MADRID.- Esta semana en el juicio del 11-M los protagonistas han sido dos mandos policiales durante los atentados. Ambos ofrecieron versiones coincidentes de las primeras horas de la investigación, pero diferentes apreciaciones. También tuvimos una jornada centrada en el suicidio colectivo de Leganés y en uno de sus integrantes y presunto organizador de los atentados, Jamal Ahmidan 'El Chino'. También fue relevante la comparecencia del guardia civil al que informaba, como confidente, el procesado Rafa Zouhier.
Aparte de estos, han empezado a pasar por el tribunal diversos testigos pedidos por algunas acusaciones que aportan información o ratifican la ya dada respecto a una mínima parte de la investigación.
El ex comisario de Informaión Jesús de la Morena. (Foto: EFE)
Empecemos por los primeros, que fue los últimos en comparecer ante el tribunal: Jesús de la Morena, comisario general de Información cuando se produjeron los atentados, y Pedro Díaz-Pintado, entonces subdirector general operativo de la Policía.
Su completo relato de la investigación policial en las primeras 48 horas tras el estallido de los trenes asentó, sin duda, una base sólida para analizar el comportamiento del Gobierno en aquellos días, aunque ése no sea el objeto del proceso.
Si bien hubo un primer aviso, a las 13 horas del 11-M, de que el explosivo era Titadyn, el empleado por ETA, poco después, hacia las 17.00 horas, esta información quedó desmentida por la ausencia de nitroglicerina en los primeros análisis. El ministro del Interior, en rueda de prensa, a las 20.00 horas, dijo que se trataba de "dinamita, por tanto, la habitual de la banda terrorista ETA". Claro que aún hoy estamos pendientes de saber lo que reventó los vagones, a la espera del análisis de ocho peritos ordenado por el tribunal hace más de tres meses. Según la investigación y la acusación de la fiscal, todo fue Goma 2 ECO, afirmación que las primeras periciales han dejado en el aire.
Ambos mandos policiales coincidieron en señalar que no hubo ninguna pista ni ningún informe, ni aquellos dos días, ni en las semanas posteriores, que apuntara a ETA como autora del ataque. Aquel 11-M, sólo había intuición basada en la experiencia: ETA quería atentar antes de las elecciones, lo había intentado en un tren y con una mochila bomba en la Navidad anterior, y había enviado a Madrid una furgoneta con 500 kilos de cloratita 11 días antes del atentado. Eso sí, también se tuvo en cuenta que no hubo aviso telefónico previo y que colocar 12 mochilas bomba requería una infraestructura que la banda no tenía, apuntó Díaz Pintado.
Según éste, fue el propio Ángel Acebes el que dio luz verde a abrir una nueva vía de investigación cuando, aquella tarde, hacia las 18.00 horas, conoció el hallazgo de una cinta árabe en la furgoneta Kangoo en la que también aparecieron siete detonadores y un resto de Goma 2.
La pista definitiva para sostener la autoría islamista fue el descubrimiento de que la tarjeta del teléfono móvil que había en la mochila bomba aparecida en la comisaría de Vallecas había sido adquirida por la tienda de un tipo de origen marroquí que ya había sido investigado por su "radicalidad" y sus contactos con "radicales", Jamal Zougam. En la noche del 12 al 13, la cúpula policial ya sabía que se iban a producir detenciones al día siguiente por el rastro seguido a la tarjeta SIM. También lo dijo el ex director de la Policía, Agustín Díaz de Mera, cuando testificó el pasado 28 de marzo. Aquella mañana del día 13, Jesús de la Morena conoció que la pista llevaba hasta Zougam y ordenó su detención y la de sus socios en la tienda de telefonía móvil ubicada en el barrio de Lavapiés.
Con esto, De la Morena dio por hecha la autoría islamista. Según él, no había ya otra investigación abierta que no fuera la islamista. Sin embargo, Díaz-Pintado sostuvo ante el tribunal que entonces no se descartó la posibilidad de que ETA hubiera tenido algo que ver.
