MADRID. - Ha tenido que llegar el fin de la legislatura para que el presidente del Gobierno admita públicamente que fue «un error notable» pronosticar hace justamente un año que la situación en relación con ETA cambiaría para mejor como consecuencia del proceso de negociación que inició con la banda.
Zapatero situó en primer lugar esta equivocación cuando ayer, en su comparecencia para hacer balance triunfal de los cuatro años de Gobierno, se le pidió que hiciera ejercicio de autocrítica y citara los tropiezos más graves de su gestión.
Dar por hecho ante los ciudadanos que el llamado proceso de paz tendría un final feliz y la desastrosa gestión de las obras del AVE a Barcelona, fueron los dos mea culpa del presidente.
Previamente se había extendido en un prolijo repaso, repleto de luces y carente de sombras, de los logros y avances de la legislatura en todos los terrenos, sin hacer ni la más mínima referencia a las dos cuestiones más espinosas y polémicas de su mandato: el diálogo con ETA y las reformas estatutarias.
Sin embargo, la política antiterrorista casi monopolizó el larguísimo turno de preguntas, pese a que el presidente intentó reiteradamente aplazar el debate acerca de su fracasada estrategia ante ETA hasta el periodo de campaña electoral y el inevitable enfrentamiento con Mariano Rajoy.
Zapatero ayer, en definitiva, vino a decir exactamente lo contrario que mantuvo hace un año, pese a que sigue justificando sus errores con la afirmación de que su «primer deber democrático» era intentar «acabar con la violencia y salvar vidas».
Para empezar, el presidente del Gobierno ya no hace gala del optimismo exultante que lució el 29 de diciembre de 2006; ya no habla de proceso de paz sino de emplear «toda la firmeza y voluntad» para «eliminar o reducir al máximo la capacidad operativa de ETA» e intentar «abrir el camino para el fin del terror y el horror» y, además, ya no ve «ninguna expectativa» de nuevo diálogo con la banda.
Este último punto, no obstante, tiene sus matices. Zapatero no afirma que va a cerrar a cal y canto la puerta de la negociación, no garantiza que no habrá diálogo hasta que haya una entrega efectiva de las armas, simplemente se limita a asegurar, eso sí, con firmeza, que no hay expectativa alguna en el horizonte. E incluso lo recalca: «Lo puedo decir otra vez: ninguna».
El tono y las palabras que ayer empleó el presidente para referirse a esta cuestión distaban años luz de las de hace 365 días. El lento pero paulatino viraje que ha ido imprimiendo al eje central de su estrategia antiterrorista, desde que la banda anunció el fin de la tregua el pasado 5 de junio, quedó ayer confirmado.
Sin embargo, será necesario entrar en la campaña electoral y asistir a los dos debates que ya están acordados con el líder del primer partido de la oposición para conocer con detalle el análisis que el presidente hace de su fallido intento por alcanzar una solución dialogada con la banda terrorista.
Ayer, sobre esta cuestión, Zapatero sólo añadió su consabida queja acerca de la actitud que ha mantenido el PP durante toda la legislatura, recordando de nuevo que él cuando se encontraba en la oposición siempre dio respaldo a la política del Ejecutivo. Y en esta línea vaticinó: «La valoración la harán los ciudadanos a la vista del comportamiento de unos y de otros».
El presidente cree tener en su haber no sólo dicha actitud positiva, sino también las pruebas de la eficaz actuación de la policía -que, según afirmó, no bajó la guardia antes, ni durante, ni después del proceso de paz- y la evidencia de que no hubo ninguna concesión a los terroristas. Ni siquiera, dijo, acercamiento de presos.
Por lo demás, Zapatero hizo una valoración triunfal de la legislatura incidiendo de manera muy especial en el terreno de los resultados económicos. Su satisfacción era tal que incluso llegó a repetir en un par de ocasiones que éste ha sido, sin comparación posible, el «mejor» periodo de Gobierno de la democracia. Así lo hizo cuando se refirió a la creación de empleo, a los acuerdos sociales, a los incrementos del salario mínimo interprofesional y de las pensiones o a la consecución de superávit en las cuentas públicas.
También en este terreno las referencias a los problemas -subida de la inflación o desaceleración económica- quedaron soslayadas. La valoración global del presidente es la de que «España es hoy una economía más potente y los españoles disponen de más renta personal y familiar». En conclusión, que bajo su mandato se han puesto «bases firmes para el futuro» y se ha imprimido un «rumbo acertado» al país.
Lógicamente hizo un repaso exhaustivo de las leyes de contenido social -violencia de género, igualdad, dependencia, discapacidad, matrimonio homosexual...- para finalizar recalcando que ha cumplido sus compromisos, asegurar que el país ha experimentado «un importante cambio que ha llegado directamente a la vida diaria de los ciudadanos» y prometer que si consigue de nuevo la confianza de los españoles afrontará el futuro «con ganas de hacer nuevos cambios, nuevas reformas y plantear nuevos objetivos».
elmundo.es
Vídeo:
Rueda de prensa de Zapatero.