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JUICIO DEL 11-M | RESUMEN DE LA SEMANA

La desobediencia a la autoridad de Díaz de Mera y el robo de explosivos de Trashorras

Agustín Díaz de Mera. (Foto: Carlos Miralles)

Agustín Díaz de Mera. (Foto: Carlos Miralles)

Actualizado jueves 29/03/2007 20:51 (CET)
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PALOMA DÍAZ SOTERO

MADRID.- La séptima semana del juicio del 11-M ha quedado marcada por la apertura de un nuevo proceso judicial, al ex director general de la Policía Agustín Díaz de Mera. El máximo jefe policial durante los atentados comparecía ante el tribunal como testigo cuando se negó a dar el nombre de un policía que le había hablado de un informe que relacionaba a ETA con la masacre. Incurrió en un delito de desobediencia a la autoridad que le costó una multa de 1.000 euros y la apertura de un procedimiento en el Supremo, aunque cómo es aforado, como eurodiputado que es ahora, pasa por que el Tribunal de Estrasburgo dé luz verde o no a la investigación.

Díaz de Mera, el hombre de confianza de Ángel Acebes en el anterior Gobierno del PP, sigue a día de hoy sin "descartar" nada respecto a la autoría de los atentados, como se encargó de recordar en su testimonio. Hace unos meses, en la cadena Cope, afirmó que había un informe policial que no había salido a la luz porque, según él, lo había impedido el actual ministro de Interior, y en el que se dejaba constancia de la participación de ETA en los atentados. Tales afirmaciones le fueron recordadas en el juicio por la acusación de la Asociación Ayuda a las Víctimas del 11-M, que es la única de las 22 acusaciones que pide la responsabilidad del Estado.

Javier Gómez Bermúdez. (Foto: LaOtra)

Javier Gómez Bermúdez. (Foto: LaOtra)

Él respondió que se lo había contado una persona de su máxima confianza y a quien otorga la máxima credibilidad, pero se negó a dar su nombre cuando le fue solicitado por parte del tribunal. Por más que el presidente, Javier Gómez Bermúdez, le insistió y le "rogó" por el bien del proceso al que asistimos, el testigo guardó silencio por el "cariño" que le tiene al Cuerpo de la Policía. El diálogo de sordos entre ambos fue digno de un guión de película. "Hable con su fuente", le decía Gómez Bermúdez en un último intento por facilitarle las cosas. "No sé si la fuente tiene el teléfono intervenido, señoría", respondía el otro. El testigo apeló a un choque entre la "moralidad" y la "legalidad" y optó por lo primero ("prefiero cargar yo a que cargue otro"), lo que le ha costado las alabanzas del PP y las críticas del PSOE.

El ex director de la Policía reconoció ante el tribunal que nunca hubo pruebas objetivas de que ETA estuviera tras el atentado en aquellas primeras fechas de la investigación y que entonces él no supo dar la importancia que tenía al tipo de explosivo que hubiera estallado en los trenes. Contrariamente, señaló que a las 18.00 horas del 11-M sabían que no había sido Titadyn y que eso causó un "disgusto" en los mandos policiales.

Trashorras y la trama de los explosivos

Emilio Suárez Trashorras, durante la sesión del miércoles. (Foto: EFE)

Emilio Suárez Trashorras, durante la sesión del miércoles. (Foto: EFE)

Con la inesperada noticia que protagonizó, Díaz de Mera puso el broche final a esta semana de juicio, que ha estado centrada prácticamente en el procesado Emilio Suárez Trashorras y en toda la trama de explosivos que, según la investigación, él lideró. El ex minero afronta por ello una petición de condena de 38.667 años de prisión.

