MADRID.- La quinta semana del juicio del 11-M arrancó habiéndose cumplido ya el tecer año de los atentados, dejando atrás los actos del aniversario, y ha estado llena de revelaciones interesantes por parte de los testigos. El jefe de seguridad de Renfe sostuvo que no tuvieron que ser 13 los terroristas porque muchos menos pudieron bajarse de un tren después de haber puesto las bombas y subirse a otro. Varios testigos de los trenes rectificaron sus testimonios ante el tribunal. Y el jefe de Tedax de Madrid aseguró por activa y por pasiva que sus hombres revisaron cuatro veces el tren de El Pozo y que no pudieron pasar por alto ninguna bolsa bomba como la que luego apareció en Vallecas procedente de allí.
Vamos por partes. Primero, destaquemos el testimonio del jefe de seguridad de Renfe, Manuel Rodríguez Simons, que dejó abierta una puerta cerrada ya por el juez instructor, Juan del Olmo, y la fiscal, Olga Sánchez. Hasta ahora, que se hubieran colocado 13 mochilas bomba (10 explotadas, dos explosionadas por la policía y una más desactivada) indicaba que fueron 13 los terroristas y que ninguno pudo llevar más de una bolsa con sus 10 o 12 kilos de explosivo. Según el escrito de la fiscal, quienes colocaron las bombas fueron los siete suicidas de Leganés, tres de los procesados ahora y alguno de los cuatro huidos que se conocen. Además, hay tres perfiles genéticos aún sin identificar que también pudieron tener algo que ver, sobre todo uno de ellos que aparece en un coche supuestamente empleado por los terroristas el 11-M, en el piso de Leganés y en la finca de Morata en la que se prepararon las bombas.
El tren de la calle Téllez. (Foto: Ricardo Cases)
Rodríguez Simons sostuvo que, de acuerdo con los horarios de los trenes atacados era perfectamente posible que un terrorista se bajara en una estación y se subiera en el siguiente convoy. Los cuatro trenes hacían las mismas paradas en el tramo maldito (entre Alcalá de Henares y Atocha) y se llevaban una diferencia de unos cuatro minutos. Aunque Simons no lo dijo, abrió la puerta a que entre uno y cuatro terroristas (nunca hubo más de cuatro bolsas por tren) se bajaran en una estación, cogieran sus bolsas bomba de algún sitio y se subieran en el siguiente tren. Desde luego, esto complicaría la preparación de los atentados un poco más que con el planteamiento oficial de la investigación: 13 terroristas se subieron en Alcalá de Henares cada uno con una bolsa bomba. Otro factor que reveló el jefe de seguridad de Renfe es que, desde luego, si los terroristas bajaron y subieron, las cámaras de las estaciones no lo recogieron porque no grababan imágenes; sólo las de Atocha graban.
Una vez abierta esa puerta, se convierte en factible otra de las hipótesis descartadas: que Jamal Zougam estuviera en dos trenes diferentes, el que estalló en El Pozo y el que explotó en Santa Eugenia, y con dos bolsas distintas, a tenor de lo declarado por dos testigos. Lo asombroso es que después de esta semana, consta que fue visto en uno más, el que estalló en Téllez. En total, tres trenes. (Ver gráfico)
Los testigos que afirmaron haber visto en los trenes a tres procesados habían sido clave para la investigación y para que la fiscal los acusara de ser autores materiales de la masacre. Con lo que no contaba la fiscalía es con que esos testigos rectificaran su testimonio en el tribunal, tres años después de la trágica experiencia vivida.
Hubo una testigo que, en su día, identificó al huido y después detenido Abdelmajid Bouchar como la persona que en el andén de la estación de Entrevías le preguntó si la siguiente estación era Atocha. Aquel tren estalló antes de llegar a Atocha, en la calle Téllez. Esta semana, esa mujer no ha sido capaz de volver a identificar a Bouchar en las fotografías que se lo mostraron. Al contrario, dijo que a quien había visto fue a Jamal Zougam.
Por desgracia para Zougam, ninguno de los testigos que dijeron haberlo visto en el de Santa Eugenia y en el de El Pozo rectificaron. Sólo el testimonio del hombre que aseguró verlo en el tren que estalló en El Pozo quedó un tanto nublado porque, en un primer momento, el 15 de marzo, dijo haber visto al procesado en el piso de abajo, y esta semana dijo que ambos viajaron en el piso de arriba. Tuvo que reconocer que no se acordaba del detalle cuando le pusieron de manifiesto la contradicción, pero aseguró que a quien vio era a Zougam, aunque llevara una escayola en la nariz. Llevaba una bolsa de deportes "pesada" y de color "azul verdoso", que colocó bajo un asiento. "Si no es ésa, es su alma gemala", dijo a la policía cuando le enseñaron la bolsa encontrada en la comisaría de Vallecas que tenía una bomba dentro y que supuestamente procedía de El Pozo.
