poner mecanismos para que las familias sepan lo que compran». Insistió: «El Gobierno lo que tiene que hacer es instrumentalizar la subida de los precios».
La OCU quiso dejar claro al Ministerio de Agricultura y al Ejecutivo que «las familias saben lo que tienen que comprar y el presupuesto que tienen para gastar al mes». «Es una obviedad que la demanda tiene que encaminarse hacia otros productos», destacó Izverniceanu, ridiculizando así la recomendación del secretario general de Agricultura. En este sentido, aprovechó para recordar que las asociaciones llevan trabajando desde hace años en concienciar a los ciudadanos que deben cambiar sus hábitos de consumo y comprar otros productos.
«Que un Gobierno recomiende a los ciudadanos lo que tienen que comprar es excesivo», en opinión de Rosa María Romero, presidenta de Euroconsumo. «En lugar de dar estas recomendaciones, lo que hay que hacer es evitar la subida de la inflación», apostilló, para recordar después que «estamos en campaña electoral».
Tanto Angel como José y Longinos, tenderos de los mercados de Chamartín y Prosperidad, respectivamente, llegan a vender unos 15 conejos al día. El kilo cuesta en sus puestos 5,99 euros. El año pasado llegó a valer 6,27 euros, según los datos facilitados por el Ministerio de Agricultura. El pollo sigue costando más barato: 2,99 euros el kilo. La pularda se queda en los 8,90 euros; el pavo, 6,90 euros; y el capón, 9,90 euros. La pregunta que se hacen los tenderos es por qué la única alternativa es el conejo.
Es una carne saludable desde el punto de vista nutricional, por su bajo contenido en grasa saturada y colesterol. Se puede cocinar escabechado, con tomate, con arroz, a la plancha, a la cazuela. En suma, un manjar. Pero no para los días de Navidad, cuando «queremos comer algo más sofisticado», dice María Oliva. ¿Comerá conejo Zapatero?.