Centrados en Suárez Trashorras, surgió la otra alusión a ETA de la semana. Él había asegurado en el juicio que en su declaración del 17 de marzo le había dicho a la policía que 'El Chino' le había dicho que los 'etarras de Cañaveras' eran "amigos" suyos. Eso fue una deducción lógica suya cuando 'El Chino', pocos días antes del 11-M, le dijo que habían "detenido a unos amigos suyos", "los que salieron en la tele". Trashorras dio por hecho que eran Irkus Vadillo y Gorka Vidal, los arrestados el 29 de febrero cuando traían a Madrid 500 kilos de cloratita. El caso es que, el agente de la UCIE que ha declarado esta semana ante el tribunal, y que participó en la "entrevista" a Trashorras, ha confirmado que el ex minero le contó aquello.

El martes y el miércoles, asistimos al relato de dos policías (el de la UCIE y otro de la UCII) sobre las primeras declaraciones de Suárez Trashorras a la policía el 17 de marzo de 2004, tratando de incriminar a "los moritos", como los llamaba, y asegurándose él de quedar con las manos limpias. "Cariño, di lo que tengas que decir, pero a mí déjame al margen", le dejó claro la procesada Carmen Toro a su marido. Él aceptó contar a la policía que compraba hachís a tres marroquíes, cuyo líder era un tal 'Mowgli' (Jamal Ahmidan 'El Chino'), que habían andado por Asturias en las semanas previas a los atentados. Podía ser -dijo- que hubieran ido ellos a Mina Conchita a robar los explosivos porque, claro, en una noche que estuvo con ellos y que había bebido mucho alcohol, les había llevado a la mina en la que él había trabajado hacía tres años, o sea Mina Conchita.

La noche del robo

Como se encargó de contar Gabriel Montoya Vidal, el chaval de confianza (con 16 años entonces) de Suárez Trashorras, fue él quien acompañó a 'El Chino' y los otros dos a la mina para robar los explosivos en la madrugada del 28 al 29 de febrero de 2004. En efecto, Trashorras se cuidó de no ir con ellos en el robo, pero sí los llevó al acceso de la mina aquella tarde y se encargó de señalarles el lugar donde encontrarían los 200 kilos de explosivos que luego, de madrugada, se llevaron. También puso el garaje en el que los ladrones cargaban y descargan los explosivos de un coche a otro. Todo esto, según el testimonio prestado por Montoya Vidal, que ya fue condenado en noviembre de 2004 por haber transportado a Madrid dos bolsas con unos 15 kilos de explosivos cada una.

'El Gitanillo', como le llamaban, también dijo haber acompañado a Trashorras a la mina unos días antes para apalabrar una operación con unos señores que vestían "mono azul de trabajo" y que, a todas luces, eran mineros. Otro testigo en la causa se encargó de contar que los mineros se ponen un "mono azul" para la faena de cada día. "Esto ya está hecho", exclamó Trashorras, según su chico de confianza. Si el joven delincuente dice la verdad, Suárez Trashorras no tiene escapatoria. 'El Gitanillo' consiguió una rebaja de condena de ocho a seis años, que le evitó haber entrado en prisión, quedándose en un centro de menores.

Brahim y Mohamed Moussaten, acusados de colaboración con organización terrorista. (Foto: Kike Para)

Brahim y Mohamed Moussaten, acusados de colaboración con organización terrorista. (Foto: Kike Para)

Según la investigación, el robo fue perpetrado por 'El Chino', Abdenabi Kounjaa y Mohamed Oulad Akcha, todos ellos muertos en el suicidio colectivo de Leganés. A los dos primeros los reconoció la cajera de Carrefour de Avilés que les cobró las mochilas y los macutos que compraron aquel 28 de febrero, a las 21.26 de la noche. La joven, que declaró ante el tribunal esta semana, señaló que no le cuadraba que unos hombres con "aspecto árabe" compraran aquellas "mochilas de cámping": eran de las más grandes, de las de 45 litros de capacidad. Esto encaja con el testimonio de Gabriel Montoya, que dijo que entre la visita vespertina a la mina (en la que supuestamente Trashorras les enseñó dónde estaban los explosivos apalabrados) y los viajes furtivos de la madrugada a cargar la dinamita, los tres marroquíes fueron a Carrefour a comprar las mochilas. Tres mochilas, tres macutos, tres linternas, tres latas de sardinas...

