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CUARTA SEMANA DEL JUICIO

Los primeros testigos del 11-M desvelan más incógnitas de las que resuelven

  • Hasta el suicidio de Leganés, la policía no tuvo clara la autoría de los atentados
  • Un policía declara que él descartó el 'modus operandi' de ETA el mismo 11-M
  • Un confidente apunta que en 2003, la UCIE hablaba con 'El Tunecino'
  • La causa que movió a los terroristas fue la intervención española en Irak
Los procesados Youssef Belhadj, Larbi ben Sellam, Abdelmajid Bouchar, Jamal Zougam, Basel Ghalyoun y Mouhannad Almallah Dabas. (Foto: EFE)

Los procesados Youssef Belhadj, Larbi ben Sellam, Abdelmajid Bouchar, Jamal Zougam, Basel Ghalyoun y Mouhannad Almallah Dabas. (Foto: EFE)

Actualizado jueves 08/03/2007 16:50 (CET)
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PALOMA DÍAZ SOTERO

MADRID.- Esta semana, el juicio del 11-M se ha metido de lleno en la investigación policial de los atentados de la mano de los ocho primeros testigos, policías todos ellos menos dos, un analista de relaciones internacionales y un confidente. Con su declaración, este último puso en entredicho a las fuerzas de seguridad más de lo que ya lo hicieron los otros dos ex colaboradores que han declarado en el juicio, los procesados Rafá Zouhier y Emilio Suárez Trashorras. Lo que no sabemos es si todos ellos han dicho la verdad.

Todos los testigos comparecieron ocultos a las cámaras de la sala y al habitáculo de los procesados. Uno de ellos, analista del Real Instituto Elcano, habló sobre el documento aparecido en Internet en septiembre de 2003 en el que se llamaba a atentar contra España aprovechando las elecciones de marzo. Quien lo elaboró, conocía bien la realidad política de nuestro país y la opinión mayoritaria contra la intervención española en Irak.

Casi todos los agentes que testificaron eran funcionarios de oficina, de los que hacen informes, por lo que no ha podido sacarse de ellos detalles del terreno donde se recabaron las pruebas ni apreciaciones subjetivas. Los cuatro primeros testigos fueron agentes de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía, uno de ellos el responsable de la unidad del Magreb, que se hizo cargo de la investigación. Aparte de estos, comparecieron ante el tribunal: un policía de la Brigada Provincial, especialista en ETA, que inspeccionó (sólo por fuera) la furgoneta Reanault Kangoo de los terroristas, y una agente de la Unidad Central de Inteligencia de la Policía, también dedicada a los informes. En cualquier caso, según esos informes que realizaban, se deducen las conclusiones que fue sacando la policía en aquel mes de marzo de confusas y contradictorias pesquisas.

El primer mes de la investigación

Los 49 abogados de defensas y acusaciones, durante una sesión del juicio. (Foto: EFE)

Los 49 abogados de defensas y acusaciones, durante una sesión del juicio. (Foto: EFE)

Primero, los dos primeros días tras los atentados se mantuvieron todas las hipótesis abiertas sobre la autoría, incluida la de ETA, pese a los comunicados reivindicativos de grupos afines a Al Qaeda. Cuando la tarjeta de un teléfono móvil encontrado en una mochila bomba sin estallar condujo a la tienda de Jamal Zougam, el día 13 de marzo, entonces, la policía se centró en esa línea de investigación, la del 'grupo de Lavapiés' (islamistas) tantas veces vigilado en los últimos dos años.

Sin embargo, hasta el 3 de abril, día en que se suicidaron siete presuntos autores de la masacre en un piso de Leganés, la policía no tuvo clara la autoría islamista del 11-M. Una vertiente de la investigación estaba en Asturias, en la mina Conchita y eso desconcertaba bastante, según reconoció un agente de la UCIE. El acontecimiento del 3 de abril, por un lado, orientó definitivamente a los investigadores, pero por otro se llevó a los presuntos autores materiales fuera de su alcance. A partir de entonces, la prioridad se centró en identificar los cadáveres y en identificar a personas vinculadas con los muertos. Esto último, bien por pistas halladas en el piso (ADN y huellas), bien por el contacto telefónico con los muertos.

