El preso Abdelkrim Bensmail compareció por que se le atribuye un papel con nombres de etarras.
MADRID.- Un nuevo capítulo de la serie inaugurada por Agustín Díaz de Mera ha marcado esta décima semana del juicio del 11-M: la disputa pública entre él, ex director de la Policía, y Enrique García Castaño, ex director de la Unidad de Apoyo Operativo. El asunto, el cada vez más improbable informe que vincula a ETA con los islamistas del 11-M. Pero esta batalla corre paralela al proceso de los atentados, que sigue su curso sin despeinarse en el interrogatorio de testigos (ya sólo quedan unos 140) y divisa ya el horizonte de la fase pericial (la exposición de pruebas) hacia finales del mes de mayo.
Esta semana, quien más información arrojó al tribunal sobre la investigación de los atentados fue el propio Enrique García Castaño, quien antes de ser preguntado por su relación con Díaz de Mera y su informe, reveló muchos detalles sobre las pesquisas que llevaron a detener a Jamal Zougam, el 13 de marzo de 2004, y sobre la localización del piso de Leganés en el que se suicidaron siete terroristas el 3 de abril de ese año, un asunto que hasta entonces no estaba muy claro.
Fue su equipo quien le siguió el rastro a la tarjeta del teléfono móvil encontrado en la bolsa bomba que apareció en la comisaría de Vallecas procedente de la estación de El Pozo. Él la recibió de manos del comisario general de Información, Jesús de la Morena, por la mañana del día 12. Por la tarde, con la solícita colaboración del jefe de seguridad de Amena y dando por hecho que había mandamiento judicial para hacer las pertinentes averiguaciones, consiguieron dar con la tienda de los indios de Alcorcón que la habían vendido junto con otras 29. El día 13 por la mañana, Rakesh y Suresh Kumar confesaron que se las habían vendido a Jamal Zougam. Ese día por la tarde se le detuvo y hoy está sentado en el banquillo como autor material de la masacre (hay que decir que no sólo por eso, sino porque después varios testigos le identificaron en los trenes atacados).
Enrique García Castaño, ante el tribunal. (Foto: EFE)
Siguiendo la pista a aquel lote de 30 tarjetas telefónicas (en realidad sólo había información de la mitad, según declaró el jefe de seguridad de Amena), el mismo día 3 de abril, el propio García Castaño sospechó de un número practicamente correlativo al del huido Said Berraj (claro, que cómo supieron el número de este prófugo no lo explicó). El caso es que, entre todas las llamadas que tenía dicho número había un teléfono fijo que resultó ser de una inmobiliaria. La inmobiliaria dijo que habían alquilado un piso a un árabe hacía un mes y que ese inmueble estaba en la calle Carmen Martín Gaite, número 40, de Leganés. Y allá que se fueron a montar el dispositivo policial. Serían las 15.30 de la tarde.
"¿Está Pepe?", preguntó la policía por el telefonillo. "No hay ningún Pepe", respondió una voz con acento árabe. Acto seguido, el hoy procesado Abdelmajid Bouchar bajó a tirar la basura y huyó corriendo como un "gamo" (así le llamaban). Después, dentro del piso empezaron los "cánticos" y los "alaridos" de los que han hablado todos los policías que allí estuvieron y que han pasado por el tribunal. A continuación, el tiroteo (hacia la calle). Y hacia las 19.30, la intervención de los Geo. El final de la escena llega con la gran explosión, a las 21.00 horas.
Lo siguiente, la recogida de los trozos de cadáveres hasta sumar siete cuerpos: 'El Chino', 'El Tunecino', Rachid y Mohamed Oulad Akcha, Abdenabi Kounjaa, Allekema Lamari y Rifaat Anouar. Precisamente, este martes, un policía que participó en el análisis del lugar describía un trozo de pecho con un detonador y trozos de explosivo incrustados: "jirones de piel" se desprendían al intentar separar el detonador de la carne.
El jefe de la UCAO reveló también que aquella tarde el hermano de Kounjaa pidió a la policía que lo llevara a Leganés a intentar convencer a su hermano de que no se suicidara, pero se lo impidieron porque ya estaba montado todo el operativo policial.