El ministro del Interior comunicó la existencia de una nueva vía de investigación basada en los islamistas pasadas las 00.00 horas del día 14, una vez confirmadas las detenciones.
El fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, interrogó a Díaz-Pintado y De la Morena. (Foto: EFE)
Los responsables policiales de entonces también fueron preguntados por su trabajo contra el terrorismo islamista antes de los atentados, ya que España estaba amenazada por el propio Bin Laden y había sufrido en el último año un atentado en Irak (murieron ocho agentes del CNI) y otro, indirectamente, en Marruecos (contra la Casa de España en Casablanca).
Según Jesús de la Morena, sí era una preocupación y si se dedicaron medios a la prevención de más atentados. Sin embargo, reconoció que los medios no eran suficientes y siempre van a remolque del crecimiento de la amenaza. Díaz-Pintado calificó el atentado de "fallo del sistema" en general, puesto que considera que la amenaza era para toda Europa igual y España había pedido a la UE más medios para la lucha antiterrorista. "¿Qué pudo haberse evitado? Naturalmente", manifestó.
Pedro Díaz-Pintado y Jesús de la Morena también hablaron del suicidio de los terroristas en Leganés el 3 de abril de 2004. Ambos coincidieron en señalar en el inmenso temor y la preocupación que había porque volvieran a atentar, sobre todo después de descubrir la bomba con más de 100 kilos de explosivo colocada en la vía del AVE el día anterior. Según ellos, el seguimiento de las tarjetas telefónicas vendidas por Jamal Zougam, intensificado aquel día, les llevó al piso de la Calle Carmen Martín Gaite donde el 3 de abril se alojaba un grupo de personas vinculadas con los atentados, aunque no sabían ni cuántos había ni en qué medida estaban relacionados.
Una vez que comenzó el despliegue policial, según ambos mandos policiales, se atrincheraron, bajaron las persianas, colocaron explosivos junto a la puerta de entrada y comenzaron a proferir gritos incomprensibles y "escalofriantes". Con la llegada del GEO, a partir de las 18.30 de la tarde, todo se precipitó. Ante el tribunal también declararon tres agentes de este Grupo de Operaciones Especiales que participaron en aquella intervención. Uno de ellos, el que conminó a los terroristas a salir del piso cuatro veces, quedó inconsciente tras la explosión y, desde entonces, padece problemas de oído. Ellos gritaban la ya famosa frase: "Entrad vosotros, mamones". Cuando lanzaron el gas lacrimógeno, hubo un silencio de unos dos minutos y se produjo la gran explosión, el "zumbío", que "deja estampao", como lo definió uno de ellos.
Tres días pasaron los agentes de Policía Científica recogiendo objetos entre los escombros del piso y de los pisos contiguos, que también resultaron destrozados. Entre todo aquel desbarajuste, una documentación sobre ETA. Según los agentes que testificaron, pertenecían a un policía que vivía en el piso de al lado de los terroristas y a él se le entregaron. El comisario general de Información, que reconoció no saber de la existencia de este policía hasta que no se le mencionó en el juicio y que preguntó por él de cara a su propia comparecencia en el tribunal, explicó que le habían dicho que se trataba de un policía que había trabajado en la Unidad Especial de Seguimientos y entonces cumplía funciones en Policía Judicial.
Por otro lado, destacaremos que ninguno de los testigos que han pasado por el tribunal ha sabido explicar que tuvo que ver un tiroteo producido en Zarzaquemada (cerca de Leganés) aquella tarde del 3 de abril con los terroristas, aunque todos los agentes que participaron en la intervención han aludido a él como un precedente relacionado.