Por otro lado, dos mujeres que dijeron verlo en el tren que estalló en Santa Eugenia se mantuvieron en lo declarado explicando además los detalles que hacían inolvidable la situación en que lo vieron. En este caso, llevaba una mochila "azul claro". El abogado de Zougam se mostró excesivamente duro con estas dos testigos, pero por más que les apretó (hizo llorar a una) buscando una contradicción que pusiera en duda sus afirmaciones, no la encontró.
Y, por último, queda la testigo que hace tres años dijo haber visto al procesado Basel Ghalyoun dejarse una bolsa en el tren que estalló en la calle Téllez. Ante el tribunal reconoció que entonces tuvo alguna duda para afirmar que era el de una foto que le mostraron. Y no sólo eso, sino que ahora dice estar segura de a quién vio y no es Ghalyoun, sino el huido Daoud Ouhnane. Vio su fotografía hace un año en un libro sobre el 11-M y supo que era él sin ningún tipo de reserva. Y no lo ha dicho hasta ahora.
Abdelmajid Bouchar y Larbi ben Sellam. (Foto: EFE)
Volviendo a Abdelmajid Bouchar. Si bien ahora ya no está en los trenes, sigue estando en el piso de los suicidas de Leganés, donde, según la fiscal, se refugiaron los autores materiales de los atentados. Ante el tribunal declararon dos hombres que afirmaron haberlo visto en la noche del 3 de abril, después del suicidio colectivo. Según ellos, les dijo que había huido de la policía en Leganés cuando bajaba a tirar la basura. La fiscal y el juez Del Olmo sostienen que Bouchar estaba en el piso, bajó a tirar la basura, se percató de la operación policial que había montada para intervenir en el piso y huyó de allí corriendo, aprovechando sus cualidades de mediofondista. Salió de España, recorrió siete países europeos en un año y cuatro meses, hasta que fue detenido en agosto de 2005 en Belgrado. Su ADN se encontró en restos de comida de la bolsa de basura.
Los testigos que apoyaron este relato fueron el hermano de otro huido, Mohamed Afalah, y su cuñado. Por su parte, también aportaron que Afalah salió de España aquella misma noche del 3 de abril, antes de acabar protagonizando un ataque suicida en Irak al mes siguiente: "Un tío llamó y dijo que había muerto".
Las Torres Kio de Madrid. (Foto: Kike Para)
Y siguiendo con los familiares de los presuntos implicados, también prestaron declaración la ex mujer y el ex cuñado del procesado Mohamed Almallah Dabas. Sus testimonios no le favorecieron nada y él contaba con ello. Ambos afirmaron que oyeron decir a Almallah Dabas que había que atentar contra las Torres Kio de la Plaza Castilla de Madrid y que "no estaría tranquilo" hasta que no las viera caer. La defensa de Mohamed quiso hacer notar el resentimiento que la mujer podía albergar hacia su ex pareja por lo mal que la había tratado.
La mujer también testificó sobre las reuniones de contenido yihadista que su ex practicó en el local de la calle Virgen del Coro de Madrid con 'El Tunecino', supuesto organizador principal de los atentados; y habló de los vídeos que veían sobre el sufrimiento de los musulmanes y sobre el martirio, vídeos que, por cierto, dijo haber entregado a la policía un año antes de los atentados, cuando denunció a Mohamed por malos tratos.
Si los dos primeros días de la semana estuvieron dedicados a familiares y conocidos de algunos de los porcesados, además de a los testigos de los trenes, el último día estuvo centrado en los explosivos que reventaron los vagones y mataron a 192 personas, además de causar 1.500 heridos.
El testimonio del inspector jefe de Tedax de Madrid, que coordinó la actuación de los especialistas en desactivación de explosivos en los cuatro trenes, fue muy esclarecedor sobre cómo se trabajó en aquella mañana y las primeras conclusiones que se sacaron.
Sin hacer ningún tipo de análisis de los explosivos como los que se están practicando ahora por orden del tribunal, este especialista supo, nada más ver los daños causados en los trenes, que las bombas no habían sido ni de Goma 2 EC ni de Titadyn porque estos explosivos pierden potencia con el simple paso de dos meses desde su fabricación. Así que sólo podía tratarse de un explosivo de alta potencia, como la Goma 2 ECO u otros.
Sin embargo, los análisis de ahora lo contradicen, ya que han detectado un componente que sí está en la Goma 2 EC y no en la ECO. En la mina Conchita, de la que supuestamente salieron los cartuchos de la masacre, había de los dos tipos.
Que lo que estalló en los trenes fue Goma 2 ECO fue deducido por la fiscal y el juez Del Olmo porque es lo que se encontró en los lugares vinculados a los terroristas: la furgoneta Kangoo encontrada junto a la estación de Cercanías de Alcalá de Henares, el piso de los suicidas de Leganés, la finca de Morata de Tajuña donde se prepararon las bombas y el artefacto colocado en las vías del AVE el 2 de abril. También era el explosivo que había en la bolsa hallada en la comisaría de Vallecas atribuida a los terroristas porque supuestamente llegó allí desde el tren de El Pozo, una teoría, por cierto, puesta en duda por el jefe de Tedax de Madrid.
