Unidad, unidad y unidad. Fue la palabra y el mensaje más repetido por el Rey de España en su tradicional discurso navideño, poniendo de manifiesto de esta forma lo que no ha existido en toda esta legislatura, es decir, lo que no han hecho los dos grandes partidos -PSOE y PP- en estos cuatro años.
Don Juan Carlos reclamó la unidad en los «grandes temas de Estado», en el «fortalecimiento de las instituciones», en lograr «una acción exterior consensuada» y en que «la política medioambiental sea fruto del acuerdo». Pero, sobre todo, el Monarca incidió en el tema terrorista. «Necesitamos cuanto antes una cultura de unidad que haga efectivo el compromiso de todos los demócratas para acabar definitivamente con el terrorismo, un inaceptable ataque a nuestros derechos y libertades», afirmó.
Por ello, Don Juan Carlos reclamó la mencionada «cultura de la unidad» porque, en su opinión, «sólo juntos lograremos las soluciones precisas, si ponemos la voluntad y los medios para ello», insistió.
Así, ejerciendo como padre que quiere imponer disciplina, el Monarca no ocultó que estas prácticas políticas hay que exigirlas a los responsables de los partidos democráticos, a quienes pidió directamente «mayores esfuerzos para alcanzar el necesario consenso en los grandes temas de Estado».
También habló de unidad en el tema territorial. Calcando los principales planteamientos de la España plural que defiende el Gobierno, el Rey habló de «unidad y diversidad», como los «conceptos que nos definen y que, debidamente integrados en el marco constitucional que nos hemos dado, nos han permitido y nos permiten progresar como una gran nación», dijo.
«La España que representa nuestra Constitución está concebida para integrarnos a todos y para asegurar el patrimonio común y nuestra diversidad», añadió.
Y, para justificar éste y otros mensajes en busca de la unidad, el Rey esgrimió siempre la Carta Magna, recordando que el próximo año se cumple su 30º aniversario.
«Tres décadas de progreso, que deben avalar nuestra confianza en el provenir de España, un país moderno, unido y diverso, justo y solidario, con mayor bienestar para todos», señaló.
Y, una vez más, repitió la palabra «unidad» para defender el actual modelo de país, de Constitución y de Estado que tiene actualmente España.
«Trabajemos con entrega y generosidad, sin egoísmos. Pensando en lo que cada uno con su esfuerzo puede aportar al servicio de toda la sociedad. Conscientes del valor de la unidad para seguir progresando. Atendamos con prontitud y eficacia las necesidades de nuestros conciudadanos, promoviendo nuestros derechos y libertades, desde la igualdad, la no discriminación y el respeto mutuo que conducen a la solidaridad».
También el Monarca calcó parte del discurso principal del Gobierno y, en especial, de su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, al mencionar distintos temas que son parte de la agenda del Ejecutivo.
Así, el Monarca instó a las distintas Administraciones a «redoblar esfuerzos» para atender a los más desfavorecidos o las carencias más importantes que sufren los ciudadanos.
Entre ellas, citó temas como el desempleo, la carestía de la vida, los salarios más bajos, las desigualdades sociales o las diversas necesidades asistenciales.
Incluso, mencionó otros temas que son también ejes claros de la política del Ejecutivo, como la calidad de la educación pública, prevenir a la infancia de ciertos contenidos televisivos, las drogas, la violencia de género y las muertes que provocan los accidentes de tráfico. Tampoco se olvidó de la necesidad de proteger el medio ambiente.
A nivel internacional, aunque se esperaba alguna referencia al incidente en la Cumbre Iberoamericana con Hugo Chávez, Don Juan Carlos estuvo diplomático. «Quiero reafirmar nuestros sentimientos de hermandad con todos los países y pueblos iberoamericanos». Y no hizo excepciones. Para añadir a continuación: «Nada de lo que afecta a América nos es ajeno».
Don Juan Carlos renovó su «profundo y permanente compromiso de servicio y de entrega a España y a todos los españoles» -lo que puede dar lugar a segundas lecturas-, e insistió en que este país es «un proyecto integrador y solidario, del que podemos sentirnos orgullosos».
Por supuesto, el Rey no olvidó en su discurso navideño a los inmigrantes -«que también contribuyen a nuestra prosperidad y que mucho valoramos»-; a los soldados que este año perdieron la vida -«mi emocionado recuerdo a sus familias»- y a las víctimas del terrorismo - «a quienes nos debemos y recordamos con el mayor afecto»-.
Eso sí, como no podía ser de otra forma, no hubo ninguna referencia a otros temas que han afectado a la Familia Real en el último año, aunque era obvio que la ciudadanía esperaba, con más expectación de la habitual este discurso navideño, por los otros temas. El Rey, una vez más, se ciñó a su papel institucional.
Como único guiño, que provocará múltiples interpretaciones en los próximos días, estuvo la fotografía que se exhibía a la derecha del Monarca durante su intervención televisada. Correspondía a la reciente Cumbre Iberoamericana en Chile, donde todos los jefes de Estado plantaron un árbol, y en la imagen se veía el que se colocó en nombre del Rey de España. ¿Un apoyo más a la lucha contra el cambio climático? ¿Un recuerdo amable al 'por qué no te callas'?
elmundo.es
Discurso:
Texto íntegro del discurso de Navidad Don Juan Carlos
LOS GRANDES DESENCUENTROS
1. Lucha contra ETA. Ni antes de la tregua, ni durante la tregua, ni después de la ruptura del alto el fuego permanente, PSOE y PP han logrado acercar posiciones de forma creíble.
2. Reforma territorial. Aunque la mayoría de las reformas estatutarias se han aprobado por consenso, el enfrentamiento por el Estatuto de Cataluña ha polarizado el debate.
3. Política exterior. La apuesta de Zapatero por la Alianza de Civilizaciones, por Marruecos y las frías relaciones con EEUU están en las antípodas de la postura del PP.
4. Renovación judicial. En toda la legislatura ha sido imposible el más mínimo acercamiento para renovar el CGPJ o el Tribunal Constitucional.