Henri Parot, ante el tribunal. (Foto: EFE)
Uno de los protagonistas de las dos semanas anteriores fue el dichoso titadyn' que lo confundió todo en aquellas primeras horas tras los atentados. Como el 'tú dijiste-yo no dije' de Díaz de Mera y García Castaño, Pedro Díaz Pintado y Santiago Cuadro se desmintieron el uno al otro ante el tribunal: el primero, subdirector general operativo, dijo que el segundo le informó en la mañana del 11-M que el explosivo era 'titadyn'; el segundo, comisario de seguridad ciudadana (de quien dependen los Tedax), aseguró que él nunca dijo eso, sino simplemente "dinamita". Esto fue la semana pasada.
Esta semana ha prestado declaración Carlos Corrales Bueno, comisario jefe de Policía Científica, y ha señalado que a él nunca le hicieron "el comentario" de que fuera titadyn. Corrales Bueno habló de los primeros y únicos análisis que, al parecer, llevó a cabo su unidad en aquellos días. El mismo 11 de marzo Tedax remitió al laboratorio de Policía Científica tres muestras para que las analizaran con detalle: una de ellas resultó ser polvo de extintor y las otras dos Goma 2 Eco, pero en aquel momento eso no lo sabían porque, por sorprendente que parezca, la Policía Científica no tenía muestras patrón de ese explosivo para poder comparar aquella composición. El caso es que allí no había nitroglicerina que pudiera apuntar al titadyn. Y el caso, también hay que decirlo, es que analizaron esas muestras sin saber su procedencia (¿qué tren? ¿qué vagón? ¿acaso la furgoneta Kangoo?).
Según declaró el ex jefe de los Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano, los únicos análisis que se hicieron fueron los de su unidad, que no emitió un informe hasta el 26 de marzo. En cualquier caso, dijo, tenían un carácter investigativo, no científico, por lo que no entraban en detalles cuantitativos y cualitativos y "dejaban interrogantes abiertos". Tanto es así que el tribunal que ahora juzga los atentados ordenó en enero que se volvieran a analizar, esta vez bien, las muestras que quedaran analizables, que no son muchas. Fuentes jurídicas apuntan que el tribunal no tiene prisa por conocer la valoración final de los ocho peritos que se han hecho cargo de las pruebas, puesto que, de todos modos, todos y cada uno de ellos irán a ponerla de manifiesto en la vista pública, allá por el mes de junio. Quizá, sus valoraciones por escrito sean entregadas un poco antes, a finales de mayo.
Gorka Vidal testificó entre risas. (Foto: EFE)
Por lo demás, el proceso se desvió por caminos que no llevaron a ninguna parte, pero que había que transitar para comprobar eso mismo. Aquí encontramos los testimonios de los etarras Henri Parot, Gorka Vidal e Irkus Badillo, y el del preso islamista Abdelkrim Bensmail, que también comparecía por una supuesta relación con ETA. Al final, los etarras (los tres en 15 minutos) negaron cualquier vínculo con los islamistas ("yo no tendría que estar aquí", dijo el irreverente Gorka Vidal) y el islamista negó cualquier relación con ETA (con los etarras Parot, Irakula, Iragi y García Sertucha, cuyos nombres le encontraron al preso en un papel que aparece en otra causa, la de la 'operación Nova').
Si bien no enriquecieron la investigación, sí revitalizaron el juicio en su vertiente gráfica, en su dimensión de vista pública retransmitida por televisión, ya que llevábamos dos meses sin ver más rostros que los del tribunal y los abogados, debido a la protección de la imagen de los testigos. Además de Bensmail, la otra cara del terrorismo islamista proyectada a todo el mundo ha sido la de Mourad Chabarou, amigo del procesado 'Mohamed el Egipcio', que compareció por videoconferencia. Acostrumbrados ya a la imagen irreverente y chulesca de los etarras ante un tribunal, fue mayor el impacto causado por los dos islamistas. Sobre todo Bensmail, que parecía un auténtico talibán afgano, con su traje, su gorro y su barba.
Irkus Badillo, durante su declaración. (Foto: EFE)
Si bien Parot, Vidal y Badillo pasaron sin pena ni gloria, el tema de ETA siguió en el aire por el asunto 'Díaz de Mera'. Repasemos. El ex director de la Policía le dijo al tribunal en una carta (cuando prestaba declaración, se negó a contestar sobre ello y le abrieron una investigación judicial) que Enrique García Castaño le había revelado la existencia de un informe policial que vinculaba a ETA con los islamistas y, no sólo eso, sino que dicho informe había sido manipulado por la Unidad Central de Inteligencia para eliminar esa supuesta relación e incorporarlo al sumario limpio de polvo y paja. Tal es el que consta en el sumario y no otro. Pero Díaz de Mera insiste en que hay un original distinto oculto en algún sitio.
