De Paz fue ayer nombrado no sólo miembro del consejo de administración de la empresa, sino también de la comisión delegada, es decir, del reducido núcleo duro, del máximo órgano ejecutivo de Telefónica. Ambos cargos llevan aparejada la citada remuneración, según los informes públicos de gobierno corporativo de Telefónica.

Su designación coincide con la incorporación a Telefónica -también como consejero y miembro de la comisión delegada- de Manuel Pizarro, el ex presidente de Endesa y calificado siempre por Zapatero como «amigo del Partido Popular». Pizarro obtendrá la misma remuneración, pero la trayectoria de ambos es muy diferente.

Pizarro, de 56 años, hizo fortuna en los ochenta como agente de cambio y bolsa y presenta un largo curriculum al frente de grandes entidades, especialmente cinco años en la primera eléctrica de España. Se le atribuye además una influencia decisiva en 1996 en el reparto de cargos cuando el PP llegó al poder, entre ellos, la designación del propio Alierta al frente de Tabacalera.

De Paz, de 49 años, exhibe como grandes hitos empresariales en su curriculum haber sido número dos del grupo Panrico en la pasada legislatura y, desde la victoria del PSOE en 2004, presidente de la pública Mercasa. Anteriormente había sido director general de Política Comercial en la etapa ministerial de Javier Gómez Navarro y secretario general de las Juventudes del PSOE.

Todas las fuentes consultadas ayer -salvo las próximas al afectado- consideraron su llegada a Telefónica como un gesto político de Alierta con el Palacio de la Moncloa. Se trata, según esta versión, de una compensación para que Zapatero digiera la vuelta al primer plano de Pizarro.

Las relaciones del líder socialista con Alierta, muy malas hasta 2004, han ido mejorando en esta legislatura. Según fuentes solventes, fue De Paz el que transmitió hace tres meses a Alierta que el jefe del Gobierno no tendría inconveniente en su continuidad al frente de Telefónica más allá de marzo si el PSOE repite victoria electoral. El pasado día 4, Alierta patrocinó en Madrid una conferencia de Zapatero organizada por The Economist y quiso además presentarle y dejarse fotografiar junto a él. En las mismas fechas, Alierta ofreció a De Paz un puesto en el consejo de administración tras haber acordado el aterrizaje de Pizarro. Este. tras consultar con Zapatero, aceptó.

Fuentes próximas a De Paz negaron a este diario que su designación tenga algo que ver su amistad con Zapatero y que haya transmitido a Alierta mensajes del jefe del Gobierno. También lo negaron fuentes gubernamentales.

Estas mostraron «respeto por los cambios en Telefónica» que calificaron de «decisiones empresariales». Corroboraron que el presidente no tiene ninguna intención de intervenir para desplazar a Alierta ni a ningún otro empresario de la cúpula de ninguna entidad privada si vuelve a ganar las elecciones.

El ministro de Industria y responsable de telecomunicaciones, Joan Clos, se distanció de los nombramientos; «Todo, tanto lo de los consejeros como el resto, es iniciativa y responsabilidad exclusiva de Telefónica», aseguró.

La reestructuración logró inusualmente contentar tanto al Gobierno como a la oposición. El PP expresó su «respaldo a los dos fichajes». El portavoz económico parlamentario, Vicente Martínez Pujalte, subrayó que aunque Pizarro y De Paz «tengan trayectorias y bagajes distintos, sensibilidades distintas son personas competentes que pueden aportar valor añadido a la compañía».

«Está claro que Alierta quiere continuar al frente de Telefónica y ha puesto una vela a Dios y otra al diablo», coincidieron anecdóticamente en la misma frase fuentes consultadas en el PSOE y en el PP.

El presidente de Telefónica ha aprovechado este momento previo a las elecciones para reforzar su poder en la operadora. Lo hace además cuando Telefónica pasa un momento dulce. Su gestión de los últimos años -incluida la compra del gigante británico O2- y el creciente aprecio bursátil por los valores del sector de las telecomunicaciones han colocado a Telefónica con un valor de mercado de 105.064 millones de euros. Se trata de una capitalización de niveles de gran multinacional aunque ayer registró una caída en Bolsa del 1,3%.

Fuentes próximas a De Paz y a Pizarro negaron que su incorporación pueda tener que ver con una futura sucesión de Alierta. Este afronta aún un proceso judicial por posible delito de información privilegiada -que él niega- cuando era presidente de Tabacalera. El fiscal Anticorrupción solicita el ingreso en prisión de Alierta durante cuatro años y medio. El caso, arrastrado desde 2003, está aún pendiente de recursos y no está fijada la fecha de apertura del juicio.

La decisión de César Alierta de apostar por Javier de Paz como 'hombre puente' con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, supone un duro revés a la 'vieja guardia' socialista y una apuesta por un personaje más relacionado con el presidente que con la histórica maquinaria del partido.

Tras la llegada del PSOE al Gobierno, Alierta se rumoreó el posible desembarco en Telefónica del ex ministro de Economía Carlos Solchaga como nexo con el nuevo Ejecutivo. El presidente de la operadora había entrado de la mano del PP y temía que, pese a ser una compañía privatizada, las relaciones con la Administración, por la dependencia de muchas de las actuaciones de este tipo de empresas de telecomunicación, pudiese influir en la continuidad en su cargo.

Finalmente Alierta -aliado al grupo Prisa- logró mantener buenas relaciones con el Ejecutivo y nunca se produjo el fichaje de Solchaga, aunque su nombre no ha dejado de barajarse en las quinielas. No en vano, Solchaga ha realizado aproximaciones de intermediación entre el Gobierno y grandes compañías. Su intervención más significativa fue el papel de mediador con la eléctrica alemana E.ON, en la OPA con Endesa.

Alierta tampoco ha apostado por Claudio Aranzadi, el ex ministro de Industria y Comercio, quien también ha aparecido en los últimos meses pendiente de destino y cuyo nombre se barajó para la presidencia de Endesa tras la OPA que pemitió a Acciona y Enel entrar en su capital.

La designación de Javier de Paz -miembro del grupo de lo que el grupo Prisa llama hostilmente «brujos visitadores de Moncloa»- es una apuesta personal de Alierta por una persona próxima al presidente del Gobierno. Zapatero refuerza así su red de cargos de confianza en empresas.

La única incorporación que ha realizado Alierta de la antigua cúpula socialista fue la de Narcís Serra al consejo asesor que creó Telefónica en Cataluña cuando José Montilla era ministro de Industria.