El silencio institucional fue tan frío como los monolitos de homenaje instalados en la plaza 403 de la planta baja y en la 614 del primer piso del aparcamiento D de Barajas. En la primera estaba estacionado el vehículo de Carlos Alonso Palate y en la segunda el de Diego Estacio Sivisapa, los dos ecuatorianos que perdieron la vida el 30 de diciembre de 2006 mientras descansaban dentro de sus coches.

Dos placas sobre dos pequeñas columnas seccionadas -de las muchas que soportaban el peso de dicho módulo y que acabaron doblegadas por la explosión- con la inscripción En recuerdo de Carlos Alonso Palate y En recuerdo de Diego Armando Estacio son lo único que queda de entonces. Ninguna mención a que ambos inmigrantes fueron víctimas del terrorismo.

El atentado puso fin a la tregua anunciada por los terroristas el 22 de marzo de 2006, pese a que la banda no la dio por finalizada oficialmente hasta el 5 de junio de 2007. Pero la bomba en Barajas y los dos muertos no impidieron que prosiguieran los contactos entre enviados del Gobierno y representantes de ETA para tratar de salvar el proceso de paz.

Ayer, los familiares de Estacio y Palate afrontaron el primer aniversario de la masacre en la intimidad, sin presencia de autoridades. Salvando las distancias -por la cifra de muertos-, nada que ver con los homenajes que, desde 2004, reciben las víctimas del 11-M.

Por el monolito de Palate se dejaron ver sus familiares, que depositaron un centro de flores y una rosa roja sobre la placa. Los familiares de Estacio no aparecieron por Barajas. La madre de este joven de 19 años, Jacqueline Sivisapa, aseguró ayer a EL MUNDO que aún no tiene «valor» para acercarse al lugar donde murió su hijo. «Siento mucha presión. No tengo valor para ir. No puedo ni hablar. El dolor no me deja».

Jacqueline, que trabaja en una residencia de ancianos en Madrid, pidió respeto a su «dolor de madre», al tiempo que agradeció el apoyo que durante este tiempo le han brindado desde algunas asociaciones de víctimas del terrorismo y por parte del párroco de la iglesia de su barrio. Sobre si se ha sentido apoyada o no por el Gobierno, se limitó a decir: «No quisiera hablar de eso. Algún día tendré que hablar, pero no hoy».

Proceso fracasado

La explosión de la furgoneta bomba colocada por ETA mató a Palate y Estacio y destruyó el 90% del citado módulo de Barajas, del que fueron retiradas más de 40.000 toneladas de escombros, unas 2.000 plazas de estacionamiento quedaron inutilizadas y unos 700 vehículos resultaron afectados con graves daños.

Y, sobre todo, el atentado congeló de golpe el mensaje optimista que tan sólo 24 horas antes había lanzado el presidente del Ejecutivo: «Tengo la convicción de que dentro de un año estaremos mejor que hoy en la búsqueda del fin de la violencia terrorista», dijo Zapatero el 29 de diciembre de 2006.

Ayer, desde el Gobierno hubo silencio. Desde el PP, habló Ignacio Astarloa, secretario ejecutivo del partido, quien dijo que «la legislatura empezó mal en la lucha contra el terrorismo y termina mal», mientras que el secretario general del PP vasco, Carmelo Barrio, denunció que Zapatero «no haya rectificado su fracaso», informa Europa Press.

elmundo.es

Imágenes:

Album de los atentados de ETA tras el fin de la tregua.