Los cruces de llamadas telefónicas con estos se han convertido en una de las pruebas principales contra algunos de los procesados. Por ello, las defensas ponen mucho interés en cuestionar la relevancia que pueda tener la escasa duración de algunas llamadas (menos de 10 segundos). A esto se suma otra complicación para comprender el enmarañado entramado de contactos telefónicos, y es que los usuarios implicados no sólo tenían varios terminales y varias tarjetas, sino que intercambiaban unos y otras entre sí.

La segunda vertiente de los testimonios de esta semana lleva al conocimiento que la policía ya tenía de algunos personajes como Serhane 'El Tunecino', principal organizador de los atentados fallecido en Leganés; Mustafá el Maymouni, líder islamista en Madrid hasta octubre de 2003 en el que se fue a Marruecos; Jamal Ahmidan 'El Chino', un 'simple' traficante; o procesados como 'Mohamed el Egipcio', Mohamed Larbi ben Sellam y Jamal Zougam.

Según declaró un agente de la UCIE, 'El Tunecino' era "un islamista de nivel" y su existencia como líder religioso "no era ningún secreto". ¿Lo subestimaron? El caso es que la policía no niega que lo conociera. Según declaró el confidente 'Cartagena' ante el tribunal, él informó a la UCIE a comienzos de 2003 de que buscaba "mártires" en sus selectivas reuniones para hacer la yihad internacional. La respuesta que tuvo de la policía fue que "ése, mucho hablar, pero no va a hacer nada"; después, le "obligaron" a dejar de mezclarse con esa gente de la que informaba y a irse fuera de Madrid. Cuál fue su sorpresa al descubrir, poco después, que los mismos agentes de la UCIE con los que él hablaba, se reunían también con 'El Tunecino'. El relato de Cartagena sembró las dudas sobre su credibillidad en la sala; en primer lugar porque desmintió todas sus declaraciones judiciales anteriores alegando que entonces hablaba bajo la amenaza de la policía; en segundo lugar, porque su testimonio estuvo lleno de lagunas y las justificó por su falta de memoria.

Una de las cosas que sí recordó ahora, pero que ocultó en sus declaraciones ante Garzón y Del Olmo, fueron dos conversaciones en las que él participó con dos islamistas radicales y en las que se habló de perdir ayuda a ETA para dar algún tipo de golpe.

Otman el Gnaoui, 'Mohamed el Egipcio', Youssef Belhadj y Abdelmajid Bouchar. (Foto: EFE)

Otman el Gnaoui, 'Mohamed el Egipcio', Youssef Belhadj y Abdelmajid Bouchar. (Foto: EFE)

Cartagena también dijo conocer a 'El Chino', pero antes de su supuesta transformación religiosa en la cárcel marroquí, de la que regresó en verano de 2004 dispuesto a preparar atentados.

Al parecer, según declaró un agente de la UCIE, de la unidad del Magreb que se hizo cargo de la investigación, Jamal Ahmidan 'El Chino' también era conocido en círculos policiales, pero como delincuente común, y no había ningún dato que apuntara que podía cometer un atentado islamista. Al fin y al cabo de él habían informado Suárez Trashorras, a la policía de Asturias, Rafá Zouhier, a la Guardia Civil, y el confidente Cartagena, a la UCIE. Curiosamente, cabe señalar, el máximo responsable de la unidad del Magreb de la UCIE en el momento de los atentados declaró ante el tribunal que "la figura de Jamal Ahmidan era totalmente desconocida" por ellos hasta la detención de Emilio Suárez Trashorras el 18 de marzo de 2004.

Lo máximo que llegaron a acercase a 'El Chino' tras los atentados fue el 26 de marzo. Uno de los policías que declaró ante el tribunal, el que hacía más calle y menos informes, interrogó al hermano pequeño de Jamal Ahmidan el 26 de marzo y le dijo que "estaba seguro de que había sido su hermano". Según contó, el día 20, 'El Chino' se reconoció participante en la masacre y alegó: "Doscientas personas mueren en Palestina y en Irak sin que a nadie le importe".

