Existen dentro del Kremlin facciones rivales que se han enzarzado en una pelea sin cuartel por el control de una serie de activos mientras Putin prepara la transferencia de poder a Dimitri Medvedev, el sucesor que ha designado a dedo, que se llevará a cabo en mayo, según han revelado observadores políticos. Están en juego miles de millones de euros que pertenecen a empresas rusas de propiedad pública.

Además, por primera vez se están conociendo detalles acerca de la fortuna personal de Putin, que, según se dice, tiene guardada a buen recaudo en Suiza y Liechtenstein.

Las informaciones sobre los activos a disposición del presidente salieron a la luz durante el mes pasado, cuando el politólogo ruso Stanislav Belkovsky concedió una entrevista al diario alemán Die Welt. A partir de entonces, se han hecho eco de esas informaciones periódicos como The Washington Post y el Moscow Times y en internet se han publicado especulaciones sobre la fortuna del primer mandatario ruso.

Citando fuentes del entorno político del presidente, Belkovsky ha afirmado que, al cabo de ocho años en el poder, Putin ha amasado en secreto una fortuna de más de 40.000 millones de dólares, cerca de 30.000 millones de euros. Semejante cantidad le convertiría en el hombre más rico de toda Europa.

En unas declaraciones a The Guardian, Belkovsky mantiene que Putin es dueño de participaciones cuantiosísimas en tres empresas rusas de explotación de petróleo y gas, cuya titularidad se ha mantenido oculta detrás de «una red completamente opaca de fondos de inversión en paraísos fiscales».

Putin controla «de manera efectiva» un 37% de las acciones de Surgutneftegaz, una firma dedicada a las exploraciones petrolíferas y el tercer principal productor de petróleo de Rusia. Su participación está valorada en 20.000 millones de dólares, unos 14.000 millones de euros», según el politólogo. Es dueño asimismo de un 4,5% de Gazprom y de «un 75%, como mínimo», de Gunvor, una misteriosa empresa de exportación e importación de petróleo radicada en Suiza, fundada por Gennady Timchenko que, según Belkovsky, es uno de los amigos del presidente.

Gunvor emitió ayer un comunicado en el que rompía su silencio sobre sus supuestas vinculaciones con Putin. La empresa negó que Putin fuera su «beneficiario», ni tuviera acciones de la organización, si bien reconoció que el presidente ruso es amigo del fundador de Gunvor.

En declaraciones a The Guardian, el politólogo ruso Belkovsky asegura que la fortuna de Putin ascendería a 40.000 millones de dólares como mínimo. Según Belkovsky, «el máximo no lo podemos saber. Me temo que habrá algunos negocios de los que no se sabe nada».

Belkovsky reconoce que «el nombre de Putin no aparece en ningún registro de accionistas, debido a que no existe una relación transparente de los propietarios sucesivos de empresas y fondos de inversión en paraísos fiscales». Según el politólogo ruso, «el hilo se pierde finalmente en Zug [Suiza] y en Liechtenstein. Se supone que el último propietario y beneficiario es Vladimir Putin».

Hasta ahora, el mero hecho de hablar sobre el patrimonio de Putin había sido tabú. Sin embargo, estas informaciones se han filtrado en un contexto de pelea feroz dentro del Kremlin, entre un grupo encabezado por Igor Sechin, el influyente subjefe de Gabinete de Putin, y un clan, denominado liberal, en el que figura Medvedev.

El grupo de Sechin está integrado mayoritariamente por siloviki, es decir, altos cargos del Kremlin que han pasado por el Ejército o los Servicios de Seguridad. En este grupo están Nikolai Patrushev, director del Servicio Federal de Seguridad (FSB) -el organismo sucesor de la KGB de los tiempos de la URSS-, su segundo, Alexander Bortnikov, y un asesor del presidente Putin, Viktor Ivanov.

Entre los que militan en el bando liberal está Roman Abramovich, el oligarca ruso propietario del Chelsea, muy cercano a Putin y a la familia Yeltsin. En el clan también están Viktor Cherkesov, director del Servicio Federal de Control de Drogas, y Alisher Usmanov, un multimillonario de origen uzbeko.

Más allá de la ideología

La pelea tiene muy poco que ver con cuestiones ideológicas, sino que se trata de una guerra entre competidores en el campo de los negocios. La decisión de Putin de apoyar a Medvedev como presidente de Rusia, cuando se trata de un hombre que no tiene vinculación alguna con los servicios secretos, supone un golpe durísimo al clan de Sechin, más radical.

La empresa Gunvor tienen su sede en Zug, un pintoresco cantón suizo, universalmente famoso por servir de refugio discreto al dinero internacional reacio a la publicidad. Gunvor ha registrado en este año 2007 unos beneficios de 8.000 millones de dólares, más de 5.000 millones y medio de euros, sobre una facturación de 43.000 millones de dólares, casi 30.000 millones de euros, una cantidad astronómica, según expertos del sector.

Al igual que Putin, su dueño, el solitario Gennady Timchenko, trabajó en la dirección general de Asuntos Exteriores de la KGB. Según se dice, conoció al presidente ruso a finales de los 80, en los círculos de la KGB.

Los críticos de Putin afirman que la ola de renacionalizaciones de empresas llevada a cabo bajo su mandato ha convertido en multimillonarios a los amigos de Putin. El dilema al que ahora se enfrenta la clase dirigente del Kremlin es cómo quedarse definitivamente con todo el dinero acumulado si Putin deja el poder, según comentan los expertos.

Uno de los nombres más conocidos de Rusia, el ajedrecista Garry Kasparov, ha sido también una de las personas que más ha afilado su lengua cuando se refería al presidente ruso. Este ex campeón del mundo de ajedrez metido a político ha liderado una de las corrientes más contrarias al Gobierno de Vladimir Putin. En una reciente visita a España el pasado mes de septiembre, Kasparov acudió a la sede de EL MUNDO para protagonizar un 'Foro de Debate'.

Allí, sin tapujos, criticó la sed de dinero que, según denunció repetidamente, guía la vida del presidente ruso. «Cada vez que uno oiga a Putin decir algo grandilocuente, hay que buscar el rastro del dinero», señalaba Kasparov, quien retrató a un mandatario calculador y obsesionado con obtener riqueza. En este punto centró sus críticas al presidente: «Si echamos un vistazo a los problemas fundamentales, cada vez que Putin hace que suba la temperatura, inmediatamente da marcha atrás. Esto lo hace si logra llegar a un acuerdo financiero que él quería».

El ex ajedrecista quiso también manifestar sus críticas hacia Occidente, a quien culpa en cierto modo de la actitud de Putin. «Occidente tiene cierta responsabilidad, porque ha creado cierto sentido de impunidad en la mente de Putin. Putin realmente cree que todo es una cuestión de negocio». Por este motivo lamentó también que los líderes occidentales se reúnan con el presidente ruso. «Putin es uno de ellos. Forma parte de este club exclusivo», criticaba Kasparov.