La noticia, difundida el jueves pasado por la cadena Ser y publicada el viernes por el diario El País, sobre la localización por la Policía española de un vídeo atribuido al grupo terrorista Ansar al Islam (Seguidores del Islam), en el que se reivindican los atentados del 11-M y se ensalza a dos de los acusados del macrojuicio de Madrid, Jamal Zougam y Rabei Osman, Mohamed El Egipcio, ha cogido por sorpresa a varios conocedores de los movimientos islamistas marroquíes.
Lo que sorprende es la reivindicación, aunque de manera indirecta, de la matanza de Madrid por Ansar al Islam, un grupúsculo terrorista islamista fundado en el Kurdistán iraquí por Najmuddin Faraj Ahmad, más conocido como el mulá Krikar, un antiguo combatiente en Afganistán que ahora reside en Noruega. Para la pequeña historia, Ansar al Islam fue absorbido por Abu Musab al Zarqawi cuando éste lo fusionó con su grupo Tauhid ual Yihad (Unificación y Yihad) y lo transformó en Tandimat Al Qaida fi bilad al rafidein, es decir, La Rama de Al Qaeda en Irak. ¿Acaso se trata de la reaparición del Ansar al Islam original o de la creación de una nueva estructura que se habría apropiado del nombre?
Hace 20 días, apareció en la Red un grupo denominado Ansar al Islam fi alsahrae ua bilad al-mulatamin (Ansar al Islam en el Sáhara y en las tierras de los hombres velados). Los mulatamin son, en la historia común hispano-marroquí, los almorávides, los monjes guerreros. Este grupo publicó en su página web un comunicado afirmando su oposición frontal a la monarquía marroquí, rechazando al Polisario, cuyos dirigentes son tachados de «apóstatas», y reivindicando Al Andalus. Como ocurre muy a menudo con estas páginas web, la de Ansar al Islam ha desaparecido. En todo caso, ha cambiado de dirección.
Para el experto marroquí en movimientos islamistas Mohamed Darif, el vídeo localizado por la Policía española es bastante dudoso ya que surge después de la aparición de un misterioso Grupo de Liberación de Al Andalus, quien hace unos meses reivindicó igualmente España. Este grupo ha desaparecido tan pronto como había aparecido. «Todo esto huele a manipulación», explica Darif, que recalca que la inclusión en el vídeo de las fotos de Jamal Zougam y Rabei Osman El Egipcio, que están siendo juzgados, es bastante inusual en la manera de hacer de los movimientos islamistas. Normalmente, Al Qaeda y sus satélites revelan los nombres de sus hombres solamente cuando son prominentes dirigentes (como el nuevo jefe de Al Qaeda en Afganistán) o cuando caen en combate, pero casi nunca cuando están procesados. Osama bin Laden reconoció efectivamente la calidad de miembro de Al Qaeda de Zakaria Moussaoui en pleno juicio, pero lo hizo después de que el franco-marroquí lo hiciera reiteradas veces ante el tribunal norteamericano que lo juzgaba por los atentados del 11-S.
Parece pues bastante anómalo que una organización entregue públicamente los nombres de dos de sus supuestos miembros cuando estos están negando ante el tribunal todo vínculo con cualquier organización terrorista. Por otro lado, según la Policía española, ¿no se había hallado hace poco entre los escombros de la casa de Leganés, como reveló el diario El País, una libreta de instrucciones para terroristas, donde se les enseñaba a negar su filiación a Al Qaeda y a proclamar siempre su inocencia?
Reivindicar la pertenencia de Zougam y de El Egipcio a Ansar al Islam (cuando todos los servicios de inteligencia apuntan hacia el Grupo Islámico Combatiente Marroquí) tiene tintes de querer influir sobre el juicio, ya que las pruebas contra varios acusados, y especialmente contra Jamal Zougam, son bastante tenues.
Otro punto de interrogación es la insistencia sobre la reivindicación de Al Andalus. El vídeo, de mala calidad, se obstina en mostrar un mapa (en inglés) de la Península Ibérica. Supone que lo reivindica. Lo mismo hace con los atentados del 11-M cuando muestra un plano del Metro de Madrid e imágenes de las explosiones. Sin embargo, según Mohamed Darif, España no es un destino para la yihad. Por el momento, la prioridad de los muyahidin es la Guerra de Irak, donde se juega toda la estrategia antiterrorista de Estados Unidos.