En Leganés murieron Jamal Ahmidan 'El Chino', Serhane Abdelmajid Fahket 'El Tunecino', Rachid y Mohamed Oulad Akcha, Abdennabi Kounjaa, Rifaat Anouar y Alekema Lamari. Al menos los cinco primeros se despidieron de sus familias cuando se vieron acorralados por la policía aquella tarde, según diversos testimonios. Entonces, la policía tuvo constancia de las llamadas de tres de ellos diciendo que se "iban con Dios" (Kounjaa, los Oulad Akcha y 'El Tunecino'). De la despedida de 'El Chino' dieron fe sus hermanos, que testificaron que había llamado a su madre en Marruecos y que ésta los había llamado a ellos después.
El hermano mayor de 'El Chino', Mustafá, que está en la cárcel, declaró ante el tribunal que su hermano le reconoció que él y otra gente de su barrio de Tánger estaban tras los atentados. Mustafá también afirmó que Rachid Oulad le dijo: "Reza para que no nos cojan vivos".
De la radicalización de Jamal Ahmidan en los meses previos al atentado habló ampliamente su viuda. Como otros conocidos de 'El Chino', señaló que éste había cambiado cuando volvió de prisión en verano de 2003. Pese a reconocer que tenía capacidad de organización y liderazgo, su ex esposa se declaró escéptica sobre la posibilidad de que su marido se hubiera montado en un tren a dejar una bomba. Lo vio por última vez el 19 de marzo. Entonces, Jamal temía que alguien le estuviera vigilando.
Jamal Ahmidan estuvo presente en el juicio, no sólo a través de su familia, sino de su voz. El tribunal exhibió en dos ocasiones el vídeo de reivindicación de los atentados hallado entre los escombros de Leganés para que identificaran su voz. Ni su mujer ni su hermano mayor ni un amigo tuvieron duda alguna de que era él el encapuchado que leía el comunicado. Sólo el hermano pequeño dijo no estar seguro.
Y si la semana terminó con policías, también empezó con policías. El lunes por la mañana, un guardia civil reconoció ante el tribunal que había ocultado, "por olvido", al juez y a la comisión parlamentaria del 11-M un informe en el que hablaba de que Antonio Toro tenía 150 kilos de explosivo listo para vender, según un soplo de su confidente Rafa Zouhier.
Es decir, que tenía la prueba de que en Asturias se traficaba con grandes cantidades de explosivos, pero lo ocultó. Él sostiene que olvidó comentarlo. Al fin y al cabo, la Guardia Civil de Asturias no llegó a actuar contra los traficantes porque, según declararon sus mandos en el Congreso de los Diputados, no encontraron pruebas sobre ellos.
Tanto la fiscal, Olga Sánchez, como el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, se mostraron incrédulos sobre el olvido del agente, sobre todo porque, precisamente, un día antes de comparecer en el Congreso de los Diputados y de no decir ni palabra sobre la nota que hablaba de explosivos, este agente llamó a la Comandancia de Asturias para advertir que hicieran lo necesario para impedir que aquel informe no trascendiera a la opinión pública.
El ex director general de la Policía Agustín Díaz de Mera. (Foto: EFE)
De manera paralela al juicio se han ido sucediendo nuevos capítulos del asunto abierto por el ex director de la Policía Agustín Díaz de Mera.
Por un lado, éste envió una carta a Javier Gómez Bermúdez, comunicándole el nombre de su fuente, es decir, la persona que le había dicho que había un informe que no se había hecho público sobre los supuestos vínculos entre ETA y los terroristas islamistas del 11-M.
Por otro, el tribunal hace pública a las partes la llegada de esa carta, pero les oculta el nombre de la fuente porque aún tienen que decidir el tipo de protección que le otorgan. Algunas acusaciones se quejan. La Fiscalía pide que se cite como testigos a todos los policías, incluida la fuente, que Díaz de Mera cita en el intrincado relato de su carta.
Por otro, un comisario de la Policía envió una carta a sus superiores advirtiéndoles de que Díaz de Mera le mencionaría como su fuente. El agente, que es Enrique García Castaño, comisario de la Unidad de Apoyo Operativo, niega que lo sea.
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