REAL MADRID 1

CAMP NOU. LLENO.

Valdés

Puyol

Márquez

Milito

Abidal

Touré

Xavi

Deco

Iniesta

Eto'o

Ronaldinho

Cambios: Giovani por Deco (min. 58)

Zambrotta por Puyol (min. 77)

Bojan por Xavi (min. 82)

s.c.

Casillas

Sergio Ramos

Pepe

Cannavaro

Heinze

Diarra

Sneijder

Baptista

Raúl

Van Nistelrooy

Robinho

Cambios: Gago por Sneijder (min. 79)

Robben por Robinho (min. 85)

s.c.

Torres por Sergio Ramos (min. 88)

s.c.

Arbitro: Mejuto González

Tarjetas amarillas: Puyol, Sergio Ramos, Milito, Baptista y Ronaldinho.

Tarjetas rojas: No hubo.

Goles: 0-1: Baptista (min. 36).

BARCELONA.- Diarra se arrodilló en el césped y le dio las gracias a su Dios. Un buen puñado de directivos, con el presidente Ramón Calderón a la cabeza, montaban su guateque particular en el palco y, puños en alto, vitoreaban a sus jugadores. La ocasión merecía semejante juerga. El Real Madrid completó el mejor partido que se le recuerda en décadas en el Camp Nou y sepultó a un Barça endeble, desestructurado y tristemente abocado a la diferencia. Ni siquiera aparecieron los futbolistas a los que nos atrevemos a comparar con astros para remendar el deshilachado atuendo azulgrana.

Toda una semana mareando la perdiz con la titularidad de Ronaldinho o Guti para acabar elogiando a jornaleros como Pepe o Baptista. Ni uno ni otro deleitarían en un sambódromo. Quizá les falte glamour para hacer girar la maquinaria comercial. Pero, ahora mismo, están mucho más preparados, tanto física como mentalmente, para afrontar un duelo que exige las máximas prestaciones de un futbolista. Especialmente Pepe, hábil en la anticipación, con una técnica más que correcta y capaz de rejuvenecer a un Cannavaro para nada caduco.

Arriesgó Rijkaard al concederle la titularidad a un Ronaldinho desfondado y demasiado acostumbrado a refugiarse en su averno particular. No quiso el holandés jugar con el patrimonio del club, al mismo tiempo que evitó un posible linchamiento si decidía ajusticiar definitivamente al brasileño. Así que optó por la solución más fácil. Hizo jugar al 10 para que él mismo se condenara. Por mucho que pese al buen amante de este deporte, a Ronaldinho no se le intuye futuro alguno.

Por supuesto que sería del todo injusto clamar que Ronaldinho es el único culpable de la debacle sufrida ayer. Sin el lesionado Messi, el Barcelona ha quedado huérfano de su gran arma ofensiva. Ni el brasileño ni Eto'o, desconocido ayer, tuvieron ocasión de desbordar a la exultante dupla defensiva madridista.

Si el Barcelona debía menear el cuero hasta la saciedad para encontrar un hueco que casi nunca aparecía, al Real Madrid le bastaron cuatro toques para plantarse ante Valdés y marcar el único gol del encuentro. Raúl apenas había aparecido en el partido, pero qué más da. Abandonó la zona derecha del ataque para robar un balón en el centro, cabeceó el capitán hacia Baptista, tiró el brasileño la pared con Van Nistelrooy, y La Bestia acabó regalándose un zapatazo tremendo a la escuadra defendida por Valdés. Pegada y eficacia contra el fútbol barroco e inefectivo propuesto por un Barcelona que recibió el primer guantazo justo cuando pensaba que estaba en disposición de derrocar a su rival.

Se habían pasado los azulgrana media hora hurgando en las zonas más intrascendentes del terreno de juego. Deco se encontró con escasos apoyos en la elaboración. Xavi no le ayudó como en otras ocasiones, Touré únicamente está para rascar, mientras que Iniesta anduvo desubicado en el extremo diestro. Pese a todo, las menudas botas del centrocampista de Fuentealbilla engendraron todo lo potable de los azulgrana en la primera mitad.

Avisó el equipo de Rijkaard por dos veces. Primero Iniesta, que cayó en el interior del área después de que Casillas le birlara el balón. Volvió a arrear el joven manchego. Centró al corazón del área donde esperaba Ronaldinho. Tuvo una eternidad el brasileño para pensar lo que debía hacer. No fue suficiente. Remató con toda la fuerza que le quedaba, que no era ya mucha pese a que apenas habían transcurrido 30 minutos, y estrelló el balón contra un Casillas enorme.

Por increíble que parezca, el Barça renunció tras el gol de Baptista. Acomplejado ante el despliegue físico de un rival que se hartó de perdonar, el equipo azulgrana no dio una a derechas en la segunda mitad. Por si la escasez de ideas no fuera suficiente tortura, las líneas de presión madridistas acabaron dejando a los barcelonistas sin aliento. Rijkaard buscó soluciones y tuvo la sensacional idea de sacar del campo a su mejor hombre, Deco. Giovani no aportó nada nuevo, y sólo Bojan, con una aparición fugaz en el último tramo, se quedó a un paso de la igualada.

Bernd Schuster ha encontrado el estilo que debe llevar al Real Madrid a repetir título de Liga, y visto lo sucedido ayer en un Camp Nou que bajó los brazos tras casi dos años de imbatibilidad, no va por el mal camino. Cuentan los blancos con una defensa fiable que se siente segura a 30 metros de la meta de Casillas, un centro del campo que, con Guti en el banco, apenas tiene que preocuparse de elaborar el juego y una trinidad atacante contundente y capaz de amarrar un partido por sí sola. Demasiado para este Barcelona pasado de moda.