La semana comenzó con el testimonio del policía al que Trashorras pasaba información sobre el tráfico de estupefacientes y por el que se sentía protegido en sus activiades delictivas. Era el inspector jefe de Estupefacientes en Avilés Manuel García Rodríguez, conocido como 'Manolón'. Este policía, que dijo tratar a Emilio más como a un amigo que como a un confidente, fue quien lo puso en manos de la policía de Madrid, que llegó a Avilés sin saber de la existencia de Trashorras, siguiendo simplemente la pista de la Goma 2 ECO y los detonadores encontrados en la furgoneta Kangoo. Según Manolón, que sabía que el ex minero trapicheba con "moritos", su confidente le había dicho el 12-M: "Esto es cosa de moros"; y se lo volvió a insistir tres días después. Así que, cuando llegaron los agentes de la UCII y de la UCIE el día 17, el inspector les sugirió que hablaran con él.

Manolón asegura que no sabía nada sobre la actividad de los tres marroquíes que se movían con Trashorras, aunque éste sostiene que le contaba todos sus movimientos con ellos, incluida la visita a la casa de Morata de Tajuña días antes de los atentados. ¿Por qué no interceptó Estupefacientes a "los moritos"?, se preguntó Trashorras. Tal vez, porque al tráfico de hachís no se le consideraba prioritario en la lucha antidroga, según reconoció Manolón'.

El policía Manuel Campillo (al telefono) y Francisco Javier Lavandera, a la entrada de la Audiencia en la Casa de Campo. (Foto: Kike Para)

El policía Manuel Campillo (al telefono) y Francisco Javier Lavandera, a la entrada de la Audiencia en la Casa de Campo. (Foto: Kike Para)

Mercado de explosivos a gran escala

Lo que dio a entender otro confidente policial, Francisco Javier Villazón Lavandera, es que al tráfico de explosivos tampoco se le hacía mucho caso en Asturias. Según declaró ante el tribunal este testigo, en el verano de 2001, el procesado Antonio Toro ofrecía explosivos "a todo el mundo", "a diestro y siniestro"; "no se cortaba". Trashorras también, pero era más discreto, se movía en solitario. A él se los ofreció también, hasta mil kilos a la semana, y le dijo que podía ganar mucho dinero llevando explosivos al País Vasco; y mucho más si daba con alguien que supiera fabricar bombas con teléfonos móviles. Todo esto suena tan mácabro tres años después de los atentados..."Se dedicaban a sacarlo (de la mina) y a intentar venderlo", declaró otro testigo en el juicio esta semana.

Antonio Toro fue detenido y enviado a prisión por ello en agosto de 2001, pero salió en Navidad porque Suárez Trashorras se lo pidió a 'Manolón' a cambio de información sobre Estupefacientes. En la cárcel, Toro se juntó con el procesado Rafá Zouhier y también le ofreció explosivos. Zouhier hizo después de intermediario entre 'El Chino' y Trashorras, según la investigación. Según él, que también era confidente, pero de la Guardia Civil, trataba de desmantelar una red de explosivos y por ello participó en dos reuniones que tuvieron lugar en Madrid en noviembre y diciembre de 2003 en la que se apalabró el intercambio de drogas por explosivos entre Toro, Trashorras y 'El Chino'. Trashorras dice que sólo se habló de hachís y Toro que estaba allí acompañando a su hermana Carmen, entonces novia de Trashorras. Cada uno tiene su versión. Por cierto, Rafá Zouhier, según su amigo y también narcotraficante Lofti Sbai (que declaró en el juicio esta semana), buscó desesperadamente tras los atentados un guardia civil que dijera que él había informado de la trama de los explosivos.

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