Zapatero realizó ayer un balance triunfalista de la legislatura, subrayando los éxitos en la política económica y las medidas sociales del Gobierno. En su larga intervención, omitió, sin embargo, referirse a la negociación con ETA, aunque luego contestó a los periodistas que le interpelaron sobre este asunto.
El presidente admitió que fue «un notable error» decir el día 29 de diciembre de 2006 que «dentro de un año -es decir, exactamente hoy- estaremos mejor». En aquellos momentos, el Gobierno todavía negociaba con ETA y esperaba que la tregua condujera a una renuncia definitiva de la banda a la violencia. Tan sólo 24 horas después, la organización terrorista hacía estallar la bomba en la T-4 de Barajas.
Reflejando su radical cambio de discurso, Zapatero prometió ayer que pondrá «toda su fuerza y toda su voluntad» para «eliminar o reducir al máximo» la capacidad de ETA, resaltando que las Fuerzas de Seguridad del Estado han detenido a 360 miembros de la banda a lo largo de la legislatura y han descabezado su cúpula.
Sin embargo, interrogado sobre si estaría dispuesto a negociar con la banda si gana las elecciones, Zapatero se limitó a señalar que «no hay ninguna expectativa». En todo caso, lo que el presidente tuvo que admitir ayer es justamente lo contrario de lo que afirmó hace un año y no ya sólo porque ETA ha roto la tregua y ha vuelto a matar. El pasado 29 de diciembre, Zapatero creía ingenuamente que la banda iba a renunciar a las armas tras una negociación con el Gobierno y ahora se ve obligado a intensificar la lucha policial y a prometer que no cejará en el empeño de acabar con los terroristas.
Mariano Rajoy afirmó ayer que la negociación con ETA es uno de los dos grandes errores que ha cometido el Gobierno. Tiene razón y ello explica por qué Zapatero no puso ningún interés en introducir en su balance la política antiterrorista.
Visto lo sucedido con perspectiva, cada vez resulta más incomprensible por qué Zapatero accedió a negociar con la banda, por qué los socialistas vascos se sentaron con Batasuna en la mesa de partidos y por qué la Fiscalía relajó sus criterios para actuar contra el entorno de ETA. Todo ello fue una monumental equivocación que requiere una autocrítica y una rectificación de fondo que no se salda con el tímido reconocimiento de ayer.
Rajoy mencionó como segundo gran error del Gobierno su política territorial, en referencia al agravio que ha supuesto el Estatuto catalán para otras comunidades, reabriendo el debate sobre el modelo de Estado. En realidad, la negociación con ETA y las concesiones de Zapatero a los nacionalistas funcionan como vasos comunicantes. En la medida que el Gobierno cede ante las reivindicaciones de partidos como ERC y el PNV, el Estado se debilita y pierde capacidad de respuesta ante el desafío terrorista.
Si Zapatero gana las elecciones y sigue por ese camino en el futuro, es muy probable que dentro de un año nos veamos obligados a decir lo mismo que hoy: que estamos peor. Sólo la firmeza contra ETA y el consenso de los dos grandes partidos puede hacer que la situación mejore. No estamos seguros de que Zapatero lo haya comprendido a estas alturas.
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