Lejos de los 80 céntimos del café con leche que se toma el presidente del Gobierno en las principales capitales españolas ya no hay café que baje de 1,10 (182 de las antiguas pesetas). En los barrios bien y las zonas de negocios, llega hasta 1,60 (265 pesetas). Por si fuera poco, los hosteleros auguran la pertinente subida en los meses de enero y febrero. «La leche ha subido un 40%», se justifica un empresario madrileño.
Según el vicepresidente segundo y ministro de Economía, Pedro Solbes, no sabemos lo que pagamos. Según los camareros españoles, sí. Y, por eso, las propinas se resienten, justo lo contrario de lo que decía ministro: que por dos cafés, se deja un euro de propina.
En el periplo por cafeterías de diferentes ciudades realizado por este periódico el domingo por la mañana, pudimos comprobar que la propina universal por un desayuno es la de 10 o 20 céntimos. «O eso o nada. Depende del cambio. Si no, ya se dará otro día», dice la mayoría de los clientes. «Qué suerte tienen los camareros de donde él desayuna». «Que se vengan aquí a dejarnos esas propinas», exclamaron indignados, pero no sin cierta guasa, los camareros preguntados. El eurazo de propina que dan los clientes, según Solbes, es «mentira» para la mayoría de profesionales, o «extraordinario», según unos pocos de zonas adineradas. De vez en cuando, lo brinda el cliente asiduo, de alto poder adquisitivo, que charla con el camarero.
Muchos consideran el comentario del ministro «una chorrada», que demuestra que vive «alejado de la realidad». En la misma línea se pronunció ayer el coordinador de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, para quien la afirmación de Solbes supone una «burla», una falta de respeto para muchos ciudadanos y «un argumento chusco para evitar asumir responsabilidades y tomar medidas».
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