Incógnitas y misteriosas personas del Este

El miércoles, el testimonio de una agente de la Unidad Central de Inteligencia de la Comisaría General de Información de la Policía sacó a relucir, entre "los hechos objetivos" que recogía en sus informes, numerosas incógnitas que quedan por resolver en la investigación. Por ejemplo, aún no se ha descubierto un tercer coche que la policía cree que usaron los terroristas para ir a supuestamente a la estación de Alcalá de Henares antes de subirse a los trenes. Como hubo 13 mochilas, se da por hecho que hubo 13 autores materiales y, con dos vehículos, la Kangoo y el Skoda Fabia, no salen las cuentas.

El testigo del que se tuvo constancia el 11 de marzo fue el portero de una finca de Alcalá que declaró haberse sorprendido de que tres personas bajaran tan abrigadas de aquella Kangoo un día en el que hacía muy buen tiempo. Lo que no se había sabido hasta ahora es que aquel día éste hombre le dijo a un policía, pero no en su declaración oficial, que los tres misteriosos hombres parecían "de países del Este". Si se ha sabido ahora es por el testimonio de un policía de la Brigada Provincial que declaró este miércoles ante el tribunal.

En este punto hay que recordar que un policía de la UCIE testificó el día anterior los siguiente: los dos hombres blancos -también muy misteriosos para la investigación- que el 4 de marzo compraron el teléfono móvil hallado después en la mochila bomba que no estalló dijeron al tendero indio que les atendió que eran de Bulgaria.

Otras cuestiones por resolver aún son las identidades de tres perfiles genéticos encontrados en los escenarios de la investigación, sobre todo uno de ellos, el "1639", que está presente en el piso de Leganés, en la casa de Morata de Tajuña donde supuestamente se montaron las bombas, y en el Skoda Fabia, coche supuestamente empleado por los terroristas antes de subir a los trenes.

Por otro lado, gracias a la defensa de uno de los acusados (que lo usará en su favor), nos enteramos de que en el piso de Leganés hay un centenar de huellas digitales sin identificar.

Y otra incógnita que esperemos se aclare con los testigos adecuados es la del tiroteo que hubo en Leganés con algunos de los terroristas antes de que la policía decidiera enviar a los 'geos' al piso en el que se refugiaban y en el que se suicidaron. Dos de los policías que comparecieron esta semana fueron preguntados por ello y ninguno de ellos supo decir, ni en líneas generales, qué ocurrió. De hecho, a la agente de la UCI, que tiene informes de todo, no le constan análisis de balística de aquel suceso.

El primer análisis de la Kangoo

Por último, hay que destacar el episodio de la revisión de la furgoneta Renault Kangoo en las inmediaciones de la estación de Alcalá de Henares. Ante el tribunal testificó el agente de la Brigada Provincial que acudió, como especialista en ETA, a examinar el vehículo a las 11.00 del 11-M. Él sólo lo observó por fuera, vio que las matrículas eran auténticas y aquello fue suficiente para determinar que no encerraba "el modus operandi de ETA". Por el cristal, también vio que dentro había "cosas revueltas", pero no especificó si en la parte delantera o trasera.

En aquella furgoneta, bajo el asiento del copiloto, había un cartucho de Goma 2 ECO y siete detonadores industriales eléctricos. El perro de la policía que entró en la furgoneta tal vez tendría que haberlo detectado, pero nos quedamos con las ganas de saberlo, puesto que nadie, ni la fiscal -que parece preguntar sólo según el cuestionario que lleva preparado de antemano- ni los 49 abogados de acusaciones y defensas, le preguntó al testigo ocular de aquella escena sobre el comportamiento del perro. Habrá que esperar a que testifique el policía responsable del perro, así como los agentes que examinaron dos veces más la furgoneta. Paciencia...

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