Preguntado por todo esto, García Castaño negó que le hubiera hablado a Díaz de Mera de ninguna relación con ETA, sino de todo lo contrario: "Agustín, no hay ninguna relación. No puede haber ningún informe roto o manipulado porque no hay ninguna relación".
Por otro lado, afirmó que Díaz de Mera le había pedido que fuera su fuente en este asunto por lo mal que lo estaba pasando y la "presión política" que tenía encima, tras haber dicho lo que dijo en el tribunal. García Castaño le negó dos veces este favor pedido por la amistad que les unía a ambos, según declaró en el juicio. Al final, su testimonio tuvo la correspondiente respuesta de Agustín Díaz de Mera acusándolo de mentir flagrantemente.
Mourad Chabarou, amigo de 'Mohamed el Egipcio', desde Bálgica, a través de videoconferencia. (Foto: EFE)
Otro policía que pasó por el tribunal fue un agente de la UCIE controlador del famoso confidente 'Cartagena', el que dijo ante el tribunal que la policía tergiversaba sus informaciones sobre supuestos islamistas, se inventaba datos que le hacían firmar, le prohibían hacer referencias a ETA y prescindieron de sus servicios cuando empezaron a contar con la colaboración de 'El Tunecino', que luego resultó ser un terrorista. Bien, pues todo esto lo desmintió el policía número 17.814.
Gracias a la intervención el abogado Endika Zulueta (defensor del procesado 'Mohamed el Egipcio'), el tribunal se dio cuenta de que en el sumario no constan dos notas informativas del confidente 'Cartagena'. Por ello, Gómez Bermúdez ordenó pedirlas al juzgado de instrucción número 5, que es el que instruyó la 'operación Nova' y el que reunió aquellas notas de Cartagena que luego pasaron al juez Juan del Olmo por su utilidad en la instrucción del 11-M. Lo que ocurre es que el juzgado número 5, para evitar filtraciones a la prensa en 2005, ordenó destruir las notas en soporte informático y se quedó sólo con las de papel. Si el juzgado número 6, el de Del Olmo, no recibió dos de ellas ¿es porque se destruyeron y no quedaron siquiera en papel? ¿es porque la UCIE nunca las entregó al juez? ¿o es porque el número 5 no se las pasó y se las entregará ahora al tribunal del 11-M sin más intringulis? La respuesta, en las próximas semanas.
También encontramos repetitivos testimonios de una quincena de policías que participaron en la recogida de restos y muestras del malogrado piso de Leganés. La acusación que solicitó sus testimonios se interesó por si habían visto sangre y casquillos en un inmueble del que no quedaban ni las paredes tras la explosión. Sólo uno de los cuatro tedax que estuvo en lo que quedaba de piso dijo haber visto sangre; de casquillos (los restos del tiroteo que la policía dice que hubo) nadie dijo haberlos visto. Quizá en la prueba pericial, algún especialista pueda iluminarnos sobre las posibilidades que hay de encontrar según qué cosas en los restos de una deflagración.
Y pudimos comprobar, una vez más, cómo Jamal Ahmidan 'El Chino', hasta ahora el autor de los atentados más claro, tenía un ángel de la guarda la mar de eficaz porque iba topándose con la policía cada dos por tres sin que fuera detenido o investigado. Esta semana habló el guardia civil que le paró en la carretera de Burgos cuando bajaba de Asturias, supuestamente cargado de explosivos el 29 de febrero de 2004. Pecó de exceso de velocidad, no llevaba papeles del coche (un coche con matrículas dobladas, por cierto) y tenía una dudosa documentación extranjera, pero el agente ni le registró el coche (como hizo un compañero suyo tres meses antes, cuando le pillaron con ropa robada de El Corte Inglés) ni le detuvo ni le denunció para una futura investigación. La multa la pagó en el acto.
© Mundinteractivos, S.A. / Aviso legal / Política de privacidad
Dirección original de este artículo:
http://www.elmundo.es/elmundo/2007/04/26/espana/1177597808.html