Trashorras lo hizo él solo. Contra lo que sostenía la Fiscalía, el Supremo considera que no necesitó a nadie para robar cientos de kilos de dinamita de Mina Conchita. Al menos, no al picador Raúl González, El Rulo, a quien el Alto Tribunal absolvió ayer de la condena de cinco años que le impuso la Audiencia Nacional por tráfico de explosivos.
La sentencia mantiene que el tribunal del 11-M sólo pudo encontrar un hecho probado: un encuentro entre El Rulo y Trashorras en un mirador cerca de la mina, justo después de que éste llamase a El Chino y justo antes de que le propusiese al procesado Iván Granados un viaje a Madrid para transportar dinamita.
Para el Supremo, este relato es insuficiente para condenar a El Rulo, y más por dos circunstancias: la primera, porque, para darle credibilidad, la Audiencia se sirvió de un testimonio de Granados, que mantenía que Trashorras le había dicho que era el minero quien le proporcionaba los explosivos, afirmación que fue desmentida en el juicio por el propio Trashorras.
La segunda, porque razona el Supremo que, de la sentencia del tribunal del 11-M «tampoco resulta que el acceso a los explosivos estuviera restringido al recurrente pues, al contrario, se dice que, sobre el consumo, el control era nulo». Es decir: la dinamita podía cogerla cualquiera. Esta fue la principal tesis del abogado Endika Zulueta, que en este proceso ha hecho pleno al conseguir la absolución de sus dos defendidos: El Rulo y El Egipcio.
En cambio, la fiscal Olga Sánchez matuvo que El Rulo habría sido el hombre clave, imprescindible para que Trashorras obtuviese la Goma 2: según esta versión, habría facilitado los explosivos a cambio de cocaína. El Rulo sustraería la dinamita del polvorín, al que tendría acceso privilegiado, y luego la dejaría escondida en el monte para que Trashorras, ya de noche, la recogiese. «Por la cantidad sustraída y el corto espacio de tiempo en que se produjo, esta capacidad no estaba al alcance de cualquier trabajador de la mina», decía el informe fiscal, que pedía ocho años. Por esta acusación, El Rulo pasó casi dos años en la cárcel de Villabona como preso preventivo.
ARGUMENTOS DEL SUPREMO
«No resulta que el acceso a los explosivos estuviera restringido al recurrente pues, al contrario, se dice que, sobre el consumo, el control era nulo».
«La única prueba [contra 'El Rulo'] no es razonablemente suficiente para sostener la condena».