Juan Jesús Sánchez Manzano. (Foto: EFE)
El caso es que ni aquel 11 de marzo ni en los días posteriores se practicaron análisis cuantitativos ni cualitativos de las muestras y los restos hallados en los focos de las explosiones, lo que ha obligado al tribunal del 11-M ha ordenar hacerlos tres años después, cuando muchas de las muestras ya están desvirtuadas.
De aquella falta de concreción en los análisis dio cuenta en el juicio el ex comisario jefe de los Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano. Según explicó, los laboratorios de la Unidad Central siempre trabajan así, como manda el protocolo. Ni examinaron al detalle las muestras recogidas en los trenes ni las enviaron a Policía Científica. "Es como lo hacemos siempre", alegó, admitiendo que los análisis que ellos practican siempre dejan "interrogantes". Lo único que se determinó aquella misma mañana es que aquello era "dinamita" sin más. Ni el tipo ni la marca, pese a lo relevante que podía resultar esto para la investigación. Bien es cierto que aquel día la policía ya estaba tras la pista del trozo de cartucho hallado en la Kangoo de Alcalá de Henares. Por la tarde, ya sabían que era de Goma 2 ECO. Por ese trozo, se dio por supuesto que todo lo que estalló en los trenes era lo mismo, parece. El informe sobre la finca de Morata no se realizó hasta el 26 de marzo y el hallazgo de la bomba del AVE no fue hasta el 2 de abril.
Sánchez Manzano, que se reconoció inexperto en explosivos por falta de formación, acabó respondiendo a múltiples preguntas "lo ignoro" o "eso pregúnteselo a la perito", en referencia a la perito responsable de analizar las muestras y que deberá pasar por el tribunal. "Nunca había sido tan cuestionado", llegó a exclamar el ex comisario al final del interrogatorio. Él sólo era responsable de que se cumpliera el protocolo de actuación, reconoció.
A su lado, el jefe de Tedax de Madrid pareció darle mil vueltas. Aparte de dar una lección magistral sobre explosivos y sobre la actuación de los tedax sobre el terreno de aquella mañana, suscitó una duda de una manera muy sutil.
Foto de la mochila, el teléfono y la batería llevados a la Comisaría de Vallecas. (Foto: ABC)
La Goma 2 EC y el Titadyn descartadas en el primer momentoEste responsable, que coordinó la actuación de los tedax en los cuatro trenes, aseguró que sus hombres los inspeccionaron "todos" de cabecera a cola y viceversa en dos ocasiones. Así lo ordenó y así certifica que se hizo, aunque eso tendrán que ratificarlo los agentes que lo hicieron, claro. Examinaron todos los bultos para descartar la existencia de más bombas. De esta manera, dieron con un artefacto en Atocha y con otro en El Pozo. Intentaron desactivarlo, pero no pudieron, así que los explosionaron. No encontraron nada más. Los objetos de cada tren se recogieron entonces y se llevaron, primero al pabellón de Ifema donde estaban los fallecidos y después a la comisaría de Vallecas.
Aquella noche del mismo 11-M, en la comisaría, se encontró una bolsa deportiva de asas como las otras dos explosionadas por tedax; tenía un teléfono móvil como la explosionada en el andén de El Pozo, aunque estaba sin conectar al detonador, según se pudo ver en una radiografía que en aquel momento nadie observó bien. Estaba entre los objetos recogidos en los trenes de El Pozo.
Lo lógico es pensar que los agentes no hicieron bien su trabajo y que se les pasó esta bolsa de unos 10 kilos de peso. Sería comprensible dado el caos de la situación, con muertos, heridos, sanitarios, policías y bomberos por todas partes. Sin embargo, el jefe de Tedax de Madrid reiteró ante el tribunal que estaba "convencido es de que, después de la revisión de los tedax que trabajaron allí, no había ni una sola mochila que tuviese un artefacto explosivo". "Eso se lo puedo asegurar, que lo hicieron concienzudamente. Es más, les dije que lo hiceran dos veces y cuando hablé con ellos me dijeron que lo habían hecho cuatro", añadió. Y, por si fuera poco, dejó caer la única hipótesis plausible para él: "Si no apareció ninguna mochila, sería porque se la hubiesen llevado; digo yo, es una teoría, se la podían haber llevado antes".
La semana que viene, las sesiones del juicio se prolongarán hasta el jueves. Entre los primeros 20 testigos encontraremos a más tedax y agentes de policía que trabajaron en los trenes tras las explosiones. Además, declarará el portero de una finca de Alcalá de Henares que dijo haber visto a tres personas bajarse de la furgoneta Kangoo con mochilas.
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