A mediodía de ayer, en la misma sala de la Casa de Campo donde se celebró el juicio, el tribunal notificó la sentencia a los procesados. Sólo absuelve a cinco de los 52. Los otros 47, que suman 521 años de prisión, o son terroristas o han colaborado con terroristas.

Los remeros, sin embargo, no escucharon sus condenas por boca de la presidenta del tribunal, Angela Murillo. Casi todos ellos fueron expulsados de la Sala después de que, en pie e incluso subidos en los bancos, respondieran a la lectura del fallo cantando puño en alto el Eusko Gudariak, el himno al soldado vasco.

El tribunal, completado por los magistrados Nicolás Poveda y Luis Martínez de Salinas, afirma que la reproducción del dibujo del Zutabe puede ahorrarles mil palabras, aunque eso no evita que haya acumulado más de un millar de folios (1.180 exactamente) para dar por probado que las organizaciones que hasta ahora se denominaban como «entorno de ETA» no son sino elementos esenciales de una única organización terrorista en la que el brazo militar marca las pautas.

Se trata, fundamentalmente, del aparato político y económico (KAS y Ekin), internacional (Xaki), y mediático (el diario Egin). Esta vez la Audiencia Nacional no ha encontrado ni asomo de las dudas mostradas en el caso Jarrai: las estructuras son parte del «corazón» y «las entrañas» de ETA, aunque no empleen directamente las armas. Según la Sala, «si bien, efectivamente, la lucha armada constituye el instrumento decisivo, las otras formas de lucha resultan imprescindibles, y en igual medida que la anterior, a fin de abordar una negociación política en condiciones óptimas».

Fue precisamente el criterio restrictivo del Tribunal Supremo en el caso Jarrai lo que condujo a la Fiscalía a retirar al final del juicio la condición de dirigentes a todos los acusados. Pero la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) no lo hizo, lo que ha permitido a la Sala condenar a 11 de los procesados a penas más elevadas. Los magistrados consideran que, tal y como exige el Código Penal, dirigían «alguno de los grupos» de la organización terrorista, aunque no fueran sus promotores o directores de manera global.

Las condenas impuestas -adelantadas hace unas semanas con las órdenes de detención para la mayoría de los acusados- oscilan entre los dos y los 20 años de prisión. El límite mínimo lo marca José Ramón Anchía. La Sala le considera un miembro de la organización terrorista, pero le aplica la atenuante muy cualificada de arrepentimiento, al haber abandonado la banda voluntariamente. Eso supone que los 11 años que casi con toda seguridad le hubieran correspondido se quedan en sólo dos. La cruz le ha tocado a José Luis Elkoro, que suma varios delitos económicos al de pertenencia a ETA.

El tribunal insiste a lo largo de la sentencia en que el principal elemento incriminatorio contra los acusados son los propios documentos intervenidos a ETA. «Dichos documentos se expresan con una claridad tan manifiesta que no requieren ningún tipo de interpretación, sólo la simple gramatical», dicen. También han empleado las propias declaraciones en el juicio de varios de los acusados, así como el contenido de una diligencias previas incorporadas, curiosamente, a petición de las defensas.

La sentencia recoge el respaldo explícito a la labor del juez Baltasar Garzón, tanto por su visión al considerar terroristas estas organizaciones como por la correcta instrucción del sumario 18/98. El contenido de la sentencia también avala las tesis acusatorias defendidas por el fiscal Enrique Molina, impulsor junto a Garzón de la mayoría de los macrosumarios contra ETA.

KAS.

«La Koordinadora Abertzale Socialista (KAS) no constituía sólo un conjunto de organizaciones satélites que giraban alrededor de ETA, no. Era mucho más que eso, era parte de las entrañas de ETA, conformando la dirección de uno más de sus frentes, junto al armado y el político, llamado por la misma organización terrorista frente de masas y frente mediático, al que tanta y tanta importancia dispensaba la organización terrorista, considerándolo de vital importancia actuando en conjunción con la lucha armada, en un proceso que ETA llama constantemente 'acumulación de fuerzas', tal como aparece en la documentación incautada».

Ekin.

Según el tribunal, no es otra cosa que la sucesora de KAS, «disfraza, eso sí bajo el manto de aparente legalidad». «Ekin, en igual medida que la coordinadora abertzale, integra una parte de la organización terrorista ETA, no siendo simplemente una organización que le preste su apoyo, que esté en su entorno, está en su corazón, exactamente igual que KAS».

Xaki.

Según la sentencia, «la asociación europea Xaki no es ni más ni menos que el aparato de relaciones internacionales de ETA, desempeñando sus funciones en tal asociación y en sus Delegaciones de París, Bruselas y países de América Latina, miembros de la ilegalizada formación política Herri Batasuna-Euskal Herritarrok y, en cualidad de tales, se presentaban ante las instancias en el ámbito internacional».

'Egin'.

«Al comprobar ETA que los medios de comunicación no le servían ya como instrumento [...], se vio en la necesidad de formar una opinión pública que fuera favorable a una negociación con el Gobierno, precisando para ello de un medio de comunicación propio [...]. Por todo ello, y aprovechando que todos los miembros del Consejo de Administración de Orain, editora del diario Egin, eran significados miembros de KAS, la organización terrorista llegó a apoderarse del periódico y de su grupo editorial, hasta el punto de convertirlos en un cuarto frente, el mediático o informativo, complemento idóneo de los demás frentes, y todos subordinados a las decisiones del comité ejecutivo de ETA».

Fundación Joxemi Zumalabe.

«La Fundación citada no formaba parte de ETA, pero colaboró con la misma en el impulso de la desobediencia civil como forma complementaria de la lucha, llamada a arropar la lucha armada y la lucha de masas, según términos literales de la propia organización terrorista ETA».

elmundo.es

Documento:

Consulte la sentencia íntegra y un resumen de las condenas.

En imágenes:

Vídeo y galería de fotos del altercado durante la lectura de la sentencia.