La extravagante escena en la que la Justicia marroquí acordó mantener en libertad a un acusado de ser autor del 11-M ensombrece aún más la investigación del atentado. Abdelilah Hriz salió ayer por su pie tras declarar ante un juez marroquí en presencia del instructor Del Olmo en el marco de una comisión rogatoria que ha resultado ser un fiasco. Este marroquí fue imputado en febrero por el magistrado español como autor de 191 asesinatos, después de que su ADN fuera hallado en un peine del piso de Leganés y en un rastro de sangre descubierto en la casa de Morata de Tajuña en la que se supone que los ejecutores de la masacre montaron las bombas.
El juez cursó una orden de detención internacional, pero inexplicablemente aún no ha tramitado la denuncia necesaria para que la Justicia marroquí proceda contra este presunto terrorista. Así, la desidia del instructor ha alimentado la habitual falta de entusiasmo de Marruecos en torno a la investigación. No es la primera vez que el país vecino deja libre a un acusado de la matanza de los trenes. Basta recordar cómo Mohamed Haddad -perteneciente a la célula de Villaverde y huido de España al día siguiente del 11-M- campaba a sus anchas por Tetuán mientras pesaba sobre él una orden de busca y captura emitida por la Policía española, para concluir que esta investigación nunca ha formado parte de las prioridades de Rabat. Marruecos puede argüir una lectura restrictiva de sus leyes para justificar lo ocurrido ayer, pero en cualquier otro país del mundo se hubiera decretado el ingreso inmediato en prisión de un imputado por delitos tan graves. Sobre todo a la luz del material incriminatorio expuesto en los autos. Además del doble hallazgo de su ADN, otro condenado lo ha acusado y ya fue detenido en Siria en el marco de una operación contra yihadistas.
En cualquier caso, si Del Olmo hubiera sido más diligente probablemente este presunto terrorista estaría hoy entre rejas. Esta lasitud del juez corrobora lo frívolo e irresponsable que resulta que se vaya de vacaciones cinco meses a París a cargo del erario. Por otro lado, si al mantenimiento en libertad de Abdelilah Hriz sumamos la negativa también ayer de Saad Huseini -nuevo sospechoso de haber montado las bombas- a dar su ADN, tal como pedía el magistrado, sólo se puede inferir que la comisión rogatoria de Del Olmo ha sido un absoluto fracaso.
En esta falta de colaboración por parte de Marruecos confluyen otros factores. Hay abierto un doble frente en nuestras relaciones judiciales que dificulta la cooperación bilateral. Anteayer, los hijos de cuatro desaparecidos declararon contra altos cargos marroquíes en el marco de la investigación abierta por Garzón sobre el presunto genocidio del Sahara. Y ayer el Tribunal Supremo obligó al Gobierno a conceder la condición de apátridas a los ciudadanos saharauis, lo que supone tanto como reconocer que son refugiados políticos víctimas de una ocupación. Es evidente que la sensibilidad democrática de la Justicia española frente a las tesis anexionistas de Marruecos no ayuda a la investigación pendiente del 11-M.
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